Craig Gillespie nos trae una fantástica adaptación noir de ‘El patito feo’, la historia de Tonya Harding, una niña con el potencial suficiente como para convertirse en el cisne del patinaje sobre hielo pero cuyas circunstancias vitales se encargaron de dilapidar una y otra vez. ‘Yo, Tonya’ es una de las propuestas más refrescantes del año, nunca antes unos patines habían resultado tan interesantes, no por el lado deportivo de la película, sino por el devenir de su propia protagonista.
Gillespie nos sirve una historia presentada al estilo ‘Bandits’ pero con un tono más macarra ligado al carácter de la propia Harding. Esa relación entre forma, contenido y la fuerza intrínseca del relato en sí son los causantes del éxito de ‘I, Tonya’, todo ello tocado por la magia de la brillante actuación de Margot Robbie, pasando de barbie de Hollywood a actriz top, a tener muy en cuenta.
Robbie es la verdadera artífice del atractivo de un biópic que en otras manos podría haberse quedado en un simple dramón. Después de declarar que se ha hecho productora porque no se va a quedar sentada esperando buenos papeles, decidió producir ‘Yo, Tonya’, pero ahí no finalizó su participación en el proyecto, ya que también se atrevió a protagonizarlo tras afirmar que “no había leído antes nada parecido en mi vida, es probablemente el mejor texto que he tenido en mis manos”. Posiblemente esa sea la razón por la que Robbie este deslumbrante en un papel que le ha valido la nominación como mejor actriz en la próxima gala de los Oscar, entre muchos otros reconocimientos.
‘I, Tonya’ es mucho más que un interesante biópic deportivo, es una historia cuya cara divertida deja entrever la inmensa tristeza de una vida truncada por los peores compañeros de viaje, todo ello narrado por un guion increíblemente inteligente y acompañado por una más que disfrutable banda sonora. Y lo mejor, una Margot Robbie capaz de canalizar todos esos aspectos a través de una fantástica interpretación.