Existen Días Mundiales e Internacionales para todo: los hay reivindicativos (Día del Trabajo, de la Mujer, del Orgullo Gay), concienciados (del Agua, del Medio ambiente, contra la Desertificación), solidarios (Día del Donante de Sangre, de apoyo a distintas enfermedades) e incluso curiosos (Día del Orgullo Friki). Si hay un Día de la madre y del Padre, la celebración de la familia no podía quedarse sin su día, y según la resolución de las Naciones Unidas A/RES/47/237, esta fecha se conmemora el 15 de mayo.
¿Y para qué sirve esto? Para concienciar de la importancia de esta institución y para que en MagaZinema hagamos un especial repasando algunas de las familias que han hecho historia televisiva. Pero no cualquier familia. Las disfuncionales. Las anti-familia.
De la familia idílica a la familia-pesadilla
La ficción televisiva se ha construido, en general, sobre muy pocos pilares: la muerte, el amor, y la familia. Cuando en los años cincuenta comenzaron a popularizarse entre las clases medias estadounidenses los primeros aparatos de televisión y a emitirse las primeras ficciones, la trama giraba, en su mayoría, en torno a la familia: las relaciones entre sus miembros, sus problemas y las vicisitudes a las que tenían que enfrentarse.
La imagen que se daba de esta institución era idílica, en muchos casos casi de ciencia-ficción. Se trataba siempre de una gran familia tradicional en la que el padre, siempre comprensivo y dispuesto a ayudar, ejercía de guía de su mujer e hijos. Los capítulos se cerraban con una moraleja y los guionistas subrayaban una idea de que la familia eran papá, mamá, unos cuantos chiquillos adorables (cuantos más mejor) y, ocasionalmente, un perro. Esto lo cuenta muy bien el documental America in Primetime (PBS, 2011) en sus dos primeros capítulos, “Independent Woman” y “Man of The House”, donde se explora la visión que las series de televisión han ofrecido a lo largo de las décadas acerca de las figuras del padre y de la madre.
Una de las pioneras de esta manera de entender el modelo familiar fue Papá lo sabe todo (Father Knows Best, 1954-1960), una serie que comenzó emitiéndose en radio y que pasó a la pequeña pantalla de la mano de la CBS. Durante los años sesenta y setenta poco se innovó en este sentido. La Casa de la Pradera (Little House on the Prairie, NBC, 1974-1983) o la longeva Bonanza (NBC, 1959-1973) estaba ambientadas en un pasado cercano, pero transmitían en sus historias “blancas” con los mismos códigos de gran familia que, unida, se enfrenta a todo tipo de problemas. Una versión similar, pero con una doble pirueta al juntar a dos divorciados con sus respectivos hijos que se unen formando una gran familia fue La Tribu de los Brady (The Brady Bunch, ABC, 1969-1974), similar en su mirada tradicional y conservadora de la familia.
Los años ochenta empezaron a introducir algunos cambios, pero en esencia la fórmula de la familia tradicional seguía utilizándose sin descanso, pese a que comenzaban a ser claros los síntomas de agotamiento. Fue la década de Los problemas crecen (Growing Pains, ABC, 1985-1992), La hora de Bill Cosby (The Cosby Hour, NBC, 1984-1992) -una las pioneras en mostrar la imagen de la familia negra-, o Padres forzosos (Full House, ABC, 1987-1995) cuyo el remake patrio (nunca confeso) llegaría ya casi entrados los 2000 con Médico de familia (Telecinco, 1995-2000) o Los Serrano (Telecinco, 2003-2008).
Pero una imagen irreal no puede perpetuarse eternamente, sobre todo porque los espectadores miramos a nuestro alrededor y nos encontramos con la imperfección de nuestras familias. Hay ovejas negras, gente con problemas y odios soterrados.
Así, poco a poco, los guionistas fueron introduciendo aspectos más reales en la imagen familiar de sus historias. Los noventa fueron la década de un progresivo proceso de “desnudar” a las familias de aquello que chirriaba. Roseanne (ABC, 1988-1997), por ejemplo, dio una vuelta de tuerca a las comedias familiares presentando una imagen fácilmente identificable por parte de los estadounidenses medios de los años noventa. Familias con problemas, madres que no terminaban de soportar a sus hijos y, en general, problemas reales barnizados de humor e ironía.
