'Norte y Sur', los albores del movimiento obrero (2014)

‘Norte y sur’ es una de esas series que acabas revisionando cada cierto tiempo porque cuenta con todos los ingredientes para hacerte volver. Elizabeth Gaskell escribió la novela en la que está basada su guion, un guion de corte inglés como solo las series de la BBC saben mostrar.

Como hija de un clérigo de clase media, Margaret Hale ha disfrutado de una educación privilegiada en el rural sur de Inglaterra. Pero cuando su padre desarraiga a la familia, ella se ve obligada a adaptarse a una nueva vida en Milton. Un pueblo de fábricas en el norte en plena revolución industrial. Margaret está horrorizada con su nuevo entorno – la suciedad, el ruido y los brusco modales de los habitantes de Milton. Sin embargo, ella guarda su mayor desprecio para los propietarios de las fábricas. Cuando John Thornton, carismático propietario de las Fábricas Marlborought, se convierte en «alumno» de su padre, ella no deja lugar a dudas de su desagrado por esta nueva clase vulgar y sin educación…

Los encargados de dar vida a sus protagonistas son ni más ni menos que Richard Armitage, John Thornton, y Daniela Denby-Ashe, Margaret Hale. Se completa el reparto con actores y actrices que dan la talla y crean, con su interpretaciones, un mundo creíble.

‘Norte y sur’ plantea un contraste a la par que una colisión de mundos en pleno proceso de industrialización y de despertar del movimiento obrero. Un momento histórico que habla por si solo y que es el escenario perfecto para crear una obra de época que llegue a los espectadores gracias a ese ‘orgullo y prejuicio’ que tanto nos caracteriza a los humanos.

Cuando los Hale se mudan del sur al norte, una mujer completamente enamorada de su hogar, de la calidez de sus gentes y de la tranquilidad de su tierra se ve forzada a convivir en un ambiente hostil que solo conoce el blanco nuclear y asfixiante del algodón y el humo que emiten sus fábricas.

La miseria es infinita, la pobreza no conoce límites en un mundo nuevo que permitiría soñar si no fuese porque les pilla demasiado ocupados sobreviviendo en unas condiciones deplorables. Eso es Milton, una ciudad industrial que bulle con ríos color púrpura y gente que trabaja en unas condiciones deplorables.

Gracias a ese viaje de la protagonista descubrimos la ciudad, la odiamos al principio y la aprendemos a querer tal y como le ocurre a ella. Mientras hacemos ese viaje a su lado podemos disfrutar de una caracterización maravillosa de uno de los momentos clave en la historia del desarrollo global.

Nos adentramos sin quererlo en fábricas que arden con demasiada facilidad, en las que los trabajadores son explotados y usados por los burgueses para obtener un mayor beneficio, pero a la par vemos surgir esa incipiente lucha social. El derecho a huelga, su importancia y como se estructuraban esas primeras sociedades de socorro mutuo aparece en nuestras pantallas y nos da, si la dejamos, un pequeño refresco histórico, de una época no tan lejana.

"Creo que he visto el infierno, es blanco, blanco nieve"

La crítica que los personajes hacen del capitalismo se hace oír en más de una ocasión. A su vez se defiende como forma de vida y de avance social. Viajamos en ferrocarril y visitamos exposiciones universales que nos muestran un atisbo de la fascinación con la que tuvieron que experimentar estos inventos, avances y hechos históricos los habitantes de la época.

Todo ello hacemos mientras vemos como sus gentes conviven. Una sociedad clasista sin miramientos en la que casi no quedan resquicios de amabilidad y calidez. Una calidez y delicadeza que sí vemos en la luz que entra por las ventanas y que baña en más de una ocasión los rostros de los protagonistas.

Se juega enormemente con los colores tierra y los negros para dar vida a una sociedad eminentemente obrera e industrial, y solo hay destellos de color en alguna que otra pieza de fruta y en los vestidos de gala, que cuando aparecen nos chirrían después de ver tanta miseria.

‘Norte y sur’ es una historia de amor contada a través de personajes creados a sí mismos. Honestos, orgullosos y con mucho por aprender, y quizá por eso, siempre nos hace volver.