Anthony (Anthony Hopkins), un hombre de 80 años mordaz, algo travieso y que tercamente ha decidido vivir solo, rechaza todos y cada uno de las cuidadoras que su hija Anne (Olivia Colman) intenta contratar para que le ayuden en casa. Está desesperada porque ya no puede visitarle a diario y siente que la mente de su padre empieza a fallar y se desconecta cada vez más de la realidad. Anne sufre la paulatina pérdida de su padre a medida que la mente de éste se deteriora, pero también se aferra al derecho a vivir su propia vida
Juan Benet en Volverás a Región, novela fundacional en la que están los aforismos o muestras de pensamiento literarios más profundos e inquietantes de nuestra lengua, dejó escrito que «la memoria es un dedo tembloroso». Una sentencia enigmática que recordé mientras estaba viendo ‘The Father’, la estupenda película de Florian Zeller que adapta su propia obra teatral homónima, sobre un hombre de 80 años cuya mente comienza a fallar, desconectando cada vez más con la realidad, al mismo tiempo que su inquilino se aferra al derecho que todos tenemos de vivir nuestra propia vida.
Si ya la vida en sí misma, vista como si se tratara de una película, es un laberinto lleno de contradicciones y ambigüedades, la enfermedad que padece Anthony, quien se niega a que cuiden de él, lo ensancha. Nuestro protagonista, un anciano desmemoriado (un árbol que está perdiendo todas sus hojas, «ese montón de espejos rotos», una taza hecha pedazos, un grifo que gotea, la bailarina que no baila, un reloj perdido y hallado una y otra vez…) está sumido en un permanente laberinto identitario, la fragilidad de su memoria es el eje vertebrador sobre el que se sustenta la cinta, cuyo relato, en consecuencia, es en todo momento fragmentado.
El espectador tiene que dilucidar sobre si lo que ve en pantalla ha sucedido, o está sucediendo, así o no. Si ya de por sí topamos con la inherente imposibilidad que lleva a cuestas todo relato, ya que el contar nunca reproducirá exactamente un hecho, frente a la claridad y linealidad de muchas películas, en ‘The Father’ todo aparece distorsionado y se muestra ambiguo de tal manera que, como el personaje, andamos perdidos en la oscuridad. Esto es un acierto, puesto que directamente somos partícipes del infierno que suponen las tormentas en la memoria. Experimentamos, desde una postura activa, la caótica e incoherente existencia y deconstrucción vital a través de los ojos de Anthony, y su profunda desorientación.
El director francés aborda el asunto de la demencia en la vejez con profundidad, sirviéndose de la titánica interpretación de Anthony Hopkins (uno de los mejores papeles que he visto en pantalla) y la majestuosa Olivia Colman que encarna un personaje con el que empatizas en seguida (el resto del elenco también está sublime). En esta triste, sutil y contundente película, con teatral puesta en escena, no es casual que el nombre del personaje principal, como el del actor, sea Anthony. Otro detalle magnífico es que cuando Anthony, el personaje, dice su fecha de nacimiento, 31 de diciembre de 1937, coincide con la fecha de nacimiento de Hopkins.
Este ejemplo de juego sutil (hay otras metáforas y símbolos a descubrir) nos lleva a la honestidad que desprende ‘The Father’, otra de sus virtudes. Nunca coquetea con el melodrama ni con la hipérbole sentimental. Todo lo contrario, en todo momento se percibe una emoción humana sin artificios, una realidad abordada con tacto, llegando a componer con precisión un angustioso y doloroso laberinto identitario.
Tráiler
¿Pasa el corte?
Overall
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Edición y montaje
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Intepretaciones
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Banda Sonora
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Fotografía
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Guion
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Originalidad
User Review
( vote)A destacar
- La excelencia del reparto, en concreto subrayar la titánica interpretación de Anthony
Hopkins, uno de los mejores papeles que he visto en pantalla. - La honestidad con la que se aborda la demencia en la vejez.
- El espectador experimenta, desde una postura activa, la caótica e incoherente
existencia y deconstrucción vital a través de los ojos de Anthony, y su profunda
desorientación.