‘The Killing Vote’, el pueblo como verdugo (2023)

Kim Moo Chan (Park Hae-jin) es un policía conocido por tener métodos poco éticos pero efectivos para trabajar. Joo Hyun (Lim Ji-yeon) trabaja en el departamento de informática de la policía. Kwon Seok Joo (Park Sung-woong) es un presidiario al que todos le llaman «El profesor». Todos se verán envueltos en un caso de homicidio por ejecución cuando los móviles de la ciudadanía se vean irrumpidos por una aplicación en la que debes votar si ejecutan o no a algún criminal, siendo el primero de ellos, un vendedor de videos sexuales de menores. Un misterioso hombre bajo una máscara se atribuye el crimen y proclama que la justicia debe ser dictada por los ciudadanos.

‘The Killing Vote’ es uno de esos K-dramas que enganchan con una premisa actual y dinámica en la que cualquiera que se acerque a la serie puede verse apelado. ¿Sería posible que lo que acaece en el drama nos ocurriese a nosotros? ¿Cuál sería la respuesta de la sociedad? ¿Y la mía? Los casos que se presentan al público para ser juzgados pondrían irremediablemente el grito en el cielo sin importar el lugar del mundo en el que este fenómeno ocurriese.

Es en eso que se apoya el guion para darle cuerpo a la trama central. Ese «ojo por ojo, diente por diente», que todas sabemos no lleva más que a un camino de mutua destrucción entre iguales, pero que a un mismo tiempo ha formado parte inseparable a la historia de la humanidad. En ‘The Killing Vote’ ese refrán popular, ese código de Hammurabi, rezuma actualidad cuando a la población general se le permite hacer de juez desde la privacidad y protección de un voto emitido a través de una aplicación móvil.

Mi justicia es extremadamente racional

«Los demonios que son tratados como inocentes», esta frase es la que da pie a todos los arcos narrativos de los distintos personajes. Es el resumen de un sistema judicial fallido, roto. Una justicia que abandona a las víctimas y protege al criminal, porque todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario, y son demasiados los casos de corrupción y clientelismo que hemos visto como para creer ingenuamente que esa premisa va a darnos justicia real en todos los casos, ¿pero que ocurre si al tomarnos esa justicia en nuestras manos nos equivocamos?

Es curioso ver como hay momentos en los que series muy similares en su fondo social y ético aparecen como por ejemplo ha ocurrido en esta ocasión con este K-drama y el de ‘Vigilante‘, los cuales nos han llegado por Amazon Prime Video y Disney+. ¿Es solo ciencia ficción y entretenimiento o hay una preocupación subyacente tras estas series que intentan sacudir nuestras conciencias?

El guion sabe y explota sin miramiento alguno que este tipo de tramas atrapa a las espectadoras como lo hace con la sociedad de la ficción. Es por eso que entre los casos a juzgar públicamente siempre expone a quien sabe no va a encontrar simpatía. Desde un violador dentro del ejército, pasando por quien comete fraude sistemático y extorsiona a otros, hasta quienes han llevado a cabo secuestro y asesinato de menores. La sensación de estar cumpliendo con un propósito mayor que uno mismo empieza a extenderse como una plaga para la que no hay barreras.

La falsa idea de que estás cumpliendo con tu deber como ciudadana ya está asentada en tu día a día, te valida. Y esa participación online, global, con un simple clic que falsamente nos protege dándonos seguridad en la distancia hace que todos se conviertan en verdugos sin casi ser conscientes de ello, cuando el castigo final llega manchando las manos de todos los que han votado con una sangre que ya no podrán lavarse.

No en muchas ocasiones tenemos oportunidad de ver a unidades de élite en pantalla, aunque hay ocasiones en que, como ocurriese en ‘Criminal Minds‘ o ‘Through the darkness‘ se nos permite convivir con un grupo muy específico en la lucha contra el crimen. Uno de los elementos más novedosos en ‘The Killing Vote’ es ver a dos jóvenes hackers cuya estructura mental es completamente distinta a la de sus compañeros en el cuerpo, trabajar codo con codo. Se hace muy atractivo que se introduzcan elementos tan actuales y se bucee, aunque sea levemente, entre esas líneas de código que gobiernan nuestras vidas sin darnos cuenta.

