– Pero, ¿qué es la felicidad? – Preguntó Giovanni.
– No tengo ni idea. – Murmuró Campanella.
– Campanella, vamos a ser fuertes. – Dijo Giovanni, respirando fuertemente con los ánimos renovados.
Con este fragmento de un diálogo de los protagonistas de la novela ‘El tren nocturno de la Vía Láctea’ de Kenji Miyazawa comienza ‘La isla de Giovanni’, la nueva película de Mizuho Nishikubo. Se trata de la última producción del estudio japonés de animación Production I.G., creador de obras como ‘Ghost in the Shell’, ‘Book Girl’ o ‘Una carta para Momo’. Esta factoría japonesa sigue la estela que inició en 2008, cuando estrenaron ‘The Sky Crawlers’, creando largometrajes diferentes a lo visto en la producción de animación japonesa. Desde el triunfo de obras de Studio Ghibli, de corte más autoral, los otros estudios japoneses se han puesto las pilas ofreciendo obras con encanto y alejadas a las producciones adultas de ciencia ficción.
Basada en hechos reales. Recién finalizada la Segunda Guerra Mundial, la isla japonesa de Shikotan fue invadida por la Unión Soviética. Esta isla pertenece a otras cuatro (Etorofu, Kunashiri y las Habomai) que actualmente Rusia tiene como parte del Óblast de Sajalín. Con motivo de la derrota de Japón en el conflicto, la URSS consiguió recuperar los territorios invadidos por Japón, además de anexionarse las islas japonesas mencionadas. En ‘La isla de Giovanni’, se narra la historia de Junpai y Kanta, dos niños que viven con su padre y abuelo en Shikotan y que serán testigos de la invasión soviética y, posterior, forzado destierro de los ciudadanos del lugar.
Las vivencias de la ciudadanía japonesa durante los horribles sucesos de la II Guerra Mundial han sido mostradas en múltiples obras de animación como ‘Hiroshima’ de Mori Asaki o ‘La tumba de las luciérnagas’ de Isao Takahata, esta última considerada como una de las películas con mayor mensaje antibelicista de la historia. Esta propuesta de Production I.G. trae un relato atípico, se muestra esa otra cara de la derrota. Poco se ha hablado de la invasión rusa en el norte del Japón. La forma en que el guion de Shigemichi Sugita y Yoshiki Sakurai narra estos sucesos es con una mirada infantil, inocente, tal y como haría un niño como Junpei. Con lo cual, las situaciones trágicas y dramáticas quedan suavizadas por enfocarlas desde esa perspectiva, aunque no por ello se aligera la carga emocional.
La animación es de una estética sencilla, hecha de forma que recuerda a un antiguo cuadro de acuarelas. Los trazos suaves y los colores pastel ayudan a dar esa impresión de crónica de la vida de un niño. Se agradece que se apueste ante este tipo de animación tradicional. Las referencias al libro de Miyazawa se entremezclan con el relato, predecesora de la inmortal ‘El princito’ de Antoine de Saint-Exupéry y comparada con esta maravilla francesa, dándole al espectador un soplo de aire para poder aguantar los hechos mostrados.
‘La isla de Giovanni’ resulta menos cruda que ‘La tumba de las luciérnagas’. Sin embargo, esto no quita que se esté ante una gran y emotiva producción que muestra una de esas realidades desconocidas de una guerra que dejó traumáticas consecuencias que todavía siguen en la actualidad. Esta obra de Production I.G. es una experiencia de necesario visionado histórico que no cae en sensiblerías baratas y que, con su estética austera y amable, es un canto a la paz, a la ruptura de barreras culturales y un alegato al diálogo como resolución de conflictos.