Esta semana, y debido al estreno de la ópera prima ‘La viajante’, hemos podido mantener una charla con su director de la película. Quédate si quieres conocer alguna que otra curiosidad así como datos del rodaje.
La vida de Ángela se desvanece ante sus ojos. Impulsada por una rutina vacía de la que parece imposible desprenderse, se aventurará en un viaje a través de tierras remotas, donde descubrirá un interés especial por grabar insectos con la cámara de su madre. Sin desearlo, tendrá que enfrentarse a los inesperados y desconocidos impulsos de su soledad.
Carlos Antolín: Miguel, muchas gracias por tu tiempo antes del estreno de ‘La viajante’. Comenzamos sin más dilación. Si nos situamos en el inicio de la película, ¿Cómo fue escribir un guion tan íntimo y en el que el silencio es el protagonista?
Miguel Mejías: Nació un poco, de los momentos de espera en el coche mientras aguardaba a que mi madre terminase sus sesiones de quimioterapia en el hospital. Ese viaje constante, casi todos los días, en el coche, de casa al hospital, del hospital al trabajo y de ahí a casa… A partir de esos momentos intermedios, empecé a pensar en la película. Quería plasmarlo de alguna forma en la protagonista buscando además una relación con la naturaleza mientras indagaba en el sentido de una soledad absoluta. Mostrar como es estar en un espacio desierto, realmente desconectado, desubicado, en esa sensación profunda como si fueras el último ser humano en la tierra.
Carlos Antolín: El significado de la película es “¿Atreverse a descubrir?”. ¿Tiene relación su título con el guion que luego descubriremos?
Miguel Mejías: Por supuesto que sí, hay un paralelismo. En parte por eso Ángela lleva una cámara donde filma las cosas, supuestamente graba, aunque no se deja claro, no se sabe, si está cargada o no. Hay un paralelismo entre Ángela y yo, hay un juego de espejos. Ella filma los insectos y de alguna forma yo la filmo a ella como si fuese un insecto.
Carlos Antolín: ¿Por qué en el cine actual es muy difícil ver la combinación de un 16:9 con un 8mm? ¿Por qué decidiste usar esa cámara?
Miguel Mejías: La del 8 mm a mí me gustaba porque nuestro ojo como espectadores ya no está acostumbrado a ello, no entiende esas texturas. Lo que entiende es tiempo, vejez, casi como si estuviese muerto. Y a mí me interesa esa sensación de cuando ves el 8mm como una cosa que evocase a la memoria y a esa sensación de finitud, a la muerte. Estás viendo seres que no existen. También me gustaban un poco esos velados, esas texturas porque creo que es cómo funciona la memoria realmente. Nuestra memoria es confusa, no es clara, mezclamos realidad con ficción. Nuestros recuerdos, ¿Hasta qué punto los recordamos nítidamente? o ¿Hasta qué punto se construyen a partir de pequeñas otras cosas que no son verdad?, de sueños incluso.
Carlos Antolín: Hablando del mensaje que pretendes transmitir con la cámara, el viaje interno que pretendes mostrar con Ángela, ¿Cuál sería?
Miguel Mejías: Yo creo que el mensaje es que no hay mensaje. El mensaje si hubiese alguno es una invitación a mirar el vacío, y más hoy en día que tenemos miedo a enfrentarnos a ese vacío. Entonces la película te invita a ser valiente y de alguna forma a enfrentarnos a nuestra limitada condición humana y te intenta recordar que no somos nada al final. Seguimos siendo un animal que acaba de llegar, y nos hemos estructurado en sociedades, en ciudades, donde está todo supuestamente claro, nuestra vida, nuestro provenir, nuestras decisiones, pero realmente, todavía está todo por inventar. Entonces hay algo como griego en una especie de cuestionamiento en el personaje. Una vuelta a la esencia, a entender la condición humana.
Carlos Antolín: Y por lo que he estado investigando tú has estudiado Comunicación Audiovisual y Sociología. ¿Te ha ayudado en la construcción del personaje?, ¿En expresarlo?
Miguel Mejías: Empecé a estudiar Comunicación Audiovisual, lo dejé, no era lo mío. Empecé a estudiar Publicidad, bueno Comunicación y Publicidad pero dejé las dos cosas a la vez. Empecé a estudiar Sociología y también lo dejé. Y finalmente, me metí en la escuela de Cine de Madrid y aguanté, la terminé y directamente después ya empecé lo que te he contado antes, empecé a hacer estas cosas y empecé a escribir la peli. Vivía con Ángela en mi último año de la Escuela de Cine. Ángela era mi compañera de piso. Ángela y yo teníamos una relación curiosa, los dos somos hijos únicos y creo que por eso nos convertimos en una especie de hermano-hermana de forma casi natural.
