Con ‘Bitterbrush’ no solo se viaja al corazón del oeste norteamericano, se vive y se respira el arduo trabajo de aquellas personas que de forma solitaria mantienen uno de los trabajos más tradicionales que pueden recordarse, el del cuidado de ganado. Siguiendo la vida de dos jóvenes que intentan buscar un lugar en un mundo aun dominado por hombres nos adentramos no solo en las dificultades inherentes de la labor que realizan día a día en unas condiciones atmosféricas cambiantes y drásticas sino que nos adentramos en sus sentimientos, sensaciones y las decisiones que deberán tomar para seguir viviendo honesta y orgullosamente consigo mismas.
En las lejanas y escabrosas montañas del oeste estadounidense, dos jóvenes mujeres contemplan el futuro mientras trabajan solas cuidando el ganado.
Hollyn Patterson y Colie Moline, son esas dos jóvenes a las que acompañamos junto a sus doce perros pastores y dos caballos mientras recogen ganado en el remoto y aislado Idaho. Emelie Mahdavian nos muestra como es la preparación de los lugares en los que deben descansar tras interminables jornadas a través de un seguimiento delicado de sus movimientos. Ambas jóvenes se muestran naturales ante la cámara, casi como si no estuviera presente. Adentrándonos en su cotidianeidad escuchamos conversaciones de esas que se repiten por todo el globo cuando dos mujeres jóvenes exponen las dificultades de ser vistas y consideradas para puestos de trabajo para los que están total y absolutamente preparadas pero para los que son obviadas.
Agradecidas por la oportunidad, ambas reconocen con sus miradas y sonrisas lo difícil de la vida que llevan, pero también que no lo cambiarían por nada. Ambas, luchadoras y trabajadoras natas, son conscientes de que la vida que llevan supone una lucha constante contra el sistema, que asfixia a los pequeños productores y ganaderos y así se refleja en sus diálogos y en sus manos.
Un montaje cuidado nos permite conocerlas, aceptarlas y admirarlas, haciéndonos cuestionarnos como estarán ahora, como si de una amistad pasada se tratase. Esa sensación de cercanía pese a lo lejano de sus paisajes y acciones se transmite gracias a una mirada amable e íntima que la cámara es capaz de captar de ambas protagonistas. No hay sensación de invasión de la privacidad, sino más bien de cotidianeidad. Lo que dice en voz más alta este documental es que todas tenemos una historia digna de ser contada, solo hay que tener la paciencia y dedicación de estar con alguien y verdaderamente escuchar.
Los paisajes te cortan la respiración mientras se abren ante nosotras majestuosos gracias a vuelos de dron que ponen de relieve lo vasto de un territorio que se muestra indómito. Esto es lo que verdaderamente es el salvaje oeste. Cambios drásticos de temperatura, montañas cuyas cimas parecen inalcanzables y humanos que se atreven a vivir como uno más con el resto de seres vivos que sobreviven en esas tierras.
Técnicamente admirable por lo complejo del terreno, no deja notar que solo se necesitaron 15 días de rodaje en un verano para ofrecernos un conjunto bello y bien hilado que sigue a estas duchas amazonas con una tremenda sensación de naturalidad, de ser uno más. Habrá fragmentos del documental que te harán sentir el frío en tus huesos, que harán tus ojos vidriosos y otros que te arrancarán una sonrisa de plenitud. Este es ese documental que no sabías necesitabas y que acaba siendo un completo descubrimiento que te asienta los pies sobre la tierra mientras las mujeres en él se muestran valientes, temerosas, atrevidas, divertidas, soñadoras y expectantes ante lo que la vida pondrá en su camino.
Si tienes la oportunidad de verlo, no la dejes pasar. Nosotras hemos podido disfrutarlo en el ‘Almería Western Film Festival‘ y no podríamos estar más agradecidos por la oportunidad.
Tráiler de ‘Bitterbrush’
¿Nos encanta?
Overall
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Fotografía
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Guion
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Originalidad
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Edición de sonido
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Edición y montaje