Débiles ecos de un pasado que fue capaz de entusiasmar a los amantes del género de terror, ‘Jigsaw’ es carne de película de sobremesa, siete años después de la última entrega de la saga llega una octava parte tan falta de originalidad como de calidad argumental. ‘Saw’ fue un inteligente golpe de efecto cuya inercia funcionó hasta su tercera parte, el resto de títulos han repetido la misma premisa demasiadas veces con una clara deficiencia de calidad.
Un intento de juego macabro con el que ya no te hará falta cerrar los ojos, su guion no es aterrador, ni tenso y aún menos interesante, era necesario mucho más que nuevas trampitas de tres al cuarto incapaces de sorprender. No hay miedo, no hay sufrimiento, no hay nada, aun así ‘Jigsaw’ no es un producto deplorable pero si olvidable.
‘Saw VIII’ es una fotocopia de una fotocopia de otra fotocopia que consigue desvirtuar la calidad del original, cuando la saga ha perdido toda su fuerza y aun así se decide hacer una octava entrega, no cabe esperar otra cosa que el recuperar la sensación experimentada con el primer título, para ello hace falta un giro de tuerca que te vuelva a enganchar a la butaca, pero nada de ello se encuentra en ‘Jigsaw’, un producto tan básico como vacío cuya corta duración consigue hacerla mínimamente entretenida.