La vida de Violette Leduc; escritora francesa; una mujer marcada desde su nacimiento, al ser una hija ilegítima; que buscó la pasión de un amor que nunca fue correspondido; abiertamente bisexual; estraperlista; que abortó clandestinamente; amiga de triunfadores que le hicieron sombra, incluso, cuando consiguió reconocimiento por sus logros literarios; y que luego cayó en el olvido; era una vida ideal para producir una película. Y esa historia atrajo al director francés Martin Provost, que tras su elegante propuesta ‘Séraphine’, vuelve a mostrar la historia de una figura femenina misteriosa, artística y que quiso ser independiente en una época llena de ataduras y prejuicios sociales.
La historia de la sufrida escritora corría el riesgo de ser tratada de manera victimista o tendenciosa; cosa que el realizador francés consigue esquivar con acertada solvencia. También es verdad que este tipo de relatos suelen caer en excesivas alabanzas sobre la celebridad, como también una muestra de su vida hasta su punto más álgido de su carrera. Esos clichés, tan habituales en los biopics, también Provost los evita no dándole demasiada condescendencia a la imagen de Leduc.
El cineasta muestra una vida sufriente, con complejos de fealdad y fuertes carencias afectivas: traumas de una infeliz infancia. “Mi madre no me ha dado nunca la mano. Me ayudaba a subir, a bajar las aceras pellizcando mi vestido a la altura del hombro” relata Violette durante una conversación. Y de ahí, justamente, Provost consigue sacar a relucir el complicado carácter de la escritora, una mujer que para canalizar su ira, su frustración, lo hace a través de la escritura, a modo de catarsis, y que resultan ser obras de una alta calidad literaria. Efectiva división de la película en episodios, para darle mayor autenticidad, empieza de manera abrupta, como si la cinta estuviera a mitad de metraje y no al inicio. Capítulos bien estructurados que narran linealmente el proceso de Leduc desde su inicio como escritora hasta la llegada de su primer best-seller.
Emmanuelle Devos es la culpable de conseguir que el espectador se sienta atrapado por la personalidad de la escritora. Devos se mimetiza en ese torrente de genialidad que fue la autora de novelas como ‘La asfixia’ o ‘Estragos’ y que contemporáneos suyos como Maurice Sachs, Simone de Beauvoir, Jean Genet, Albert Camus o Jean-Paul Sartre supieron ver. La actriz transmite esa sensación de ser poco agraciado al mirarse al espejo, de no quererse a uno mismo, de depender emocionalmente de otros, de buscar incesantemente la pasión. Devos retrata a una Violette Leduc con don de la escritura que supo utilizar para poder sobrevivir a una vida desgraciada, en parte provocada por ella misma. Muy destacable también la intervención de Sandrine Kiberlain (a la que se le pudo ver recientemente en ‘9 meses…de condena’) en su papel de Simone de Beauvoir. La intérprete enseña a una mujer independiente, que brilla con luz propia. Una intelectual que apoya a Leduc para que continúe con la escritura porque cree en ella y que su obra servirá de referencia y liberación para la mujer de la época. Acertado retrato de la filósofa francesa donde Sartre es la gran sombra detrás de la gran imagen que representa De Beauvoir.
‘Violette’ cumple sobradamente con tres funciones: Dar a conocer a la personalidad vanguardista pero marginal, ensombrecida por el triunfo de terceros; demostrar que las pioneras que se atrevieron a cruzar fronteras prohibidas provocaron la concienciación sobre diversos asuntos morales que condenaban a la mujer de la época; y provocar curiosidad al espectador para conocer más a fondo la obra de la escritora. Una cinta elegante, empática pero no condescendiente. Martin Provost vuelve a acertar en esta obra donde se muestra el retrato de una mujer adelantada a su tiempo.