El año pasado, ‘Gravity’ se convirtió es una de las experiencias más intensas y viscerales que ha vivido en el cine. Su vanguardismo visual y cinematográfico la convirtió en uno de los clásicos del siglo XXI. El trayecto de Sandra Bullock en el espacio fue una auténtica odisea de emociones y reconciliación con uno mismo. Desde las antípodas llega un viaje interno y sensorial; se trata de ‘El viaje de tu vida’, quinto largometraje dirigido por John Curran.
Basada en hechos reales, narra el viaje de Robyn Davidson, que en 1977 recorrió 1700 millas desde el norte Alice Springs, al norte de la isla de Australia, hasta el Océano Índico en el lado oeste del país insultar. La joven decidió cruzar los desiertos del país acompañada solamente por cuatro camellos y Diggity, su inseparable perra. Para tal empresa tendrá que aceptar la colaboración de la revista National Geographic, que patrocinará su expedición a cambio de que cada cierto tiempo le acompañe un fotógrafo, el reconocido Rick Smolan.
Pese a tener como semejanzas a una solitaria protagonista femenina, ni ‘El viaje de tu vida’ pretende ser una odisea trascendental ni el cineasta ambiciona la magia de Alfonso Cuarón. John Curran es un director académico que, en anteriores filmes como ‘Ya no somos dos’ o ‘El velo pintado’, apostó por solventes diálogos entremezclados con bellos paisajes y espléndida fotografía. Con esta propuesta, prescinde de diálogos y se centra en los silencios que, gracias a las únicas flora y fauna australianas, dan la sensación de pseudo-documental que ayudan a entrar mejor en la mente de la protagonista.
El motivo exacto de la travesía es desconocido pero eso no es lo importante. El significado no es el inicio o el final del trayecto sino de su proceso. Una metáfora sobre la vida en sí. Robyn es una protagonista atípica, un alma atormentada por un triste pasado, evasiva ante la sociedad, atenta con sus mascotas, poco materialista y obligada a aceptar esa parte material en momentos concretos. Como en ‘Hacia rutas salvajes’, de Sean Penn, este viaje vital puede interpretarse como un deseo de vivir de forma nómada y con desapego por los bienes monetarios. Sin embargo, la propuesta de Curran es más amable en su puesta en escena y la intención del viaje no es tan explícito.
Mia Wasikowska está espléndida. En un filme donde el 80% del metraje es la protagonista a solas, resulta una ardua labor conseguir no decaer en ningún momento. La actriz australiana consigue que el público sienta y padezca con ella. No hace falta conocer sus intenciones (aunque unos innecesarios flashbacks se empeñen que querer hacer más digerible a su personaje) para sentirse atrapado con su búsqueda personal. Tras la brillante ‘Jane Eyre’, este papel resulta el más complejo y ambicioso de la carrera de esta joven intérprete. Su partenaire a ratos, Adam Driver, guarda un parecido físico excepcional con el fotógrafo. Es la parte pragmática y social del filme, aquello de lo que la heroína, la llamada Dama de los Camellos, huye.
Es verdad que se echa de menos que al realizador no haya querido anhelar mayor complejidad en su película, apenas roza temas controvertidos como las consecuencias de la colonización en los aborígenes o la abusiva explotación de los recursos naturales en Australia, y se centra en mostrar bellos paisajes dejando el peso fuerte en sus magníficas interpretaciones. Pese a esto, se está ante un bellísimo largometraje, un canto femenino para volver a conectar con la madre naturaleza y abandonar no sólo los bienes innecesarios en la vida sino también los fantasmas del pasado que no permiten continuar avanzando por el viaje de la vida.