Four Rooms es una comedia entre amigos, entre cuatro directores considerados gamberros que han tenido la idea de poner a Tim Roth de botones en un hotel un poco alocado. Aparecen Madonna, Bruce Willis, Antonio Banderas y hasta el mismo Tarantino, en cuatro historias del mismo hotel, dirigidas en cuatro habitaciones muy distintas.
Lo cierto es que, a pesar de ser una comedia, la cinta se torna insulsa y aburrida, sobre todo en las habitaciones dirigidas por Anders y Rockwell; y, aunque Tarantino y Rodriguez lo arreglan un poco, la película no tiene grandes cosas que demostrar ni que impacten en sobremanera.
Centrándonos en la persona que protagoniza este especial, en la habitación de Tarantino, la trama transcurre en torno al mejor humorista del momento, que invita a la suite presidencial a unos cuantos de sus amigos, y que, termina juntando a gran parte del reparto en unas escenas con una apuesta algo arriesgada de por medio.
Existe un plano secuencia marca de la casa de Tarantino dentro de su episodio, llamado El hombre de Hollywood, y un gran trabajo en cuanto a la dirección del mismo y al mantenimiento de las escenas en posición con lo que la trama confiere y precisa; por lo que, estamos ante un capitulo que, sin ser la gran obra maestra, si puede ser el más interesante de los cuatro que forman las habitaciones del hotel, junto con el de Rodriguez.
A pesar de ello, es bastante irregular a pesar de esas escenas cómicas entretenidas, y durante los noventa y seis minutos de película, a pesar de no quitar la boba sonrisa de la cara que cada comedia medianamente buena se esfuerza en dibujar, el sabor se torna no tan dulce hasta el momento de Rodriguez o Tarantino; pues la hilvanación de las historias es pobre, y las interpretaciones, a pesar de ser nombres ilustres del momento, no terminan encandilando como antes de visionarla se pueda suponer, quedando en segundo plano pues, una seriedad en la grabación que se encuentra desaparecida.
Un homenaje a Hitchcock –otro sello Made in Tarantino.- que, a pesar de no ser nada del otro mundo, mejora los dos primeros episodios haciendo que, al menos, la cinta sea medianamente potable y curiosa para conocer los comienzos de Rodriguez y de un Tarantino que estaba triunfando con Pulp Fiction.
Es decir, Four Rooms es una película entre amigos, algo parecido a lo que ocurrió con El cumpleaños de mi mejor amigo pero con cuatro millones de presupuesto para echarla a andar. Una obra grabada dentro del marco del gamberrismo y, a pesar de denotar profesionalidad en su dirección, gracias en parte al nombre que ya poseían los directores, es una comedia creada en un territorio cómico y con la intención del disfrute en su creación, más que de la posterior recaudación que, como dato y aun así, supero a los costes por poco.
Entre las cosas que se pueden salvar, lo que tiene una cabida monumental es un Tim Roth que lo borda y hace uno de sus papeles históricos y reconocidos. Su trabajo como botones resulta divertido y generoso para con el público, pues la interpretación se mantiene en el marco del gamberrismo anteriormente comentado, pero dando lugar a una profesionalidad que lo hacen ser el centro continuo de la cinta y la verdadera razón de que no termines muy enfadado tras verla. Acompañado de un Bruce Willis que, tras hacerlo muy, pero que muy bien con la anterior obra de Tarantino, vuelve a demostrar que allá donde entra, acapara protagonismo.
No es una de las mejores películas de la historia, pero si es entretenida, y nos ayudará a conocer un poco de Tarantino en un terreno no tan personal, pero que no defrauda ante sus mayores críticos.
Y si con Pulp Fiction marco el territorio, con Four Rooms se acercó a sus amigos y les dijo: “Voy a triunfar, pero a hacer lo que me dé la gana en todo momento, tíos.”