`La lección´, Odio llama a odio (Deakla Keydar, 2022)

Un profesor de un instituto israelí ha pasado su vida profesional tratando de instruir a su alumnado de Educación Cívica en libertad de pensamiento y pensamiento crítico. El docente les anima a compartir sus experiencias y opiniones en el aula, pero no espera que sus alumnos utilicen sus debates como púlpito para lanzar soflamas racistas.

Este es el reto al que se enfrenta Amir cuando su alumna Lian, en un ejercicio de clase, improvisa un debate sobre la conveniencia de permitir la entrada de árabes a la piscina de la ciudad, a quienes acusa de retrógrados. A pesar de que Amir ha ido planteando cuestiones racionales y éticas con las que hacer entrar en razón a su contertulia, se le hace imposible contener el discurso de la alumna, quien ha ido haciéndose fuerte a medida que gran parte de sus compañeros la jalean. Una respuesta visceral del profesor, que ataca a la alumna mediante un comentario personal, conducirá a que Lian publique un vídeo en RRSS en el que acusa al profesor de radical de izquierdas y de aleccionarles en sus clases. 

Las causas generalmente están más claras, pero la manera de enfrentarlas presentan interrogantes recurrentes en el tiempo y en distintas partes del globo: cómo contener el discurso de odio en las aulas cuando el mundo virtual y mediático les está lanzando continuos mensajes para la crispación y la polarización; cómo cumplir con el papel de educador e ilustrar en valores democráticos, pacíficos e igualitarios cuando desde fuera del aula les dicen que los están adoctrinando; cómo acabar con el imperio de la opinión para volver a dar credibilidad a los fundamentos, a la investigación y a la razón. En definitiva, cómo educar cuando la educación ha pasado a ser una vieja gloria en la esquina de una fiesta sobre la que las nuevas estrellas se mofan y cuchichean.

`La lección´(o `Zero hour´ según su título original) es una serie audaz porque habla del conflicto árabe-israelí desde una perspectiva diferente: aquí no vemos enfrentamientos violentos en la Explanada de las mezquitas, tampoco soldados abusando de su fuerza en el cruce de frontera ni las penosas circunstancias al otro lado del muro; no hay piedras ni mochilas bomba ni líderes políticos o religiosos… Lo que vemos aquí ocurre principalmente en el plano dialéctico: asistimos al preocupante discurso de una joven con graves problemas de autoestima y el del chico al que quiere impresionar, radicalizado por tener a un hermano víctima del terrorismo; y vemos un entorno socio-político que rinde culto al militarismo y que crucifica al que se atreva a cuestionar este pedestal en el que se asienta el Estado israelí. Amir lo hace y tendrá que rendir cuentas por ello en su vida profesional y personal.

Lo que hace que la serie resulte imprescindible es que es universal y paradigmática del momento en que vivimos. Trata del racismo entre judíos y árabes, pero es extrapolable a cualquier problema de intolerancia. La reflexión podría transmutarse al tema de la catalanofobia, por ejemplo, la homofobia, la transfobia o la negación de la violencia machista en cualquier aula dentro de nuestras fronteras. Por ello, ante el resurgimiento de los fascismos en Europa, el oportunismo se convierte en necesidad.

Y es doblemente interesante porque plantea la cuestión del espejismo de democratización producido por las redes sociales, ya que, junto a la posibilidad de dar altavoz a quienes de otra manera no tendrían medios para hacerse oír, se da la de colocar en un mismo plano de importancia (cuando no en uno mayor) a voces no autorizadas de otras que sí lo están o mensajes falaces y manipulados frente a los verídicos y contrastados.

Y triplemente interesante porque, frente a una parrilla copada por thrillers de asesinatos, hace falta una serie humanista. Un contenido que en lugar de reverberar fórmulas de éxito buceando en la mente de un psicópata, para variar, ensalza a un educador profesional en la figura de un carismático y creíble Doron Ben-David (Amir en la serie) como antídoto ante la propagación del odio. Y lo hace de forma responsable: construyendo a un personaje complejo y humano, que duda y que se equivoca, pero que tiene claro que, a pesar de haber errado en las formas, no puede claudicar ante el fondo del asunto.

Así, Deakla Keydar afronta el debate de la pérdida de autoridad y la deslegitimización del profesorado frente a estudiantes, padres y madres, la propia comunidad educativa y la sociedad en general con un guion inteligente que invita a considerar todas las posturas aunque la tesis de la serie quede clara. Aquí no hay buenos y malos: no se trata de criminalizar a los adolescentes (entendemos que las respuestas que recibe Lian del entorno no ayudan a que se desarrolle de forma plena y saludable). Tampoco a judíos ni a árabes. Lo que hay es víctimas de un contexto, por lo que la serie pretende lanzar un órdago para que reflexionemos sobre en qué tipo de contexto queremos que crezcan nuestros hijos: ¿nos matamos o tratamos de entendernos?

Tráiler de ‘La lección’

¿nos encanta?
Overall
4.3
  • Fotografía
  • Originalidad
  • Interpretaciones
  • Guion
  • Montaje y edición
  • Banda Sonora
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