Casi tan brutal como la realidad histórica que aconteció en 1965, así es ‘Selma’. La película dirigida por Ava DuVernay, nominada en los Oscars en la categoría de “Mejor Película”, recuerda no solo a Estados Unidos, sino al mundo entero, un momento histórico que cambió el sentido y la marcha de los derechos civiles universales más básicos.
El largometraje que presenta esta lucha es, en este caso, algo largo. En muchas ocasiones la película tiene un desarrollo tan lento y tranquilo que parece estar parada. Esto quizá sea debido al carácter de los propios personajes, a su interpretación, que aunque bastante buena, carece de vitalidad en gran parte de ellos. Con esa falta de vitalidad me refiero al entusiasmo, al reflejo de sentimientos… la ira, la frustración, el deseo de cambio se muestra no con gestos, miradas o tensas situaciones, sino que lo hace, únicamente, a través de la palabra, y aunque esto último es algo vital en el relato de una película, nunca llega tanto al espectador como las emociones que pueden destilar sus protagonistas.
Uno podría pensar que una película con estos tintes aprovecharía ese factor emotivo para conseguir atraer al público, y a excepción de lo ya mencionado con respecto a esa primera impresión en algunos de los personajes que hace que no lleguen a encajar, lo consigue. Selma es fatídica, violenta y real, muy real. La precisión histórica es remarcable en casi todo el guión. Cuando vemos una película basada en hechos reales siempre nos preguntamos cuanto de verdad hay en ella, si lo que vemos ahora en pantalla fue así realmente, o si por el contrario, las licencias artísticas de guionistas y director nos hacen perder lo verdaderamente importante de los acontecimientos narrados. En ‘Selma’ este aspecto está muy cuidado, las escenas se acercan de forma veraz a la historia, y eso es lo que hace que sea brutal, violenta y nos conmueva tanto. Los golpes, tanto físicos como emocionales e intelectuales los sentimos nuestros, porque de repente comprendemos que lo que estamos viendo no es “ficción” o al menos, no lo fue en su día, y esas escenas violentas de palizas y persecuciones policiales que vemos de forma segura desde nuestras butacas, alguien las vivió, padeció y llevó a cabo, porque no olvidemos, se muestran las dos caras de la moneda, la de aquellos que luchaban por poder ejercer su derecho a voto sin ser agraviados por el color de su piel, y aquellos que usando la “superioridad moral” que su tono de piel supuestamente les ofrecía, aprovechaban.
Lo único que quizá podríamos criticar históricamente hablando, es como se presenta en la cinta la relación entre Martin Luther King y el por aquel entonces presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson. Ciertamente todo movimiento o acción de un gobierno tiene siempre un trasfondo político e interesado, y esto no fue menor en este caso, no debemos olvidar que la primera potencia mundial se encontraba inmersa en el conflicto de Vietnam, mientras que en su propio territorio se fraguaba una batalla por la igualdad. La película nos muestra la cara de un L.B. Johnson, que únicamente intenta salir airoso de una situación compleja debido a las cercanas elecciones a la presidencia. Durante gran parte del visionado, la impresión que tenemos de este presidente es la de una persona que solo mira por su mandato, y que intenta buscar, en muchas ocasiones por la fuerza, una estabilidad ficticia, y es aquí donde encontramos uno de los pocos fallos que tiene ‘Selma’. La relación entre ambos personajes fue más que buena, grandes cosas se consiguieron a través de esta alianza entre King y Johnson, y eso es algo que el guión sacrifica en pos de conseguir poner al publico de parte de su protagonista principal, un público que pienso, se siente más que vinculado y unido a él, porque la cinta es capaz de compartir y transmitir la carga que supone para King liderar este movimiento, sobre todo, después de lo acaecido en Alabama. Además se dibuja al dirigente del mundo libre como una persona que no es capaz de ver más allá del siguiente movimiento en el tablero, cuando la realidad es, o mejor dicho, fue, que Johnson supo jugar muy bien sus cartas, y aprovechó en cada momento las complejas circunstancias que tenía ante él.
Dejando atrás los aspectos históricos más puros, no podemos olvidar mencionar ciertos aspectos, que en el film, están muy conseguidos. El vestuario y la ambientación general de la película nos transportan rápidamente a la década de los 60, nos introducen en la opulencia de la Casa Blanca y del gobernador de Alabama, al que da vida Tim Roth, la cual contrasta con las escenas hogareñas de los protagonistas. Se pone de manifiesto la opresión racial en todo momento a través de la fotografía junto a un cuidado guión, esto sobre todo, lo hace a través de la figura de Coretta Scott, la esposa de King quien a pesar de tener un papel mediano deja en nuestro subconsciente algunas de las reflexiones mas poderosas de la película, y por supuesto, el protagonista indiscutible, M.L. King, al que da vida David Oyelowo, que cuenta con unos poderosos silencios y magníficos discursos que marcan la narrativa de toda la producción.
‘Selma’ es una de esas películas que no deja indiferente, en este caso, no porque trate un tema de rabiosa actualidad del que todos tenemos una opinión, pero porque es un recuerdo real y veraz de una realidad que muy a nuestro pesar aun sigue existiendo, si bien, no es bajo esos mismos términos. El racismo no está erradicado y ‘Selma’ nos recuerda que la lucha por la igualdad es sacrificada y brutal, pero nos muestra también que el cambio es posible.
Os dejamos con la otra nominación a los Oscars de esta película, Mejor Canción Original: ‘Glory’ por John Stephens y Lonnie Lynn, canción que pone el broche a esta gran producción.