Te va a encantar ver la dinámica entre protagonistas porque cada uno de ellos tiene una fuerte personalidad y gran presencia de pantalla, y eso consigue mantenernos enganchados a la acción gracias a lo distintos que son los personajes entre ellos. Verlos acostumbrarse los unos a los otros es enormemente entretenido y con frases como «Yo solo trabajo con quien está menos loco que yo. Ya bastantes problemas genero por mi cuenta…» sabes que no van a faltar las locuras, las escenas trepidantes y momentos tan sorpresivos como sorprendentes.

El contraste entre Kim Moo Chan (Park Hae-jin) y Joo Hyun (Lim Ji-yeon) es de manual. Necesitas personajes antagónicos que acaben dependiendo el uno del otro para poder ir saltando de unos parámetros y ética de trabajo a otra con relativa facilidad, creando a un mismo tiempo una historia que desarrolle como se conocen y amoldan el uno al otro. Gracias al trabajo de Park Hae Jin y Lim Ji-yeon, rápidamente caemos en esa dinámica, animando a ambos personajes en su búsqueda por la verdad mientras luchan contra sus demonios internos.

Ambos actores están sólidos en su presencia en pantalla. Solamente podemos achacarle al personaje de Lim Ji-yeon lo estridente de sus comportamientos al comienzo de la trama, aunque con el paso de los episodios parece aplacarse quedando como un reducto que ojalá se hubieran ahorrado. Las líneas argumentales se plantean tímidamente y es entonces cuando empezamos a cuestionarnos si conocemos realmente a los protagonistas. Sus secretos se van desvelando mientras aparecen conexiones pasadas que consiguen hacer que todas las piezas del puzle caigan en su sitio, algo que agradecemos enormemente por lo intricado y denso de la trama, sobre todo en el cuerpo central de la serie.

Junto a ellos nos encontramos con nuestro querido Park Sung-Woong, a quien es imposible olvidar una vez has visto ‘La luz se ha ido de tus ojos’, y que aquí tiene nuevamente una presencia arrolladora, aunque algo forzada en ese papel de villano al que le sobran las carcajadas a lo Joker, pero al que nos creemos totalmente cuando aparece con una rabia contenida que se verbaliza en discursos serios y coherentes que nos descuadran y dejan con ganas de saber más de su pasado.

La dinámica joven cae en manos de Kwon Ah-Reum (‘Missing: the other side 2‘) y Seo Young-Joo (‘Tale of the Nine Tailed 1938‘), y no podríamos estar más contentas de que así fuese. Son un soplo de aire fresco en una dinámica general bastante oscura. Sus personajes nos dejan momentos de valentía tanto emocional como actitudinal. Nos recuerdan que querer es poder y que no hay nada como la lealtad de una juventud vibrante. Además, por supuesto, de darnos alguna que otra escena llena de clichés al más puro estilo Dramaland.

La serie tiene una buena cadencia en su guion y el ritmo de la acción acompaña bastante a los descubrimientos que vamos haciendo sobre la realidad que plantea la serie así como sobre el pasado de los protagonistas, aunque a veces la dinámica se vuelve repetitiva al darse la misma concatenación de eventos en la parte final, no habiendo mucho margen para la sorpresa.

Por su parte, las escenas de acción están genial, hay muchísima intensidad en ellas y la fotografía trabaja siempre a su favor ofreciéndonos un conjunto de secuencias que aunque nada se parecen entre ellas en color y ambientación, pues pasan de lo lúgubre a lo neón incluso en el mismo episodio, siempre trabajan en pos de una ambientación unificada que genera un tono con el que nos encontramos cómodas en todo momento.

En líneas generales ‘The Killing Vote’ es una serie sólida, aunque de haber arriesgado algo más probablemente habría subido un par de peldaños más en los rankings de Dramaland. Déjanos un comentario con tu opinión cuando la hayas visto, estamos deseando saber que te ha parecido.

Tráiler de ‘The Killing Vote’

¿Nos encanta?
Overall
3.3
  • Fotografía
  • Edición y montaje
  • Banda Sonora
  • Interpretaciones
  • Guion
  • Originalidad
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