Este lunes se estrenó el tercer episodio de la temporada final de ‘Juego de Tronos’, un capítulo perfecto que justifica el motivo por el cual es el mayor fenómeno televisivo de la última década. Probablemente, en ese sentido, sea la heredera directa de ‘Lost’. ¿Qué ha aportado en el panorama televisivo?
Ha roto prejuicios en el género de la fantasía, por eso ahora gracias a ella lo fantástico ocupa el lugar que merece en la televisión. Esto puede observarse en los proyectos televisivos de las principales plataformas. Netflix con ‘The Witcher’, Amazon con la nueva versión de ‘El señor de los anillos’, Disney con ‘Star Wars’, o la propia HBO con las precuelas de ‘Juego de Tronos’.
Recordemos que la última tanda de episodios tiene seis entregas, de las cuales la duración de cuatro se acerca a la de una película. Los dos primeros capítulos sirvieron para recolocar las piezas en el tablero con el reencuentro de personajes y alguna que otra revelación. En ambos, los espectadores se quejaban de la falta de dinamismo, de que no pasaba nada. Justamente, este fue el propósito de los guionistas, mostrarnos quietismo, inacción y “aburrimiento” para acrecentar aún más el contraste con el tercer episodio, espectacular visualmente hablando, centrado en la batalla más grande jamás rodada.
Precisamente, este es el aporte más relevante que la serie ha dejado a la televisión. En lo referente al apartado visual, ha logrado romper barreras con la pantalla grande, posicionándose casi al mismo nivel que el cine. Está claro que el séptimo arte todavía tiene unos recursos tecnológicos más potentes, pero lo que se ha visto en “La larga noche” es la evidencia de que la historia de la televisión con ‘Juego de Tronos’ ha cambiado. Los especialistas de la serie poco a poco han ido superándose en cada temporada, y con este capítulo llegan por el momento al culmen. Hace pocos años era impensable que un espectáculo de tanta magnitud cupiera en el mundo de la televisión (de ahí la supuesta superioridad del cine frente a las series).
Miguel Sapochnik (encargado de episodios como ‘La batalla de los bastardos’) ha dirigido esta obra maestra, cuyo comienzo está lleno de tensión, antes de que el enemigo aparezca. Se intuye que algo enorme sucederá. Al margen del aspecto formal, lo interesante es que no sólo vemos a los personajes, como colectivo, inmersos en una situación límite, sino que entre tanta barahúnda, seguimos el desarrollo de algunos personajes concretos (Sansa, Tyrion o Arya), envueltos en plena batalla (un caos de intensidad épica), y en el infierno de carácter apocalíptico más absoluto. Los problemas de visibilidad, de los que muchos espectadores se han quejado poniendo el grito en el cielo, son absolutamente intencionados. Por eso, la puesta en escena se ha construido a partir de negrura, sombra y niebla, tres elementos que subrayan el horror y la confusión de los personajes (y la de los espectadores), que le confieren verosimilitud y demuestra una vez más que HBO sigue estando por encima de las otras cadenas.