En Magazinema no pasamos por alto ‘Glow’, cuya primera temporada fue toda una sorpresa el verano pasado. Con su segunda temporada, estrenada en Netflix el 23 de junio, la serie se afianza, demostrando que es una de las comedias (con pinceladas dramáticas) más originales e inteligentes de la televisión actual. GLOW son las siglas de Gorgeous Ladies Of Wrestling, y se basa en un programa de televisión de los 80 auténtico. Si tenéis curiosidad, en el documental ‘GLOW: The Story of The Gorgeous Ladies of Wrestling’ se explica la historia verídica de estas mujeres que en los años 80 fueron luchadoras tanto literal como simbólicamente.
Como sucede con ‘Orange Is The New Black’, con la que comparte algunas similitudes, el reparto femenino de ‘GLOW’ destaca por su diversidad. Jenji Kohan, creadora de la primera, es productora ejecutiva en esta segunda. Ambas series tienen personajes femeninos poco convencionales, que no representan ningún ideal y, por tanto, se alejan de ser arquetipos perfectos.
‘GLOW’ es entretenida y a medida que avanzas, se hace más interesante. La premisa atrapa desde un principio. La serie cuenta la historia de un grupo de mujeres, en los años 80, que hacen lucha libre en un programa televisivo de lucha libre femenina. Lo realmente meritorio es convertir un escenario mayoritariamente masculino en un espacio de empoderamiento femenino (una transgresión digna de alabanza). La vida privada de todas estas mujeres está incompleta, con sueños frustrados. En el ring, las inseguridades y los miedos se transforman en algo positivo, sintiéndose así mujeres poderosas e invencibles. Dicho de otra forma, aunque la lucha libre como espectáculo pueda parecer absurda, es el vehículo que utilizan las protagonistas para notarse fuertes, ya que cuando están en el cuadrilátero reciben en forma de aplauso el cariño del público, que las idolatra. Pese a que los roles que interpretan sean estereotipos sexistas y racistas, paradójicamente allí arriba se liberan de los límites impuestos por una sociedad que las ha ninguneado. Esto es lo irónico: a través de algo falso, experimentan un cambio real.
Lo interesante en esta gran producción, ambientada estupendamente en los años 80, es que indaga en el pasado de cada una de las mujeres, para entender lo que hay debajo de las apariencias. Porque detrás del maquillaje, los trajes de látex, la puesta en escena recargada, la purpurina, los colores neón, el humor absurdo, de una manera muy natural y a través de la narración, se tratan cuestiones identitarias, raciales, de género, igualdad, sexismo y feminismo.
En su segunda temporada, que retoma la historia en el momento en el que se quedó la temporada anterior, la serie ha crecido, puesto que se profundiza más en algunos personajes y se incide más en temas como la maternidad, la paternidad, el acoso o el racismo. Por ejemplo, el episodio 5 es excelente, porque trata sin tapujos lo que se está descubriendo ahora, a raíz de Harvey Weinstein, respecto a los abusos sexuales.
Tampoco podéis perderos la genialidad del episodio 8 (La gemela buena), un brillante meta-episodio dedicado completamente al programa, es decir, en este capítulo absurdo y verdaderamente divertido se ve íntegramente una recreación de un episodio de ‘GLOW’, la serie que los personajes han grabado con tanto esfuerzo. En él, se parodia algunas comedias cursis y ridículas, y también algunas canciones, de las que sobresale la genial parodia de la canción “We Are The World”. Si lo descontextualizas, aislándolo de la serie, y sin saber lo que estás viendo, probablemente pueda parecerte algo muy malo.
En definitiva, aunque el tono de ‘GLOW’ es deliberadamente ligero e ideal para el verano (en este aspecto se distancia del drama carcelario de Kohan), no podemos obviar lo necesaria que es por los asuntos que trata (y cómo los aborda), demostrando que el entretenimiento también es compatible con la reivindicación.