Crítica de ‘Alcarràs’ (Carla Simón, 2022), la universalidad en lo particular

El abuelo ha dejado de hablar, pero nadie de la extensa familia Solé sabe por qué. Como cada verano, en Alcarràs, una pequeña localidad rural de Cataluña, la familia cultiva una gran extensión de melocotoneros. Después de ochenta años cultivando la misma tierra, la familia Solé se reúne para realizar juntos su última cosecha

Hace algunos años tuve el placer de asistir a una openclass con Carla Simón donde dio una charla magistral sobre el proceso creativo (con todo lo que conlleva) de ‘Estiu 1993’, una película orgánica que respira por sí sola. Un film personal, conmovedor, tierno y desgarrador que me acarició el alma gracias a su sincera honestidad, rasgo distintivo de la cinta. A través de ese relato tan personal trataba un tema universal muy delicado (como es la ausencia o la muerte) desde un punto de vista realista, nada artificial ni impostado. Cinco años después de aquella ópera prima, la talentosa directora y guionista catalana, que ha hecho historia al convertirse en la primera directora española que gana el Oso de Oro en Berlín, nos ofrece ‘Alcarràs’, otra joya absoluta de la cual se pueden decir los mismos adjetivos de antes.

Cine de autor lleno de detalles, miradas, silencios, gestos, matices y autenticidad. Un naturalismo poético con actores no profesionales, que no se rompe ni en los momentos más narrativos y dramáticos. En ‘Alcarràs’ todo es espléndido y fluye de una forma natural. Sus personajes se relacionan a través del cuerpo y su gestualidad, y lo sucedido se cuenta de una manera nada explícita. En cada fotograma, se respira pasión por la vida (amor por la tierra), un realismo cinematográfico o mimesis de la realidad que capta la esencia de la misma (con unos códigos melodramáticos manejados inteligentemente). Como en las obras magnas del neorrealismo italiano, es vital que salga a la luz la verdad de la ficción a través de una mirada profundamente bella, pese a que se ponga el foco en la miseria humana.

Fotograma de 'Alcarràs'
Fotograma de ‘Alcarràs’

A través de su historia vemos la desaparición progresiva de una forma de vida (la agricultura en familia ya no es tan sostenible como antes), la inevitabilidad del paso del tiempo, el olvido y el miedo a lo desconocido, la desaparición de lo que un día fue y ya no será. Nos introducimos de lleno en el seno de la familia Solé (la cámara es un personaje más que se mueve invisible), en su coral retrato de sus caras y cruces, y muchos puntos de vista. Todo ello se muestra mediante el prisma de la intimidad de la mirada, la naturalidad de las imágenes cotidianas y la tranquilidad en el tono.

‘Alcarràs’ es muchas cosas: fragmentos de vida, contados por el tembloroso dedo de la memoria; la belleza de lo cotidiano; dilemas morales; la esencia de un microcosmos rural; los distintos prismas y recovecos de la existencia; la claridad en el contar; la fotografía del tiempo, espacio y transcurrir vital; el sacudir de la identidad. En definitiva, un precioso canto a la intrahistoria, sin pretensión alguna, que revela la universalidad en lo particular.

Tráiler de ‘Alcarràs’.

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