Leo y Diana (Daniel Grao y Melina Matthews), una pareja aburguesada, llevan un televisor roto a un punto de reciclaje. Allí conocen a Salify (Babou Cham) y a su hijo Yousef (Adam Nourou), dos chatarreros a los que invitan a su mansión para donarles más objetos. La situación se enrarece cuando descubren que los chatarreros tienen algo que ellos quieren.
El último cortometraje del director de ‘Unicorns’, Àlex Lora, sorprendió en el Festival de Sundance llevándose el Gran premio del jurado a Mejor cortometraje abriendo con ello la posibilidad de visionado en otros muchos circuitos y festivales. Desde que arranca, ‘La gran obra’ te mantiene enganchada a su historia y personajes. No es de extrañar que vaya arrasando como lo hace por dondequiera que pasa.
Es imposible no enamorarse de la estética racionalista de una casa que nos lleva, sin dejarnos margen alguno para hacer lo contrario, a pensar en la cinta surcoreana ‘Parásitos‘. El halo a frágil perfección, como el cristal más fino a punto de estallar, está presente en todo momento gracias a unos elementos muebles que miran por encima del hombro a todo aquel que se adentra en la vivienda donde tiene lugar la acción.
El contraste norte-sur que de forma continua nos sugieren los diálogos, a través del comportamiento de los protagonistas y los elementos que soportan la acción narrativa, es imposible de pasar por alto. Mediante las altaneras y soberbias maneras de los dueños de la casa y el orgullo palpable de los visitantes se construye una tensión que podría cortarse con tijeras si nos atreviésemos a mover un dedo, pero la realidad es que quedamos paralizados y expectantes por lo que creemos está a punto de ocurrir, y esa sensación no desaparece mientras corre el video.
Consigue en menos de veinte minutos hacernos imaginar un buen puñado de finales alternativos haciéndonos partícipes de la narración dando rienda suelta a esos prejuicios que pensamos tener bajo control, pero que relucen, casi de forma vergonzosa, cuando estamos viendo ‘La gran obra’. Se suma a eso una banda sonora que no ayuda a darnos paz mental, sino más bien lo contrario.
Lo que bien podría ser un encuentro casual entre dos familias que se hacen un favor mutuo, termina siendo una pelea de gallos silenciosa o una partida de ajedrez muy ajustada, depende del matiz que quieras darle, para la que solo habrá un ganador. El trabajo de interpretación es clave para generar esa tensión y darle empaque al conjunto. Sobre todo destaca el trabajo de Melina Matthews, que se come la cámara. Cada vez que aparece en plano notamos su presencia, mientras todo lo demás se desvanece a su alrededor. Su sola voz, muchas veces fuera de plano, irrumpe la escena haciendo que la narración coja ritmo y dirección, mostrando en esos momentos perplejidad, ilusión y siempre oportunidad.
Por su parte Daniel Grao y Babou Cham mantienen una lucha de miradas que pretende ser amigable pero que deja entrever nerviosismo, inseguridad y falta de confianza. Algo que vemos trasladado a su postura corporal y la distancia física que en todo momento mantienen.
‘La gran obra’ no necesita de más minutos para ser mejor o dar a entender algo más. Se trata de un cortometraje con entidad en sí mismo. No busca contar más de lo que cuenta y solo sueña con el Tesla rojo o dorado que no pudo ser y que habría supuesto el broche perfecto a una obra bien narrada, con una localización de diez y unos intérpretes imposibles de mejorar.
Si tienes ganas de ver la entrevista con el director, dale al play
¿nos encanta?
Overall
-
Fotografía
-
Interpretaciones
-
Banda Sonora
-
Edición y montaje
-
Guion
-
Originalidad