—Tim, ¿qué nos traes hoy?
—Plastilina en stop motion. Un esqueleto vive en un pueblo de monstruos, llamado Halloween, y se enamora de un pueblo que se llama Navidad.
—Un poco raro, ¿no?
—Espera a lo mejor. El esqueleto captura a Santa Claus y decide disfrazarse de él para repartir regalos en Navidad.
—Un esqueleto vestido de Santa. No sé. ¿Lleva cuero?
—No, no lleva cuero. Es arriesgado, lo sé, por eso no voy a dirigir la peli. Pondremos a Henry Selick, por si fracasa.
—¡Contratado!
[Conversación ficticia entre Tim Burton y amable señor de Walt Disney]
Aunque Tim Burton no fue el director de ‘Pesadilla antes de Navidad’ (Tim Burton’s The nightmare before Christmas, Henry Selick, 1993), su esencia empapa su hora y cuarto de metraje. Según cuenta Henry Selick (James y el melocotón gigante, Los mundos de Coraline) en esta entrevista, a Burton nunca le divirtió mucho dirigir stop motion, porque se ponía nervioso estando sentado mucho tiempo en el set de rodaje. Debido a esto, en 1990 fue con la proposición de dirección a Selick, dándole confianza y libertad para rodarlo, y quedando Burton como productor y coguionista del mediometraje. Fue el mismo año que se estrenó ‘Eduardo Manostijeras‘ (Edward Scissorhands, 1990) y la Warner estaba pensando en darle luz verde para ‘Batman vuelve‘ (Batman returns, 1992), por lo que andaba bastante liado como para meterse en el proyecto de Jack Skellington (Chris Sarandon – voz). El rodaje duró unos tres años y medio. Para cuando se estrenó Pesadilla antes de Navidad, Burton estaba metido de lleno en el rodaje de Ed Wood (Ed Wood, 1994), su homenaje personal al que ha sido calificado como el peor director de la historia del cine.
¿Por qué la esencia de Burton empapa la cinta? Porque se vuelven a repetir bastantes símbolos que ya ha ido utilizando hasta entonces. De hecho, ‘Pesadilla antes de Navidad’ es el trasfondo desde el que parte su simbología. La idea original fue suya, a partir de la reescritura del poema Twas the night before Christmas, de Clement Clarke Moore (1822). Este poema es el culpable de la existencia de Santa Claus/Papá Noel, pues convierte a San Nicolás, patrón de los niños, en un señor que va repartiendo regalos a los niños por las chimeneas en Navidad. Para Burton, un mundo donde hay Navidad posee bondad, alma y, lo más importante, vida. Su idea fue establecer otro mundo paralelo, donde existe la maldad, no hay alma o esencia y no posee vida. Y ¿qué festividad es la más icónica para ello en Estados Unidos? No hay que darle muchas vueltas. Es Halloween. La idea de Burton surgió en 1983, antes de ‘Bitelchus‘ (Beetlejuice, 1988), ‘Sleepy Hollow’ (Sleepy Hollow, 1999) o ‘La novia cadáver’ (Corpse bride, 2005), pero la película no se estrenó hasta diez años después. Esto significa que su universo prehistórico de contacto entre vivos y muertos ya lo esbozó antes de empezar con su filmografía. Por tanto, podríamos establecer que ‘Pesadilla antes de Navidad’ es un bestiario burtoniano, una enciclopedia que tardó una década en publicar.
