Crítica de ‘Green Book’ (Peter Farrelly, 2018). La satisfacción de lo sencillo.

Años 60. Cuando Tony Lip (Viggo Mortensen), un rudo italoamericano del Bronx, es contratado como chófer del virtuoso pianista negro Don Shirley (Mahershala Ali), durante una gira de conciertos por el Sur de Estados Unidos, deberá tener presente «El libro verde», una guía que indicaba los pocos establecimientos donde se aceptaba a los afroamericanos. Son dos personas que tendrán que hacer frente al racismo y los prejuicios, pero a las el destino unirán, obligándoles a dejar de lado las diferencias para sobrevivir y prosperar en el viaje de sus vidas.

Linda Cardellini interpreta a la mujer de Tony Lip

La película nominada a los Premios Oscar de este año en hasta 5 ocasiones, incluyendo mejor película, actor (Mortensen) y actor de reparto (Ali), nos cuenta una historia que todos conocemos. No en el sentido estricto de la palabra conocer, pero si en la simplicidad de la misma. Un hombre rudo y «trapichero» se embarca en un viaje de ocho semanas con un sofisticado y refinado artista; y para más inri uno siendo blanco y el otro negro en una época más que convulsa y racista d la historia reciente del mundo.

El primero, Tony Lip, es casi un calco en cuanto al ritmo de vida (y apoyándonos en el mismo barrio también) del padre obrero de ‘Una historia del Bronx’; ese Robert de Niro que se deshacía en intentos de llevar un plato caliente a la mesa y para que todo lo que estuviese en su mano funcionase.

El segundo es Don Shirley; un excéntrico y solitario artista negro cuyas vistuosas manos hacen las delicias de los oídos de un cabo al otro de los EEUU y parte del extranjero; lo que le «obliga» en cierto modo a tener que embarcarse en una aventura tan larga y cansada, como peligrosa para alguien de sus características en pleno 1962. Viajar por el sur de los Estados Unidos no era placentero, y mucho menos cómodo para afroamericanos en aquella época, algo que vemos conforme pasan las páginas del ‘Libro verde’.

Tira esos vasos, anda…

Es un ejercicio difícil hacer una película comédica donde los tintes racistas están al orden del día. La búsqueda de no herir sensibilidades pero contar claramente los menesteres y problemáticas de un hombre negro en la Alabama (por decir uno) de los 60 es un inmenso trabajo que Peter Farelly ha sabido realizar envolviéndolo bajo el manto de los clichés, pero con un toque especial que lo diferencian.

El mundo está lleno de personas solitarias que temen dar el primer paso.

Tony «Lip» Vallelonga

La película se centra pues, en como esa interacción con su nuevo jefe, va cambiando el punto de vista de un Tony Lip y su trato con las personas negras gracias al viaje que mantiene con Don Shirley. Uno de los mayores tópicos del antirracismo es la frase atribuida a Unamuno que reza: «(…) y el racismo se cura viajando.». Pues en este caso, viajar por toda la franja sur de los Estados Unidos en los 60 con un negro en el asiento trasero del coche, que encima es tu jefe, provoca una reacción en Tony.

Quizás sea la compañía que Tony le ofrece a Don Shirley lo que hace que el segundo tome al primero en estima pronto, pero manteniendo ese espacio entre ambos, muestra de respeto y cierto, digamos, temor. Aun así, las escenas de viaje son divertidas, tópicas pero atípicas y con un sentido del humor que araña la elegancia más sencilla. Todo lo que transcurre en el automóvil es el gran atractivo de la película, mientras que las escenas fuera del mismo son un complemento a esos diálogos ricos y enriquecedores que terminan enterneciendo la historia y dotándola de un sentido de la amistad de los más atípico.

¡Poned un plato más en la mesa, hombre!

Una vez demostrada la maravillosa forma de llevar el tema del racismo por el metraje de la película y teniéndolo asimilado, no queda más que disfrutar de la música de Don Shirley, pero sobre todo de la interpretación del dúo protagonista.

Viggo Mortensen es tan rudo como se ve a primera vista, pero su trabajo frente a la cámara denota una calidad riquísima. Si tiene que resultar desagradable parece el típico personaje con el que no cruzarías una palabra y cuando crees que va a explotar te sorprende tomando una decisión acertada… más que normal su nominación.

Mahershala Ali por su parte, es la salsa perfecta para Viggo Mortensen. Cuando su Don Shirley llena la pantalla, lo hace por completo, y su interpretación es más que sobresaliente. Otro que es más que normal que esté nominado.

Vamos, que…

En definitiva; una película preciosa. Su nominación no es más que el resultado de un trabajo bien hecho y llevado de manera asombrosa tanto por la dirección como por los protagonistas.

Una comedia dramática que dibuja una curva ascendente en los labios en todo momento de la película, cuyo cierre es sensacional, y que además dejará ese pequeño y húmedo instante en el lagrimal de toda persona con cierta sensibilidad. Una delicia.

Overall
4.5
  • Realización
  • Fotografía
  • Interpretación
  • Originalidad
  • Música

¿Por qué hay que verla?

La película de Peter Farrelly pone de manifiesto muchas cosas y maneja la amistad entre los protagonistas como el tesoro que en realidad es.

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