Parece ser que estamos tirando nuestro planeta por el retrete mientras miramos como se consume sepultado por nuestra propia mierda, nunca más cerca de la realidad, estamos ante ‘Una verdad muy incómoda: ahora o nunca’. De contenido argumental totalmente necesario cuyo visionado debería ser obligatorio, ya no para remover conciencias, sino para darnos un último chance e intentar no dejar un vertedero donde vivir a las generaciones venideras.
Hechos irrefutables, datos escalofriantes y previsiones poco halagüeñas narradas con la suficiente seriedad como para conseguir captar algo más que la atención del espectador, todo centrado en la imagen de Al Gore, excandidato a la presidencia de EEUU y conocido activista por la conservación del planeta. Asumiendo que el argumento es impecable y necesario, es en el resto de elementos donde ‘Una verdad muy incómoda’ flojea, su intención es admirable pero en poco más se queda debido a un ritmo anodino que difícilmente despertará las conciencias más dormidas, e incluso carece de la fuerza suficiente como para espolear a los ya creyentes en la causa verde.
Un documental con mucha moral pero poca sangre en las venas, centrado en exceso en la imagen de Al Gore, personaje cuya dedicación no pondremos en duda, pero si su falta de carisma, ya podemos ir haciendo las maletas si él tiene que ser el que levante a la gran masa dormida para que limpie la tierra. Ese no es el único contra, para acabar de anestesiar tan importante mensaje al imprescindible torrente de datos presentados le falta o una gran dosis de épica motivacional, o un tono mucho más apocalíptico, para de una manera u otra conseguir alzar al pueblo contra él mismo, no para exterminarlo, sino para conseguir que pueda seguir viviendo.