Dijo Kaftka que el gesto de la amargura del ser humano es, con frecuencia, sólo el petrificado azoramiento de la infancia. Palabras simbólicas que en la nueva propuesta de Bennett Miller, ‘Foxcatcher’, toman una relevancia tenebrosa y espeluznante. Ganadora del premio a Mejor Director en el Festival de Cannes y nominada a cinco Premios Oscar, el realizador deja de lado lo que se trabaja detrás de las bambalinas del béisbol para irse a otro deporte, el la lucha libre olímpica.
Mark Schultz es luchador olímpico profesional. Pese a ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984, no goza de la misma popularidad que su hermano mayor Dave, también luchador olímpico y con una medalla de oro a sus espaldas. Con falta de apoyo económico y de patrocinadores, el filántropo y rico heredero de la familia Du Pont, John, le invita a Mark a su finca para proponerle un ambicioso proyecto. El acomodado benefactor desea convertirse en entrenador de lucha libre y tener un equipo potente de cara a los próximos Juegos Olímpicos de 1988 en Seúl. Viéndolo como una buena oportunidad no sólo económica sino también para salir de la sombra de su hermano mayor, el joven Mark acepta.
Algo que sorprende de Miller es su carrera. Con 32 años rodó el documental ‘The Cruise’ y con 38 rodó su primer largometraje de ficción, la excelente ‘Truman Capote’. Seguida de la también notable ‘Moneyball: Rompiendo las reglas’, esta nueva propuesta confirma lo que las anteriores dos películas daban a entender, el cineasta neoyorquino tiene un sello personal característico. Si algo hay en común sus tres ficciones es el estar basadas en hechos reales y, aprovechando esa situación, consigue mostrar los aspectos más oscuros y decadentes de la superficie humana. En esta ocasión, la lucha libre se convierte en una metáfora sobre el fracaso del gran sueño americano y lo efímero del éxito.
Porque en ‘Foxcatcher’ hay una constante sensación de agobio, de presión. Sus imágenes resultan tétricas, apagadas, oscuras. No hay momentos de verdadera felicidad, quizás algún atisbo cuando se ve a la familia de Dave, el hermano mayor. El cineasta crea un triángulo de dependencias emocionales tóxicas y peligrosas. Por un lado se muestra a un célebre campeón olímpico que no tiene el reconocimiento que se le debe, que tiene penurias económicas y que está condenado a estar en un segundo plano debido a la popularidad de su hermano mayor. Por otro lado está un millonario que tiene todo lo que desea pero nunca ha tenido ninguna muestra de amor desinteresado ni siquiera de cariño maternal, un hombre frustrado que sabe, en el fondo, que realmente no es bueno en nada. Y medio del hambre y las ganas de comer está Dave, el hermano mayor, aquél que intentar vivir porque el viento sigue alzándose.
En medio de un halo de crispación, este drama habla sobre la propia existencia del hombre, del ego herido y los anhelos; pero no lo relata en forma de causa-efecto sino en forma de redonda crónica de comedia negra donde los sueños de grandeza se convierten en frustraciones rodeadas de desazón, carencias afectivas y perversos deseos. Y ahí Bennett Miller, un director de orquesta que saca el lado más agobiante de sus actores, que son el gran plato de fuerte de esta propuesta. Tanto Channing Tatum como los nominados Mark Ruffalo y Steve Carell conforma un trío donde la insatisfacción y la necesidad de cubrir carencias crean una bomba de relojería capaz de explotar provocando trágicas consecuencias. ‘Foxcatcher’ es el título ideal para un filme que tranquilamente podría llamarse ‘A sangre fría’, ‘Psicosis’ o ‘El declive del imperio americano’. Un terrorífico relato donde el optimismo no encuentra refugio.