Este martes 18 Sky España estrena ‘Patrick Melrose’, la miniserie inglesa dirigida por Edward Berger (‘The Terror’, ‘Deutschland 83’) y protagonizada por el excelente Benedict Cumberbatch (‘Sherlock’, ‘The Hollow Crown’). Los episodios se basan en cada una de las cinco novelas de Edward St. Aubyn. A lo largo de la serie se nos narrará una saga que empieza en la década de 1960 en el sur de Francia, transita por el Nueva York de la década de 1980 y finaliza en Gran Bretaña a principios de la década de los 2000.
Para que engañarnos, Cumberbatch es el gran aliciente de esta notable tragicomedia con bastante humor negro, donde la tragedia prevalece sobre la comedia. Está soberbio, ofrece un magnífico recital de interpretación, una clase magistral que todo aspirante a actor debería contemplar. Todo gira en torno a su personaje, un aristócrata inglés que lucha contra los fantasmas del pasado, tratando de superar sus problemas con el alcohol y las drogas, surgidos a partir de una infancia cruel y traumática con un padre autoritario, tiránico y estricto (Hugo Weaving), y una madre alcohólica (también espléndida interpretación la de Jennifer Jason Leigh). Es un hombre extravagante y narcisista al que le gustan los excesos: el alcohol, la heroína y la cocaína son su pan de cada día.
El primer capítulo comienza con la mala noticia del fallecimiento de su padre. Él ni se inmuta, está bajo los efectos de la heroína, el espectador no observa aparentemente ningún tipo de golpe emocional. Ese caos externo proviene de la pena, el sufrimiento, el miedo y la rabia que siente Patrick. Las paranoias, los calambres, los pensamientos suicidas, entre otras cosas, son buena prueba de ello.
Los guionistas acertaron en disponer una estructura cimentada en la interposición del pasado y del presente, que permite dibujar muy bien el carácter de los personajes (los flashbacks son muy necesarios para entender la situación actual de Patrick). También en utilizar la propia voz en off del personaje para trasmitir su pensamiento y con la cual el protagonista dialoga, contestando y replicándose. El actor británico es aquí donde evidencia su talento y versatilidad, brindándonos una exhibición de expresiones faciales con las que muestra un amplio abanico de emociones.
Hay escenas de absoluto delirio, fruto de la locura del protagonista, cuyos límites y sentidos quedan difuminados y nublados. Para él, es imposible evitar la decepción (“la salvación se desmorona en cuanto la tocas” es lo que dice por ejemplo en el tercer episodio), y no puede dejar de vivir en el pasado, por más que lo intente. El veneno que gotea generación tras generación siempre vuelve (la lagartija o el escorpión nunca se van). Veremos paralelismos evidentes entre el presente y el pasado en gestos, actitudes y situaciones.
En el fondo, es un caso parecido al de Don Draper en ‘Mad Men’ (si bien con grandes diferencias), en cuya cabecera podemos observar la sombra de un hombre en caída libre, precipitándose desde arriba de un edificio, abocado irremediablemente al vacío. De la misma manera, en ‘Patrick Melrose’ asistimos a la caída libre existencial de un hombre, a su decadencia como cruel espectáculo, atrapado en una espiral de autodestrucción, que le llevará al fondo del pozo. ¿Saldrá o no?
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