—Por teléfono me dijo que tenía cualidades especiales.
—Señor Weiss, jamás le he contado a nadie lo que voy a decirle a usted, pero ante todo quiero hacer este trabajo: me gusta vestirme con ropa de mujer.
—¿Es mariquita?
—¡Qué va! Me encantan las mujeres. Cuando me pongo su ropa me siento más cerca de ellas.
—Y ¿no es marica?
—No, soy muy hombre. Hasta combatí en la Segunda Guerra Mundial, pero llevaba ropa interior de mujer debajo del uniforme.
—Me está tomando el pelo.
—Entre nosotros, hasta salté en paracaídas con sujetador y braguitas. Me daba miedo morir, pero estaba aterrorizado de que me hirieran y los médicos descubrieran mi secreto.
—Entonces, ¿piensas que eso te cualifica para hacer mi película?
—¡Sí!
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Las perlas que nos dejó Tim Burton (‘Bitelchús‘, ‘Batman‘) durante los años noventa, como el diálogo anterior, terminaron de consolidarle como único en su estilo, y le valieron el enorme presupuesto y la confianza que llegó a tener en producciones posteriores. En concreto, este diálogo representa cómo Edward D. Wood Jr. (‘Plan 9 del espacio exterior’, ‘La novia del monstruo’) trata de convencer al productor George Weiss para que le permita dirigir su primer largometraje. Tras hacerse amigo de Béla Lugosi, y tras una gran persistencia demoledora, similar a la que puede presenciarse en algunos hombres en discotecas, Wood consiguió convencer a Weiss. ‘Yo cambié mi sexo’ (‘Glen or Glenda’, Edward D. Wood Jr, 1953) fue el resultado de la colaboración Wood-Weiss y de cuatro días de intenso rodaje, que hicieron que el productor perdiera unos cuantos miles y no contara más con Wood.
Lo que más llama la atención de la conversación anterior es que ocurrió de verdad. Ed Wood tenía costumbre de ponerse prendas de mujer desde que era pequeño, e incluso combatió en la II Guerra Mundial con braguitas y sostén. Por ello, cuando se enteró de que Weiss había vendido los derechos para adaptar la historia de Christine Jorgensen –antes George William Jorgensen-, el primer hombre que se operó para ser mujer, se vio más que identificado con el personaje y fue a por todas. Tanto que escribió el propio guión de la cinta, cambiando el ‘Yo cambié de sexo’ original, título que erróneamente se mantuvo en España, por el definitivo ‘Glen or Glenda’.
Como venía siendo costumbre en sus personajes principales –Bruce Wayne, Bitelchús, Jack Skeleton o Eduardo Manostijeras-, el personaje de Ed Wood desentonaba con su entorno. Es el loco que no encaja con el sobrio mundo en el que vive, y que luego suele ser el más cuerdo de la fiesta; ese personaje con una riquísima vida interior, capaz de crear inolvidables epopeyas en su mente; o aquel que más se identifica personalmente con el propio Burton y su forma de ver el mundo. En este sentido, debo reconocer que tanto Wood como Burton son unos genios, aunque cada uno a su modo. Burton ha llegado a escribir, producir y dirigir grandes obras, mientras que Wood fue un maestro sacando adelante sus proyectos y consiguiendo presupuesto de sitios insospechados. De hecho, años más tarde de su muerte, fue nombrado el peor director de la historia.
El Ed Wood que nos muestra Burton se corresponde con el clásico ejemplo motivacional padre-hijo o héroe-fan: «nunca dejes que te digan que no puedes hacer algo. Puedes hacer cualquier cosa que te propongas». Patrañas. Wood veía el cine de un modo tan diferente a miles de millones de personas en todo el mundo, que me aventuro a decir, sin ver todas sus películas, que fue incapaz de rodar algo que gustase a una sola persona. «Por esta película seré recordado», dice un emocionado Johnny Depp (‘Eduardo Manostijeras’, ‘Sleepy Hollow’) durante el estreno de la cinta clave de la carrera de Ed Wood: ‘Plan 9 del espacio exterior’ (‘Plan 9 from outer space’, Eduard D. Wood Jr, 1959). Y tanto que sí. En ella pueden verse partes del decorado que se caen, tomas que necesitan repetirse, mezclas de escenas de día y noche, entradas y salidas de plano de los personajes en direcciones opuestas y contradictorias y escenas recicladas que no habían sido rodadas para esa cinta.
Es bastante fácil romper el frágil hilo que une una película con el espectador. Pues bien, Edward D. Wood Jr. era capaz de demoler ese hilo con misiles nucleares en los primeros segundos de película. Tim Burton, por el contrario, consigue establecer un vínculo directo con el espectador en ‘Ed Wood’ (‘Ed Wood’, Tim Burton, 1994). Aunque me fascine su versión de Batman, debo reconocer que considero a ‘Ed Wood’ la mejor película de Tim Burton. En ella vemos cómo el Burton que fue creciendo durante producciones anteriores alcanza el punto de inflexión en su carrera cinematográfica. Como veremos más adelante, su calidad y frescura fueron perdiendo fuelle en las creaciones que le siguieron.
Para demostrarnos su maestría, y puesto que era mucho más acertado para el género y la época que representaba, eligió con muy buen gusto el siempre difícil rodaje en blanco y negro. La relación entre Johnny Depp y Martin Landau (‘Con la muerte en los talones’, ‘Cleopatra’) como Ed Wood y Bela Lugosi (‘Drácula’, ‘La legión de los hombres sin alma’) respectivamente, es maestra, y tiene enormes paralelismos con la que tuvieron Burton y Vincent Price (‘Vincent‘, ‘Eduardo Manostijeras’). Planos, puesta en escena y banda sonora excepcional convergieron en 1994 con unos Depp y Landau –que recibió un Óscar por el papel- maestros, para crear un biopic magistral. Cuesta mucho pensar que es el mismo director que siete años más tarde rodó la enésima revisión-entrega-reboot–remake–spin off, o como sea que se empeñen en llamarlo para atraer espectadores a las salas, de ‘El planeta de los simios’ (‘Planet of the apes’, Tim Burton, 2001), un despropósito que, aunque me cae simpático, no va a más.
‘Toro salvaje’, ‘Truman Capote’ o ‘Erin Brockovich’ no tienen nada que envidiar a ‘Ed Wood’, biopic para todos los públicos en el que consiguió introducir elementos de su corriente cinematográfica, sin contar con el homenaje entre líneas al gran Orson Wells como contrapunto del desastroso Wood –en este aspecto, véase el paralelismo/homenaje entre los temas principales de ‘Sed de mal‘ (‘Touch of evil’, Orson Wells) y ‘Ed Wood’-. En la cinta no falta su querido stop-motion, monstruos clásicos y la exquisita muestra que nos hace de su doctorado en lenguaje cinematográfico. La guinda del pastel la ponen las pistas que Burton nos deja sobre su próxima producción: la predicción de Criswell (Jeffrey Jones) sobre vida en Marte y los platillos volantes levitando sobre una de sus preciadas maquetas de ciudades. ¿El resultado? ‘Mars Attacks!’.