Relata el intento del ejército imperial romano de conquistar las salvajes tierras británicas dominadas por clanes y druidas. Es el año 43 a.C. y Kerra (Reilly), la hija del rey de los Cantii, se ve forzada a dejar a un lado sus diferencias con su archienemiga, la reina Antedia (Wanamaker) para combatir juntas a los invasores. Los romanos, liderados por el General Aulus Plautius (Morrisey), llegan con la determinación de triunfar donde Julio César fracasó, y conquistar esta tierra mítica en los límites del Imperio Romano. Aulus es un líder fuerte, pero esconde un oscuro secreto que amenaza su misión. Mientras las tribus y los druidas se unen para combatir a los romanos, Kerra se enfrenta al mayor reto de su vida como líder de la resistencia.
Para el pleno disfrute de ‘Britannia’ conviene guardar las expectativas en un cajón, y a ser posible cerrarlo con llave y arrojarla al fondo del mar, “matarile, rile, etc.” Porque quien busque en ella un mínimo rigor historiográfico ya puede seguir buscando, y porque carece del músculo presupuestario de ‘Juego de Tronos’ (‘Game of Thrones’, 2011-2019) y de la festiva (ultra) violencia berserker de ‘Vikingos’ (‘Vikings’, 2013-2020), con las que, a priori, hubiera cabido emparentarla. Ni siquiera podemos hablar de un peplum a la vieja o a la nueva usanza —‘Roma’ (‘Rome’, 2005-2007)—, toda vez que con el paso de los episodios y las temporadas la estimulante presencia de Aulo Plaucio y sus secuaces se va diluyendo.
De hecho, confieso que esta es la segunda oportunidad que le daba, pues la primera vez que me puse con ella, hará un par de años y seguramente demasiado mediatizado por las producciones antedichas, desistí apenas comenzada, decepcionado por la barata factura, incapaz siquiera de captar el tono de la serie, ni cómico ni dramático y con una molesta tendencia a recrearse en el consumo druídico de estupefacientes. No entendí entonces —ahora, por suerte, sí— que precisamente ahí radica el genuino interés de ‘Britannia’: en la reproducción, surrealista y con un punto bastante pop, del extraño mundo con que toparon las legiones romanas al desembarcar en el sur de la actual Inglaterra, un microcosmos tan indescifrable que hasta el mismísimo Julio César había vuelto grupas de regreso al continente un siglo antes.
Superado el desconcierto inicial —insisto en que, a mi juicio, buscado—, ‘Britannia’ resulta una producción sumamente disfrutable, divertida mezcla de aventuras, narrativa histórica, bildungsroman y fantasía épica, sazonada además con un sabroso pellizco de crueldad y erotismo muy en la línea de HBO, su distribuidora en España. Sumémosle la espectacularidad de los paisajes y un reparto donde no falta el carisma y el entretenimiento está más que asegurado.
Efectivamente, uno de los puntos fuertes de ‘Britannia’ radica en un elenco plagado de secundarios ilustres —David Bradley, Kelly Reilly— y otros cuyos rostros meramente nos suenan, pero que se desenvuelven con sobrada competencia —Nikolaj Lie Kaas, Anabel Scholey, Julian Rind-Tutt—. Al frente de todos ellos un soberbio —en cuantas acepciones se les ocurran— David Morrisey. El actor shakespereano se apodera de la pantalla y de sus partenaires como un druida del corazón de su víctima, y nos regala un Aulo Plaucio de auténtica y rabiosamente cínica antología. Le da réplica, asimismo cáustica, una Zoë Wanamaker que, encima, es la viva imagen de Esperanza Aguirre. Un festín de bilis, ya lo ven, que ni en una cena de Nochebuena.
Tráiler de ‘Britannia’.
¿Nos encanta?
Overall
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Originalidad
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Fotografía
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Montaje y edición
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Música
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Guion
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Interpretaciones
A destacar
La recreación, entre lisérgica y pop, del extraño microcosmos que se encontraron los romanos al desembarcar en la actual Inglaterra.
Un reparto que derrocha carisma, presidido por un David Morrisey superlativo.