Se cumplen 65 años desde que el francés Georges Franju, director de intachables películas de culto y reconocido legado como Los ojos sin rostro, filmara la que se convertiría en su primera pieza cinematográfica reconocida, que a la postre serviría para comenzar a ser considerado como un director cuya ambición doblegaba los pudores y el conservadurismo.
Si bien, Franju se destacó por ofrecer relatos en los que extirpaba el terror más onírico y surreal de la vida cotidiana, haciendo siempre gala de representaciones de una iconicidad y visceralidad potentísimas, el filme al que nos referimos, La sangre de las bestias (Blood of the beast en inglés y Le sang des bêtes en idioma natal), ya atesoraba los atributos que reflejara en adelante durante su filmografía, con mayores formatos de duración, equipos técnicos y producción.
La celebridad de este mediometraje de escasamente 22 minutos, y su trascendencia en la historia del cine, radica en el tenebrismo existencial que conllevan sus imágenes, salpicadas por un fortísimo realismo en la filmación, sin subrayados emotivos ni trucajes, de las mutilaciones y desmembramientos de animales, algunos de ellos vivos, en un matadero. Asumiendo la espontaneidad del estilo documental, la cámara de Franju se mueve entre los operarios de la muerte y los ojos de dolor de caballos, ovejas y terneros.
Con ello consigue un ejercicio de realismo subjetivo aumentado y una expresividad del lenguaje plástico que resulta tan hipnotizador como despreciable. Aquí abajo puedes ver el cortometraje al completo. Advertimos que el salvajismo y la visceralidad de las imágenes pueden herir a los corazones y estómagos más sensibles. Quién se decida a seguir adelante, descubrirá el que es, desde hace décadas, uno de los debuts más ambiciosos de la historia del cine clásico europeo.