Aquellos que salimos del horno en los 80’s y empezamos a tener vello fuera de la cabeza en los 90’s no podemos concebir el cine sin un nombre como el de Steven Spielberg. Genio fabulador del séptimo arte capaz de transmitir al público auténticas joyas cinematográficas con un ingrediente en mayor o menor medida latente en casi todas ellas, la magia del buen entretenimiento.
Después de sus últimos trabajos uno empezaba a creer que el paso de los años estaba haciendo mella en el talento del director norteamericano. El declive empezó hace una década con ‘War horse’, seguido de ‘El puente de los espías’, ‘Mi amigo el gigante’ o ‘Los archivos del pentágono’, sin ser malas películas ninguna de ellas tenía el inimitable sello Spielberg. Y es entonces cuando llega ‘Ready Player One’.
Un tributo dentro de otro tributo, los personajes hacen constantes alusiones a elementos de los 80 y 90 que harán las delicias de los más veteranos, y por otro lado es una película sobre videojuegos que es un videojuego en sí misma, con un guion en apariencia básico pero en realidad de una complejidad más que trabajada. Este segundo punto únicamente podrá ser entendido por aquellos que hayan crecido o pasado interminables horas pegados a las videoconsolas de distintas generaciones, en ese aspecto las referencias son innumerables y la sensación de goce al verlas fantástica.
‘Ready Player One’ es una regresión a aquellos maravillosos años de tantos y tantas, estudiada al milímetro y notablemente desarrollada, volviendo a aportar lo que había impregnado tantos de sus anteriores títulos, un entretenimiento de calidad repleto de cuidados detalles y una sólida y original historia. Sin estar a la altura de sus mejores creaciones Spielberg elabora una inédita mezcla entre película y videojuego, logrando una fantástica aventura cinematográfica que parece sacada de una videoconsola.