Mickey 17, un miembro de la tripulación prescindible enviado a un planeta helado para colonizarlo, se niega a dejar que su clon de reemplazo, Mickey 18, tome su lugar. Adaptación del libro original de Edward Ashton.
Si coges en una coctelera ‘Moon’, de Duncan Jones, la parte de combate de ‘Starship Troopers’ y mantienes el humor de ‘Parásitos’, te sale este interesante trago de Bong Joon-ho. Ojo, porque ‘Mickey 17’ tiene un inicio que resulta soberbio, unos 40 minutos iniciales que van fraguando la historia en sí, puesto que va sentando las bases de la obra completa y sirve casi como prólogo; como una construcción maravillosa del personaje protagonista y de la situación en la que se encuentra el mismo, así como de lectura inicial para entender bien pronto el estilo que tiene esta fábula que el director surcoreano que nos dejó boquiabiertos con ‘Parásitos’ nos ofrece en esta ocasión.
En su segunda incursión en términos de coproducción con EEUU tras ‘Snowpiecer’, ‘Mickey 17’ se siente como una obra interesante y muy madura, utilizando multitud de elementos para centralizar la historia en un hilo conductor bien claro, pero que a la vez emana diversas lecturas muy críticas y con diferentes sensaciones para el público. Bien claro vemos como una dualidad y una trifulca moral para con la ciencia y su uso y utilidad, una muestra también de ver si los medios siempre están justificados en cuanto al progreso de la sociedad. Aquí es donde los desechables tienen todo su poder dentro de ‘Mickey 17’; como personas casi carentes de valor con las que se puede jugar para que el resto de la humanidad pueda estar tranquila y encarar el progreso de determinada manera. Si bien eso ya es argumento más que efectivo para que se nos cuente una historia compleja, podemos añadir una crítica interesantísima a todo el ámbito político y religioso, donde un líder sin éxito anterior tiene un desmesurado ego que le hace tratar al resto como si fuesen de una escala muchísimo más baja. A su vez utiliza todo su poder para ser casi una secta y manejar los hilos a su antojo y deseo.
Como poderosas lecturas de la película ya tenemos con ‘Mickey 17’ un ejercicio que haga pensar. Ahora bien, la película se ayuda de un humor inteligente cargado de instantes que te dejan cerca de la carcajada; ese humor que ya disfrutamos en ‘Parásitos’ y que es obra de Bong Joon-ho gracias a su trabajo en el guion. Ese humor sirve en multitud de ocasiones durante el metraje para que la historia no tenga socavones por los que perderse, y que cuando se nos pueda ir haciendo larga (no olvidemos sus 137 minutos de duración) se sostenga gracias a refinadas líneas de diálogo que, cuanto menos, te sacan una sonrisa.
Lo que resulta una alegría en ‘Mickey 17’ es algo que, aunque ya sabíamos gracias a ‘El faro’, ‘Batman’ o ‘Tenet’, se sigue confirmando: Robert Pattinson lejos de lo que muchos le preveían, que era el encasillamiento, es un actor como la copa de un pino. Sustenta el peso de ‘Mickey 17’ con un personaje complejo, divertido, sensible y que en un instante de la película trabaja con una dualidad más que curiosa y cuyo resultado es, cuanto menos, objeto de felicitación; así pues si algo hemos de disfrutar de la película es, sin duda, su interpretación. Como compañeras de reparto ha tenido a una magnífica Toni Collette, que ha conseguido dar rabia y casi asco a partes iguales, muestra mayor de que su trabajo es muy acertado. También es así la interpretación de Naomi Ackie, personaje que ha pasado por diversas transformaciones durante la película, pero que en todas ellas ha dado muestras de estar haciendo un trabajo maravilloso. Me atrevo a decir incluso que cuando la película podía estar en ese instante de montaña rusa en la que no te estás divirtiendo, un par de escenas suyas hacen que despiertes y vuelvas a disfrutar. Y por supuesto, hay que nombrar a un Mark Ruffalo que no deja de ser un personaje caricaturizado al extremo, histriónico y pasado de vueltas que hace las delicias de todas aquellas y aquellos que queríamos algo de humor en esta película.
Y luego vamos al ejercicio visual. En ‘Mickey 17’, su director Bong Joon-ho nos presenta un mundo visual bello, con un trabajo de efectos visuales y fotográfico más que curioso e interesante. El apartado estético de la nave en la que transcurre la historia parece beber de elementos de clásicos de la ciencia ficción, pero añadidos a la perfección, como si de imanes en la nevera se tratase, para decorar todo lo que vemos en pantalla y que así parezca real. Y luego tenemos el planeta en el que nuestros protagonistas aparecen, ese yermo frío y, a priori, con dificultad para la vida. Este espacio y los habitantes del mismo son una delicia para los amantes de la ciencia ficción.
En definitiva, y a pesar de todo lo comentado, ‘Mickey 17’ es una película correcta. No es nada del otro mundo ni se acerca a lo que ‘Parásitos’ fue en su día, claro, pero a pesar de que conforme va avanzando parece irse abandonando a sí misma en el ruido y en la desinhibición, resulta atractiva visualmente y contiene algunos instantes bastante destacables dentro de su, quizás, excesivo metraje. Es aquí donde detalles se podían haber pulido para intentar hacerla más redonda, pero aun así, disfrutarse, se disfruta muchísimo.
Tráiler de ‘Mickey 17’.
¿Nos encanta?
Overall
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Originalidad
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Fotografía
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Edición y montaje
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Banda Sonora
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Guion
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Interpretaciones