La saga lleva años reviviendo con nuevas propuestas que aseguran ser la secuela definitiva de ‘Terminator 2’. Promesas adornadas con palabras baldías y movidas por los vaivenes de la taquilla. Han trazado un rumbo pernicioso que reniega de los anteriores trabajos y agota la paciencia del espectador mientras se aferra a un canon caduco. Sus películas ya no son un acontecimiento llamado a reinventar la ciencia ficción; se reciben con desconfianza y bajo el pensamiento de que será peor que la anterior. Como diría John Connor; si todavía sentís interés por Terminator, sois la resistencia.
El mayor lastre de esta entrega es su anclaje a una fórmula continuista que se rige por el mismo patrón de acción y persecución. Más de lo mismo, pero con otro contexto y nuevos personajes. Son escasos los esfuerzos para reforzar el drama y su desarrollo de personajes se relega a los descansos entre las secuencias palomiteras. A cambio consiguen un ritmo ágil que se mantiene firme hasta los créditos finales. Te podrá parecer muchas cosas, pero esta cinta no conoce el término “aburrida”.
Tiene valentía para ofrecer cosas nuevas en su guion, y algunas son muy interesantes de haber tirado un poco más de ese hilo, pero su tratamiento es anecdótico. Hay giros y sorpresas que no serán bien recibidas entre algunos seguidores; de ese tipo de decisiones que te hacen condenar una película tras sus primeros diez minutos. La trama hace tiempo que dejó de ser diáfana, es el riesgo de introducir viajes temporales; lo mejor es aceptar algunas conveniencias. Hay violencia y sus personajes no tienen filtro; son el claroscuro de todo héroe cásico.
Tim Miller dirige con personalidad las escenas de acción y te hace vibrar con cada golpe. Mantiene un absoluto respeto hacia las dos primeras películas y a sus dos iconos de cartel. Se ha debido de sentir cómodo y aliviado al contar con el respaldo de James Cameron. Uno de sus méritos principales es haber conseguido que esta versión de Sarah Connor sea una representación fiel de su personaje a pesar del salto temporal. Aunque no habría sido posible sin la vuelta de Linda Hamilton. Da igual que salga en una esquina del plano, tu mirada se dirige hacia ella de manera inconsciente. Arnold recibe un nuevo enfoque para su regreso, pero su T-800 no se sentía tan imponente desde ‘Terminator 2’. Si esos dos pilares funcionan, ya tienes más de media película hecha.
Las nuevas incorporaciones quedan diluidas por el despliegue físico de Mackenzie Davis. Por interpretaciones así podemos estar tranquilos por futuras secuelas sin las estrellas de la saga. Gabriel Luna funciona, pero nunca termina de ser una amenaza total. Natalia Reyes, aun correcta en su papel, no consigue ser creíble en determinados momentos. Junkie XL y su composición pasarían totalmente desapercibidas si no sonasen los temas clásicos.
Es un producto muy disfrutable cuya firmeza estriba en su nostalgia, acción y el regreso de caras conocidas, valores que le sirven para situarse como la mejor película desde ‘Terminator 2’. Ahora la saga se enfrenta a la dicotomía entre sobrevivir o morir. Nos enseñaron que nosotros somos dueños y señores del destino, y abrazamos su mensaje con esperanza, pero el futuro de Terminator por sus resultados en taquilla tiene un destino oscuro.