Hoy día estamos acostumbrados a ver las escenas extra, o los montajes del director meses después de su estreno en cines. No pensamos en ello como una forma de censura por parte de las productoras, pero de alguna forma es así.
La censura en el mundo de cine ha existido desde el momento en que el cine tal y como lo conocemos, fue desarrollado. Creación y censura han convivido en Hollywood desde que en 1896 Edison grabase ‘The May Irwin Kiss’. Con tan solo 47 segundos que dura la cinta se desató la tormenta moralista, y la primera campaña contra el cine como medio de expresión comenzó a gestarse.
Para poder comprender las ramificaciones que en este artículo se presentará debemos intentar dibujar la sociedad estadounidense de comienzos del pasado siglo.
En 1910 el número de salas de cine llegaba a las 10.000. Normalmente ubicadas en los bajos de los edificios, mal ventiladas y con una pésima iluminación, las salas de cine atraían a un público muy variado. Junto a estas salas de cine, las salas de baile, bares y prostíbulos atentaban según cierta parte elitista de la sociedad contra la vida familiar, instando esta parte de la sociedad al gobierno a proteger los valores morales tradicionales.
Para esta minoría social, el temor a que los más jóvenes aprendiesen o se dejasen influenciar por la moral mostrada en la gran pantalla, era tan grande que algunos clubs de mujeres, organizaciones religiosas y otras de carácter civil se unieron para crear un grupo denominado “los guardianes de la moral pública”. El segundo paso que dieron para librar a la ciudadanía de esos vicios y males que sólo las películas podían aportar, fue crear una comisión contra el vicio en la ciudad de Chicago, algo bastante irónico si nos paramos a pensarlo. La labor de esta comisión sería la de vigilar, no solo las salas de cine, sino las heladerías y otros lugares de reunión, intentando evitar comportamientos inadecuados para sus estándares morales.
En 1909 el Departamento de Policía negó la licencia de exhibición a dos películas inspiradas en forajidos del Oeste, algo que nos hace ver un poco la situación que se vivía, pero la polémica ya llevaba un año en las calles de Nueva York, desde que el alcalde de la ciudad, cediendo ante la presión de un grupo de religiosos cerrase 500 salas de cine en la Gran Manzana.
Los ataques no iban a cesar, por lo que Hollywood se vio obligado a lavar su imagen, mejorando la calidad de las salas de exhibición e intentando no “atentar” contra la moral.
La solución llega en forma de consejo de censura cinematográfica. En él, voluntarios visionaban las películas antes de su proyección y decidían que escenas podían herir la sensibilidad del espectador y por lo tanto debían ser eliminadas o modificadas. Todos los miembros de la MPPC (Motion Picture Patents Company) aceptaron someter sus películas a esta revisión. Para evitar estos consejos de censura que fueron instaurándose por todo el país, la industria optó por la censura previa dentro de sus estudios. Todos los esfuerzos fueron vanos, en cuanto salió a la luz el estilo de vida de los actores y actrices, y los escándalos en torno a alcohol, drogas y sexo se sucedieron, la reputación de Hollywood no tuvo salvación. La Meca del cine pasó a ser sinónimo de pecado.
A comienzos de la década de los 20 los productores americanos se asociaron en la MPPDA (Asociación de Productores y Distribuidores de Cine de América), que agrupaba a veintitrés empresas, entre las que se encontraban las ocho grandes productoras. Nació para encarrilar a las grandes estrellas y establecer un código de comportamiento.
¿Qué fue el Código Hays?
El código Hays fue el reglamento vigente desde 1934 hasta 1968 para la creación de películas siguiendo un código moral que fuese aceptado por toda la sociedad, evitándose así posibles problemas en el momento de la proyección y evitando gastos innecesarios debido a retoques impuestos por los consejos de regulación.
El encargado de desterrar la inmoralidad de las producciones cinematográficas fue William Hays, uno de los principales miembros del MPAA (Asociación Cinematográfica de América), de quien el código recibió su nombre.
Gracias a la fórmula Hays los estudios se comprometieron a enviar a su oficina todos los textos literarios y teatrales, para que allí se estudiase la posibilidad de trasladarlos al cine. Esta fórmula del año 1924 se complementó en 1927 con ciertas prohibiciones basadas en la moral, lo patriótico y lo religioso. Os dejamos algunas para que podáis haceros una idea de la sociedad y su pensamiento en aquella época.
- Hacer uso sacrílego de la palabra de Dios
- Desnudez e insinuación
- Tráfico ilegal de drogas
- Perversiones sexuales
- Mujeres blancas como esclavas
- Escenas de higiene sexual
- Escenas de parto
- Burlas contra la Iglesia o sus sacerdotes
Tras estos primeros pasos, se aprueba definitivamente en 1934, el Código Hays, que contuvo las prohibiciones mencionadas anteriormente y otras muchas.
¿Cuáles eran los objetivos de este código? Entre otros, Hollywood intentó prevenir y reprimir escándalos, mejorar la calidad de las películas, establecer mecanismos de autocensura y eliminar conflictos entre países por el contenido del filme.
Este código terminó siendo aceptado por toda la industria, pero no podemos olvidar mencionar que, directores y productores se encargaron de sortear muchas de estas restricciones, y junto a esto, la imaginación de los espectadores hizo el resto, dejándonos escenas inolvidables de lo que en aquel entonces se consideraba dudosa moral.