Y, ya casi a finales de los noventa, comenzaron a aparecer versiones de familias con problemas y taras. Se trata de planteamientos donde la autoridad se cuestionaba, donde el amor de los progenitores no era tal y donde la imagen de la familia, por muy rara o alejada de nuestra vida que fuera, tenía más en común con la nuestra que la que se proyectaba en las ficciones de décadas anteriores. Llegaron así Los Soprano o los Fisher de A dos metros bajo tierra, que aunque estaban situadas en entornos extraños (la mafia, el mundo funerario), resultaban mucho más creíbles que las familias idílicas de los años cincuenta y sesenta.
La vuelta de tuerca en este proceso la encontramos en los últimos años (la llamada “tercera edad de oro” de la ficción televisiva), donde las familias disfuncionales son claramente las protagonistas. Hay un punto forzado en estas imágenes y modelos que se nos presentan, pero el planteamiento se nos antoja mucho más interesante.
Imágenes familiares en la ficción televisiva actual
Aunque en los noventa ya hubo algunas series que mostraban modelos de familia que rompían con la imagen idílica anterior, Los Soprano (The Sopranos, HBO, 1999-2007) supuso un cambio en la narrativa televisiva en muchos aspectos y, cómo no, el de la familia.
En Los Soprano encontramos muchos elementos “shakespereanos” que también se observan en ficciones posteriores como Juego de Tronos (Games of Thrones, HBO, 2011-) o Sons of Anarchy (FX, 2008-2014): luchas intestinas por el poder, odios, envidias…
La serie de David Chase jugaba con la duplicidad del concepto para Toni Soprano: la familia tradicional y la familia de los negocios. En ambos casos el protagonista se encuentra sometido a enormes presiones, que ponen en cuestión su frágil equilibrio emocional y su estatus de poder. La figura de Toni es la del típico pater familias que ejerce el control y dirección del grupo, pero el acierto de la serie es jugar con la fragilidad del personaje y con los afectos supuestos pero no reales: así, la madre de Toni conspira para acabar con él, su mujer cuestiona su relación (y finalmente se divorcia) o su sobrino se erige como antagonista.
Un par de años más tarde del estreno de Los Soprano la HBO comenzó a emitir otra serie basada en una singular familia, los Fisher de A dos metros bajo tierra (Six Feet Under, HBO, 2001-2005). La figura paterna desaparecía en el primer capítulo, y la imagen que de las diferentes familias que aparecían en la historia era mucho más rica: los excéntricos Fisher, los tradicionales Díaz, los desestructurados Chenowith… e incluso nuevos modelos de familia como la homosexual como la de David Fisher y su pareja.
Weeds (Showtime, 2005-2012) también presentaba una visión matriarcal de la familia, con una Nancy Botwin (Mary-Louise Parker) que representaba todo menos la imagen de ama de casa tradicional. Los Botwin son un ejemplo más, como en el caso de los Soprano o los Fisher, de familia que se dedican a actividades “diferentes”. En este caso, el tráfico de drogas, y a lo largo de las temporadas las tramas no hacían sino reforzar esta imagen menos convencional de las estructuras familiares.
En esa misma línea se sitúa la (inicialmente) tradicional familia de los White en Breaking Bad (AMC, 2008-2013). Quizá lo interesante del planteamiento de la serie de Vince Gilligan es presentar a la familia como la excusa que desencadena la transformación del personaje de White de apocado profesor a “cocinero” de metanfetamina. La familia es la causa que genera el efecto de transformación del protagonista en su alter ego Eisenberg, pero también el precio que éste paga por entregarse a sus ansias de poder.
También encontramos ejemplos de familias extremas avanzada la primera década de los 2000, en un juego de “más difícil todavía” que sin embargo ha funcionado. Familias extremas son la que planteó en 2006 la HBO con Big Love (2006-2011), en la que el protagonista tenía no sólo una, sino varias familias, porque era polígamo o Modern Family (ABC, 2009-), que presenta, en una sola, la multiplicidad de posibilidades de esta institución.
Un planteamiento que la plataforma Amazon llevó al extremo en una de sus primeras producciones de contenido de ficción, Transparent (2014-), en la que se presenta una de las familias más atípicas de la historia de la televisión (por el momento). El padre de familia Mort, ya pasados los sesenta, decide mostrarse ante sus hijos como realmente es. Tras años en el armario decide contarle a sus hijos que es transexual.
Los caminos de la ficción televisiva seguirán transitando por los mismos temas que han funcionado a lo largo de las décadas. Solamente irán refinando o reconfigurando los puntos de vista y las posibles realidades en torno a instituciones como la familia. ¿Cuál será la nueva “pirueta” argumental en torno a ella?