Pese a los notables valores de producción —por fin una ambientación ochentera que no parece el sótano de Nannysex—, al trabajo de su esforzado reparto —el simpático Andrew Garfield empieza a explorar las posibilidades de una prometedora madurez— y a que Jeff Ament, bajista de Pearl Jam, le ha compuesto una BSO ciertamente pintona, ‘Por mandato del cielo’ tarda apenas dos capítulos en hacérsenos bola.
Dos hermanos creen haber sido elegidos por Dios para matar a una mujer inocente y a su hija pequeña.
Ello se debe principalmente a que la historia daba para un largometraje, no para seis episodios de una hora y un finale de hora y media. Enésima prueba de que no todo es susceptible de ser convertido en una serie y de que dicha burbuja debería explotar de una vez, por el bien de los espectadores. En consecuencia, y tal como suele ocurrir, sus responsables se ven obligados a engordar el argumento con una desalentadora acumulación de flashbacks que no hacen sino entorpecer el natural desarrollo de una trama que, insisto, en sí misma no carecía de interés.
Especialmente molestos, por metidos con calzador y en exceso discursivos, son los pasajes dedicados al proceloso asentamiento de los primeros mormones en Utah. Las peripecias de Joseph Smith y Brigham Young se antojarían susceptibles de una película propia—o serie, claro—, de época y con la cuota de sordidez y violencia que la carrera de tamaños fanáticos merece. Aquí, en cambio, supone un pegote, y de un didacticismo particularmente indigesto.
En efecto, el tono pedagógico con que gustan de expresarse muchos personajes constituye otro de los lastres de la serie. El bondadoso policía mormón interpretado por Andrew Garfield necesita que se lo expliquen todo con pelos y señales, despacito y sin palabras raras, casi con un PowerPoint. El problema es que la audiencia no, y tampoco su compañero de fatigas, cuyo impertérrito gesto de tótem paiute no oculta la impaciencia que nos provoca —a él y a nosotros— la lentitud de procesamiento de su colega.
Una de las ventajas que la ficción tiene —o tenía— sobre la percherona realidad estriba en su capacidad de síntesis, la posibilidad de saltarse los tiempos muertos y situaciones repetitivas que argamasan nuestro día a día. Obras como ‘Por mandato del cielo’ advierten de que en las plataformas de contenidos hay quien está olvidando algo tan evidente. Lo peor de todo, lo más preocupante, es que probablemente no se trate de un olvido casual.
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Tráiler de ‘Por mandato del cielo’
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Originalidad
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Fotografía
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Interpretaciones
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Guion
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Edición y montaje
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Banda Sonora
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( votes)A destacar:
- La ambientación ochentera, seca y sin manierismos nostálgicos.
- El voluntarioso reparto y los encomiables esfuerzos de sus integrantes por mantener el interés de la historia.