'Con su permiso, señoría', un mundo justo lleno de injusticias (2022)

‘Con su permiso, señoría’, también conocida como ‘May it please the court’ es uno de esos dramas legales que pasa más tiempo entre bastidores que en la sala del juzgado, y no sabe su creador aún cuanto se lo agradecemos. ¿Es este un «enemies to lovers» que no esperábamos? En gran medida lo es, y solo por eso sabes que debes seguir leyendo, no hay spoilers y si motivos para atreverte con ella.

Noh Chakhee (Jung Ryeo-Won) el as del bufete Jangsan, se convierte de la noche a la mañana en una abogada de oficio en Jeongha. Allí se encuentra con Jwa Sibaek (Lee Kyu-Hyung), un abogado de oficio singular y excéntrico que lo da todo por sus clientes. ¿Será capaz de amoldarse a un puesto de trabajo que la obliga a poner los pies en la tierra y a lidiar con verdaderas injusticias sociales?

La presentación de personajes te golpea de lleno con un primer episodio que arrasa con todo lo que habías imaginado, gracias a la puesta en escena de una protagonista imparable, incombustible y algo impertinente. Esta serie expone la diferencia de clases y como la justicia no es igual para todos. Importa y mucho como de profundo sea tu bolsillo.

Noh Chakhee es conocedora de sus límites y del tablero de ajedrez en el que juega, o eso es lo que ella fehacientemente cree. Su meta vital es llegar lo más alto posible en el bufete de abogados, y se encuentra a solo un paso de lograrlo. Se vislumbra la sonrisa en su rostro, una sonrisa llena de si misma y seguridad…

Una seguridad que se tambalea en cuanto entra en escena Jwa Sibaek, un abogado de oficio con una trayectoria impecable que choca frontalmente con la forma de vivir y de entender la justicia que tiene Chakhee. Convivir no será tarea fácil, pero el discurrir de los días les ofrecerá situaciones suficientes para reconocer a quien verdaderamente hay tras la gruesa fachada que ambos muestran al mundo.

Nos levantamos con ellos, vamos a la oficina, de recados y viajamos en coche, moviéndonos por una ciudad que podría ser cualquiera de las que nos acoge a cada una de nosotras. No hay un skyline que te corte la respiración, tampoco unas localizaciones que apuntes para visitar en tu próximo viaje a Corea del Sur, y ahí reside su encanto, en, que sin darnos cuenta, su rutina es la nuestra y no nos pesa en ningún momento de la trama. De hecho, la abrazamos mientras tontamente sonreímos a la pantalla embobadas ante la dinámica y ocurrencias de sus protagonistas.

«¡Vaya dos manipuladores natos! Están hechos el uno para el otro», pensarás. Y entre esas risas tontas se colarán momentos emotivos y lacrimógenos que nos permitirán ver lo muy capaz que es Jung Ryeo-Won de conmovernos cuando su personaje se resquebraja por mil sitios distintos mientras vive entre dos esferas sociales que distan mucho de ser compatibles. ¿Se puede vivir con un pie en cada una de ellas? ¿Está dispuesta a dejarlo todo atrás o por el contrario será más viable aferrarse a su armadura de hielo?

De ‘Con su permiso, señoría’ te enamorará enormemente su banda sonora, la querrás descargar y añadir a tu playlist diaria. No solo es acertada, sino también llena de vitalidad y letras preciosas que complementan a la perfección los sentimientos expuestos en pantalla. Aunque probablemente no sería esto lo que escogería si solo pudiese destacar una bondad de este K-drama. Sin lugar a dudas me quedaría con la forma que tiene de narrar el paso del tiempo. En todo momento somos conscientes del discurrir de los días, vivimos su día a día de una forma literal y inmensamente natural.

No esperes únicamente un caso detrás de otro sin mucha más conexión que los protagonistas, ‘Con su permiso, señoría’, pronto trae a colación crímenes muy oscuros que abofetean a la administración y los cuerpos policiales, de no hace tantos años, cuando presenta en pantalla los casos de tortura y amenazas que muchos trabajadores sufrieron a finales de los 70 y 80 en el país.

Para hacerlo cambia la luz del día y la cotidianeidad de las vidas de los protagonistas por la oscuridad de un desconocido que busca vengarse de todos aquellos que formaron parte de las torturas policiales. Pasa así a ser terrible, oscura y dolorosa, un thriller con tintes terroríficos en pequeñas dosis que rompen con la normalidad de la serie, aportando un elemento misterioso extraordinario y realmente kármico.

La primera parte de la serie nos ofrece un guion ágil, divertido y cuidado, lleno de gratas sorpresas, aunque no consigue mantenerse durante todo el metraje. Una vez te acerques a la recta final, sabrás todo lo que hay que saber y será poco o nada lo que te sorprenda. Pero para cuando llegues a los episodios finales ya habrás disfrutado de un montaje muy elaborado que sabe viajar a escenas pasadas de forma cohesionada, dándonos una historia global que lo hila todo y no deja nada suelto.

Toca darle al play en Disney+ y ver un K-drama que seguro te encanta.