No todos los días puedo escribir sobre una serie española que me emocione, me haga reír a carcajada limpia y me haga buscar información y datos interesantes en Internet, por desgracia no siempre que veo una serie española tengo luego ganas de volver a ponérmela la siguiente semana. Me encanta el ‘Ministerio del tiempo’, porque consigue todas esas cosas que he mencionado, y lo mejor de todo, consigue que vuelva a quedarme embobada delante de la televisión cada noche que se emite un capítulo nuevo. Es así de buena, no hay más.
Es buena porque se arriesga, si bien no es una superproducción de esas que quitan el hipo en Estados Unidos es una gran producción nacional, lo cual ya es decir mucho. Tiene el mérito de haberse atrevido a poner sobre la mesa nuestra historia, la cual es compleja y muy extensa, y lo hace a través de unos personajes a los que nos enganchamos desde primer momento, pues a pesar de sacarnos tres o cuatro siglos bien podrían ser amigos nuestros de lo familiares que resultan.
Esto se da en parte gracias a un casting que no está muy visto en nuestras pantallas, lo cual es un alivio, porque hay veces que uno se plantea si es que cerraron las escuelas de interpretación cuando salió cierta hornada de actores y actrices. Rodolfo Sancho, Aura Garrido y Nacho Fresneda son un bofetón de aire fresco, están enormes en sus papeles, son capaces de llevarte con ellos a través del tiempo, una tarea nada difícil en un mundo en el que nos creemos lo hemos visto todo.
Puede que pensemos eso, que lo hemos visto todo, pero nunca nos paramos a pensar que realmente conocemos muy poco de nuestro pasado, incluso del más cercano, pues tendemos a olvidar los malos momentos en un afán de supervivencia que arrasa con todo. ‘El ministerio del tiempo’ se la juega al traernos personajes a la memoria que en muchas ocasiones nos transportan a las clases de Lengua y Literatura del instituto o al Museo del Prado, y digo se la juega porque por desgracia cada vez más esos personajes que nos acerca nos son desconocidos, al menos ahora desde uno de los medios más relevantes de nuestro tiempo podemos disfrutar de los clásicos aunque sea de forma fugaz.
Hacer una serie de viajes en el tiempo es siempre considerado una locura en el mundo del cine y la televisión, no hay medias tintas, o sale bien y tienes un éxito entre manos o te hundes en el barro por un simple desliz en el guión. Trabajando en este guión y llenándose de gloria en casi todo momento están Javier Olivares, Pablo Olivares y Anaïs Schaaff entre otros. Son ellos los encargados de decidir a quien conoceremos cada semana, de darle un nuevo entretenimiento a Velázquez y de poner de los nervios al director del ministerio, protagonizado por Jaime Blanch.
La ambientación y la recreación de espacios no está mal del todo, teniendo en cuenta los medios de que se disponen hoy día en el cine podríamos echar de menos unos mejores efectos especiales y de fotografía en algunas ocasiones, como por poner un ejemplo, en aquella escena del tren visto desde arriba en un paraje nevado. Pero todo se perdona, porque es nuestra serie, no tenemos que cruzar un océano para disfrutar de escenas espectaculares. Necesitamos creérnoslo en este país, hay que promocionar las cosas que se hacen, sí, pero antes hay que invertir en los productos para que se trate de productos de calidad en todos los aspectos. A la vista está que tenemos grandes guionistas, directores, actores y actrices de calidad, que los emplazamientos y los parajes españoles quitan el hipo y son la envidia de muchos otros países que vienen una y otra vez a rodar a nuestras tierras, pero el que no arriesga no gana.