El querer ser un director de animación independiente es una tarea difícil en Estados Unidos. Peter Lepeniotis dirige su segundo largometraje, se trata de ‘Operación cacahuete’, que ha venido apadrinado de The Weinstein Company en su distribución norteamericana. Ha sido todo un éxito, a destacar, porque no proviene de estudios como la factoría Disney o DreamWorks.
Basada en el cortometraje ‘Surly Squirrel’, hecho por el propio Lepeniotis en el 2005, y coproducida, y en parte hecha, en Corea del Sur, este país promete ser una de las referencias en el mundo de la animación en un futuro a corto plazo. Su éxito no es ajeno a la cartelera española, ya que se ha convertido en una de las sorpresas en la taquilla nacional convirtiéndose en una de las propuestas de animación más rentables en España.
En el pacífico parque Liberty, una comunidad de animales vive en armonía normalmente. Liderados por Mapache, el grupo de animales busca comida para las estaciones de frío que se avecinan. La ardilla Surly es un miembro marginado ya que no desea contribuir en el bien común sino que busca su propio beneficio. Por un incidente grave que pone en peligro la supervivencia colectiva, Surly es expulsado. En ese momento, Surly decidirá organizar el robo de una increíble cantidad de nueces, para ello contará con la ayuda de su amigo Bunty la rata, pero el plan se les irá de las manos.
Esta propuesta contiene fórmulas clásicas para atraer a su público objetivo: Personajes entrañables, animalitos adorables, chistes y gags fáciles y una animación muy profesional. Y es verdad, ‘Operación cacahuete’ tiene todos esos ingredientes y funciona, pero no aporta nada nuevo. Pese a tener un planteamiento que puede ser un homenaje a las películas de gángster del cine clásico de Hollywood que entremezcla una animación ingeniosa y con un mensaje propio de las producciones de Pixar o del DreamWorks más reciente; su composición decae por apostar sobre seguro y se convierte en un tipo de ‘Vecinos invasores’ o ‘Pompoko’ cambiando la lucha por comida o recuperación del territorio por un atraco.
No es original, sin embargo, su técnica visual está bien hecha, deslumbra y encanta cumpliendo su función. Su punto más fuerte puede residir en los claros oscuros que contiene sus personajes principales. Desde Surly, ese antihéroe accidental que no busca el bien común pero que tampoco desea el mal ajeno, hasta Mapache, el líder de la comunidad de animales y que debe velar por el bienestar colectivo pero con cierto dotes caciquiles. Pero esos puntos de fuertes se diluyen en un desacertado cuerpo. Las escenas de acción son excesivas, restan brillo a los personajes; los gags resultan evidentes; se puede intuir sus últimas escenas; y, para más inri, el uso del, ya desfasado, ‘Gangnam Style’ de Psy al que es mejor poner un tupido velo.
Pese a esto, ‘Operación cacahuete’ resulta un noble intento de viabilidad comercial ajeno a Disney, DreamWorks o la Fox. Ha sido uno de los filmes de animación más rentable del año teniendo en cuento la relación coste de producción y publicidad con recaudación; y esto pone de manifiesto cómo ha sido un 2014 olvidable para las grandes producciones de animación. Puede que no sea un gran divertimento, pero ‘Operación cacahuete’ no engaña en sus intenciones y, teniendo en cuenta producciones menores estrenadas en España como ‘Khumba’ o ‘Las nuevas aventuras de Caperucita Roja’, puede resultar una suficiente alternativa.