Crítica de 'Sinjar' (Anna Bofarull, 2022)

En Barcelona, Carlota emprende desesperadamente la búsqueda de Marc, su hijo adolescente que ha huido de casa sin dejar rastro. A miles de kilómetros, Sinjar, la región situada en la frontera entre Irak y Siria, vive bajo la amenaza de la guerra. Allí, Hadia es obligada a vivir como esclava junto a tres de sus hijos al servicio de una familia. En cambio, Arjin consigue escapar del cautiverio y, en su intento de regresar a casa, termina uniéndose a las milicias kurdas. Tres mujeres separadas de sus seres queridos. ¿Hasta dónde estarán dispuestas a llegar para recuperarlos?

Cuando nos adentramos en ‘Sinjar’ lo hacemos a sabiendas de una sinopsis que vaticina una película dura, compleja. La cinta nos habla de Carlota, Hadia y Arjin, tres mujeres con tres historias totalmente diferentes pero con nexos comunes, donde se demuestra la valentía y feracidad de las mismas para salir a flote, en un ejercicio de resiliencia y amor inmenso. Así pues, ‘Sinjar’ ya de por sí nos habla de un tema complejo que levanta ampollas, que muchos ignoran, que otros tantos quieren hacer como que no existe y que muchos, y sobre todo muchas, paceden y sufren diariamente.

‘Sinjar’ es una película comprometida, al igual que su directora Anna Bofarull. Un mensaje claro se muestra levemente durante todo su metraje en el que la crudeza de la historia que se nos están contando solo es comparable con la dificultad y dureza de algunas de las imágenes que se ponen frente a nuestros ojos. El peso de la película recae en las protagonistas de estas tres historias comentadas, separadas pero unidas a la vez; así pues, Carlota, interpretada por la ganadora del Goya Nora Navas, es una madre que desesperadamente busca a su hijo huído, sin dejar ni rastro en la casa. Hadia, a quien da vida Halima Ilter es una esclava que puede ser comprada y vendida con (o sin) sus hijas, e intentará por todos los medios ser libre, y Arjin, interpretada de una manera maravillosa y magnífica por Iman Ido Koro, quien no es actriz profesional y que está contanto parte de su propia historia vital. Una mujer que escapa de su cautiverio, regresa a casa y se termina uniendo al ejército kurdo.

Fotograma de 'Sinjar' — Fotograma de ‘Sinjar’

La música y la edición del sonido agobian, pero siendo un ejercicio obvio de lo que se esperaba para ‘Sinjar’. Es un acompañamiento perfecto que, unido a un trabajo fotográfico digno de aplaudir, conforman los exitosos elementos que hacen que la película tenga ese aura de tristeza, de rabia e incluso de impotencia. Todo bien acompasado, bien organizado y en la que ningún fotograma resulta innecesario o exagerado. La justa medida de todo que va formando lo que se espera ver y lo que hace que la trama y las historias sean de una riqueza inmensa.

Todos los segundos en los que el metraje se encuentra funcionando se nos está contando algo, y con su fotografía, los vaivenes de cámara y la manera en la que esta se comporta en los planos largos, los focos principales bien adquiridos y una idea clara del mensaje, el resultado pasa a ser entre hipnótico en su visionado y de un calado inmenso en nuestro pensamiento.

En definitiva, ‘Sinjar’ no es sencilla; ‘Sinjar’ no va a dejarte disfrutarla sin agotarte, sin dejar tu cabeza pensando y sin mostrarte elementos desagradables, pero resulta ser un ejercicio de crítica y una muestra audiovisual totalmente necesaria y cuidada, donde la mayoría de los aspectos que se aprecian son de una categoría inmensa. ‘Sinjar’ ha tenido que ser creada y tiene un mensaje muy necesario, pero eso no quiere decir que cinematográficamente no este cuidada, puesto que lo está, y mucho. ‘Sinjar’ es una buenísima creación cinematográfica.