En realidad la carrera de Sociología lo que hace es expresar un inquietud mía, me interesa la condición humana, sus decisiones, y lo que significa estas decisiones y cómo influyen en la sociedad. También he estudiado en la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) un máster de filosofía y pensamiento contemporáneo. Al final, lo que más me ha influenciado son los libros que he leído, las películas que he visto y las experiencias vitales que he tenido.
Carlos Antolín: ¿Qué películas te han referenciado?
Miguel Mejías: Buff, muchas. Intento huir de las referencias, pero es mi ópera prima, y yo creo que al final tendemos, en las óperas primas, a referenciar. Por lo que hay mucho de Andréi Tarkovski, tiene ese cuestionamiento puro, quizás incluso a veces cansino sobre esa intensidad existencial del cine ruso y también creo que tiene bastante de Western. Es algo que he heredado de mi padre. Me gusta mucho el cine de Carlos Reygadas, un director mexicano que para mí es de los mejores directores en activo. Hay muchas referencias literarias y pictóricas. En la banda sonora está Lorca con Edu, y queríamos una música paralela, que tuviese su propia vida e incluso composiciones muy claras.
Carlos Antolín: Y uno de los aspectos más llamativos son las continuas localizaciones, ¿Por qué decidiste que Canarias era el paisaje idílico para contar esta historia?
Miguel Mejías: Bueno porque Canarias es primero el lugar donde me he criado, el lugar que conozco, el lugar donde cuya climatología comprendo. Entonces puedo estructurar un rodaje a partir de eso, y sé que sitios me van a dar lo que yo quiero. Y son los sitios que yo he habitado, muchos de los lugares donde sucede la película son sitios por donde yo paseaba. Donde va la madre con su hija con el perro, es donde yo voy a pasear al perro que, por cierto, es el mío. Son un poco esos paralelismos y después también por cuestiones de subvenciones que siempre están ahí. La geografía va contando lo que Ángela no nos cuenta. Quería que el paisaje, de alguna forma, diese al espectador más información a utilizar todos los elementos como una puesta narrativa.
Carlos Antolín: ¿Por qué en la mayoría de tus proyectos sueles contar con Ángela como protagonista?
Miguel Mejías: Ángela y yo tenemos una relación de hermanos, hay veces que creo que nos comunicamos telepáticamente (risas). Entonces, para trabajar en la peli, eso nos ayudó mucho. Había momentos en los que yo no podía explicarle lo que quería. Buscamos una hábitat, una cosa, una sensación, por lo que el hecho de esa comunicación invisible nos facilitaba encontrar lo que buscábamos.
Carlos Antolín: Por último, ¿Cómo fue el proceso de vender una película de estas características?
Miguel Mejías: Empezó siendo un crowdfunding que funcionó como herramienta de propaganda, la gente empezó a conocer el proyecto, los productores se unieron, etc. Mi idea era rodar con el dinero del crowdfunding que eran unos 7.000€, pero después la peli fue creciendo y decidí esperar. Tras un par de años, retener subvenciones y dejar que los productores hicieran su trabajo, finalmente conseguimos hacer una película más digna, donde la gente cobraba y donde podías trabajar con humanidad. El proceso de crear cine, es no rendirte jamás, para sacar una película adelante hay que ser cabezón y cuando pierdes la fe indagar en ti y reflexionar porque quieres hacerla y, así, recuperar esa llama. El trabajo en el cine, es un trabajo de paciencia, de poco a poco y más como director, como autor porque tú eres el que vas a estar detrás, desde la primera imagen que te viene a la cabeza. A mí me está pasando, que he vivido tanto esta película que ahora ya ha terminado y no me encuentro. Estoy un poco perdido. El proceso de venta sigue ahora, es más difícil porque ya hemos hecho la película, ahora necesitamos que se vea, que es para lo que la hacemos.
Carlos Antolín: Y a poder ser en cines que yo creo que es donde de verdad se disfruta una película de estas características sobre todo, donde más llegas a comprender al personaje y donde más te metes en la historia.
Miguel Mejías: Si, ‘La viajante’ es una peli que aboca muchas sensaciones y necesita la gran pantalla. Esta película no la puedes ver comiéndote unos doritos, en tu salón o mientras te haces unos huevos fritos. No se puede estar con la luz encendida. Puedes verla, pero te vas a perder muchas cosas, no es lo mismo.
Desde aquí agradecer enormemente a Miguel Mejías por su tiempo y atención. Esperamos volver a encontrarnos con él en su próxima película que ya nos ha adelantado tendrá unos tintes similares.
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