Llega a España, gracias a la editorial Maeva, la primera novela de una serie de 6 protagonizadas por una inspectora de policía muy particular, muy british, llamada Vera Stanhope. Una mujer con sobrepeso, muy natural, muy cáustica, especialista en lanzar miradas inquisitivas y que resulta ser una policía extraordinaria dentro de que no responde al perfil de los detectives que habitualmente nos encontramos en las novelas policíacas.
Su creadora, Anne Cleeves, vendió los derechos a la televisión, y la actriz Brenda Blethyn interpreta a esta inspectora en una serie llamada “Vera”, un papel que le viene estupendo. Lo primero, y quizás lo fundamental que tengo que destacar tras haber leído este primer libro, es que se hace farragoso, lento, demasiado pausado y tedioso, para tratarse de una novela policíaca. Bajo mi punto de vista, si algo tiene que tener este género en concreto, es energía, vitalidad, que las cosas sucedan, que el relato progrese, haga evolucionar a los personajes y que nos cuente una historia interesante.
Anne Cleeves no creo que pase a la historia de la literatura de misterio, ni creo que pase a la de la literatura en general. Ante todo, tengo que ser sincero, y es que las 455 páginas del libro valen bastante poco, no son una aportación llamativa ni nada por el estilo. Lo cual, es una pena, porque el personaje de Vera Stanhope es muy atractivo, y es que a partir de la página 200, cuando aparece esta mujer por primera vez en toda la novela, es cuando la historia parece que se va a convertir en lo que realmente tendría que ser, un relato de intrigas, con personajes bien perfilados, que te haga desconfiar de todos y sospechar de todos. Resalto la palabra “parecer”, porque en realidad, y de manera casi estrafalaria, la autora nos cuela una novela costumbrista, no un relato negro y oscuro.
Tengo la sensación de que la serie de tv puede ser una de esas curiosísimas excepciones en las que la adaptación audiovisual supere al texto literario, espero acertar, porque sería una pena que un personaje tan bueno se siga viendo tan desaprovechado. Algo está pasando en la industria editorial, y parece que nadie quiere darse cuenta de ello, y es que al igual que el cine, no son industrias que producen clavos o tornillos, son de otro tipo, y al ritmo de producir cientos de películas o libros al año, estrenando cada semana numerosas novedades, es imposible obtener productos competitivos y de auténtica calidad. No solamente ocurre en el cine, ya está sucediendo, y desde hace mucho tiempo, en el terreno de los libros. Desgraciadamente, hace tiempo que no encuentro en la mesa de novedades algo que realmente me satisfaga. ¿Será que no hay talento? ¿Será que nos agarramos a un clavo ardiendo con tal de vender? ¿Será todo esto el fin de la literatura buena?
El tiempo dirá, personalmente, espero y deseo con todas mis fuerzas que no se cumpla nunca ese pronóstico, pero desde luego es harto complicado albergar esperanzas cuando se decide seguir tratando a la generalidad de los consumidores como si fueran idiotas. Desgraciadamente para estos “creadores”, hay excepciones, cada vez en mayor cantidad. Y es que no solo es importante la portada, el contenido lo es mucho más.