Hogar, dulce hogar
Para aquellos que disfrutamos del mundo de las series como quien lo hace de un buen año de Champions League, por fin es Navidad. Ha regresado ‘El ministerio del tiempo’ después de un parón siempre demasiado largo y agonizante.
¿Cómo es posible tanta crueldad? El mundo de la pequeña pantalla nos tiene acostumbrados a su montaña rusa de renovaciones y cancelaciones, bien las sufrimos en nuestras carnes, pero lo de ‘El ministerio del tiempo’ es ya flagrante.
Uno no puede tener un exitazo desde el primer episodio entre manos y no verlo, es imposible, nadie aguanta en este negocio con una visión de túnel así, pero claro, esto es España y hasta en nuestro ministerio son conscientes de ello.
Crear en ‘tiempo prestado’ no tiene que ser tarea sencilla, y aún así el Ministerio se reinventa en cada bocanada de aire que le permiten tomar. Ciertamente la base de fans más leales que hay en nuestro país ayuda, y mucho, así como lo hace una creatividad y atrevimientos infinitos por parte de Javier Olivares y compañía.
El estreno de la cuarta temporada de la serie regida, y de que manera, por Salvador Martí, me tenía pendiente de hasta saber que día era. Cuando llevas de confinamiento tantos días que has perdido la cuenta, el hecho de que algo te haga mirar el calendario y el reloj es una bendición.
No decepciona
Trasgresora, esa es la primera palabra que viene a mi mente cuando pienso en ‘El ministerio del tiempo’. Esta única palabra se ajusta a la perfección a lo que creo vamos a ver en la cuarta temporada, trasgresión, valentía, una temporada ‘con un par de huevos’ como diría Pacino. ¿Quién empieza una temporada intentando matar/salvar a Franco en este país? Pues eso.
Cada una de las piezas cae en su sitio. Tras ese odioso parón del que no queremos otro, por favor, ahora tenemos hasta nueva sede, y es que la gentrificación está subiendo mucho los alquileres y no está la administración para derroches. Un cambio necesario para renovar expectativas y alentar al espectador. Esperamos sean muchas las veces que se salve la historia de España entre sus muros.
Yo a nivel personal no me aguanto las ganas de ver a Velázquez en acción, pero no ha sido a él a quien he echado de menos en el primer episodio de esta cuarta temporada. ¿Donde están esos dos minutos de gloria de Angustias? Sale demasiado poco y yo esperaba un minitour por la nueva sede, con estilo y clase, a lo made in Angustias.
“He aprendido que hay cosas más importantes que salvar la Historia o a los personajes que salen en los libros. Salvar tu propia vida, tu historia, aunque luego no la vayan a estudiar nunca en las universidades”.
Alonso Entrerríos
Pero sí con algo me quedo es con nuestro nuevo, pero no tan cambiado, Alonso. Hay algo en su forma de moverse, en su saber estar, en su manera de hablar que aúna todo lo que nos encanta del antiguo ministerio, pero que sabe a cambio y chequeo de realidad. Nos preguntamos sí verdaderamente Alonso se ha adaptado al siglo XXI, pero es solo una sensación, ya veremos donde nos lleva.
Julián es clave en este retorno de la serie. En la tercera temporada salió por la puerta grande, no siempre te quitan de en medio salvando a uno de los mayores cantos a la libertad para todo un pueblo.
Os recuerdo que el personaje de Rodolfo Sancho perdió la vida en la Batalla de Teruel en 1936 para salvar al poeta Miguel Hernández. En la cuarta temporada es un vengador y buscador de justicia sin memoria. Esperemos que el giro que le den a esto para meterlo en el redil de nuevo nos deje con mucho Lorca en pantalla.
Queremos ‘Ministerio del tiempo’ hasta que se agote nuestra historia. Es tan necesario como un buen libro al sol. Tan frecuentemente olvidamos nuestras raíces e historia que necesitamos un gentil recordatorio de todo aquello bueno y malo que nos ha hecho llegar aquí. Sí, sabemos que es ficción, pero qué ficción.
La firmo todos los días del año si sigue acercándome a Lope de Vega, Miguel de Cervantes, Felipe II, Spínola, Picasso, Clara Campoamor y todas esas grandes figuras que quedan olvidadas en los anales de la historia, pero que aquí cogen todo el protagonismo y relevancia.