En esta enciclopedia encontramos a todos los monstruos clásicos, a saber, hombres lobo, vampiros, brujas, momias, una cosa del pantano similar a un tritón y algo parecido al Doctor Jekyll, con varias personalidades. No podemos olvidarnos de su clásico favorito: el monstruo de Frankenstein, que aquí son el Doctor Finkelstein (William Hickey – voz) y Sally (Catherine O’Hara – voz), una mujer cosida a partes, con hojas de árboles rellenando su interior. Pero hay más. El alcalde del pueblo tiene dos caras, una alegre y vivaz y otra blanca y triste, como cadavérica; hay un niño gordo vestido como el pequeño Pugsley Addams, de La Familia Addams; una estatua de El grito en el cementerio; el monstruo del saco, relleno de bichos; unos niños diabólicos con la sonrisa del Joker (Jack Nicholson); y una criatura maligna que no podía faltar en la historia: un payaso. Si los monstruos clásicos son su mayor admiración, los payasos, como ya hemos intuido en películas anteriores –en realidad, en todas-, son su horrible obsesión. Por último, la marca de la casa, que da pie a la futura historia de ‘La novia cadáver’: un romance paranormal. En este caso, el romance ocurre entre Jack Skellington, el esqueleto parlante que se disfraza de Papa Noel, y Sally, la muñeca de trapo rellena de hojas. Una gran ambigüedad recorre este romance, porque Jack reitera varias veces que está muerto, mientras que a Sally le ha dado la vida el Doctor Finkelstein, pero está claramente muerta. Hablamos de un esqueleto muerto que vive como un vivo y de una vida creada en la misma muerte, que también vive como un vivo. Enrevesado, ¿verdad?
Sea como sea, Jack, vestido con un traje de rayas, muy parecido al de Bitelchus (Michael Keaton) y Max Shreck (Christopher Walken), se cansa de la fiesta de los muertos y llega a parar al mundo de Navidad. Allí conoce la existencia de Santa Claus, al que confunde con Santa Clavos (Santa Claws – Santa Garras). Le gusta tanto aquel mundo que decide ocupar su lugar, en parte, para encontrar el sentido a su existencia. Pero todo sale mal, pues los regalos construidos por monstruos muertos van a parar a niños vivos que desconocen el mal -de nuevo, ese contacto entre dos mundos-. Entre los regalos desvirtuados, Burton nos cuela otro detalle curioso. Los niños con pijamas de Mickey Mouse y del Pato Donald reciben unos Mickey y Donald corrompidos y malignos, pero que evocan mucho más a Catwoman (Michelle Pfeiffer) y el transporte anfibio de El Pingüino (Danny DeVito). Santa Jack es atacado en el trineo al ritmo del leit motiv de Batman (Batman, 1989) y decide ir a buscar al verdadero Santa. Al final, Santa Clavos consigue escapar de Oogie Boogie, el hombre del saco (boogie man), y salvar la Navidad. Este hombre del saco está hecho de bichos, pero, a diferencia de los habitantes de Halloween, no parece haber sido ninguna persona antes. Es un mensaje esperanzador para los niños que vieron la película, pues puedes identificarte con cualquiera de los monstruos simpáticos del pueblo, que algún día fueron personas, pero sabes que el hombre del saco no es nada más que maldad y bichos. Además, acaba muriendo.
‘Pesadilla antes de Navidad’ es ya un clásico consolidado de Halloween, que resiste inmutable el paso del tiempo. Es quizá la obra de Tim Burton que menos trabajo suyo tiene, pero con el pedazo más grande de su alma impregnado en ella. Es la hora y cuarto de metraje más recomendada para entender su cine e influencias, pues es un compendio que ahorra al espectador meses de películas, libros y pinturas que conforman su personalidad. Por último, con ‘Pesadilla antes de Navidad’ se asienta una continuidad que veníamos apuntando en todas sus películas, y que estudiaremos más a fondo al final de este especial. Esto tiene que ver con el protagonista, que va a poseer siempre rasgos similares. En las películas anteriores os comentaba que el personaje protagonista, un tipo que parece no encajar en su mundo, podría ser un reflejo del mismo Burton. Siempre ha habido ligeras similitudes, pero, a partir de ahora, ¿podría tratarse siempre de un mismo personaje en diferentes etapas de su vida? Y, este romance inter-mundos, ¿podrían ser dos amantes intentando reunirse a lo largo de su vida y muerte, sin importar qué obstáculos encuentren?
Ya veremos. De momento, dejamos pendiente ‘Ed Wood’ para la próxima entrega.