El actor Zach Cregger se estrena en la realización con una película que peca de lo mismo que numerosos debuts —básicamente, un afán por demostrar mucho en poco tiempo y con escasos medios—, pero cuyas virtudes invitan a seguirle la pista de cerca.
De ‘Barbarian’ llama la atención una estructura, como en episodios, que remite a una miniserie más que a un largometraje al uso. Dicha opción narrativa se antoja tan hija de nuestro tiempo —el espectador actual, y no me duelen prendas en incluirme, se caracteriza por una atención, cuando menos, dispersa— como proclive a la irregularidad. Así, el tramo que correspondería a un hipotético primer episodio es sin duda lo mejor de la cinta.
Una joven que viaja a Detroit para una entrevista de trabajo alquila una casa para pernoctar. Pero cuando llega a altas horas de la noche, descubre que la casa está doblemente reservada y que un hombre extraño ya se está quedando allí. En contra de su buen juicio, decide pasar la noche allí, pero pronto descubre que hay mucho más que temer que un invitado inesperado.
Las premisas, también de rabiosa actualidad —dos desconocidos se ven obligados a compartir un alojamiento turístico por negligencia de sus administradores—, resultan inmejorables. El prometedor crescendo psicológico y la mezcla de (lógico) recelo y tensión sexual entre Georgina Campbell y Bill Skarsgård empiezan a aguarse a medida que sus protagonistas se adentran en ese sótano laberíntico en exceso. La irrupción de la Niña Medeiros de Detroit conlleva un golpe de timón que, por desgracia, pone rumbo definitivo a aguas mucho más convencionales.
El segundo acto, con el ingrediente #MeToo y un personaje —«tipejo» sería un término más ajustado— rayano en la caricatura —estupendo Justin Long en su rastrera piel—, no carecía de posibilidades. Pero, de nuevo, la querencia de Cregger por la sordidez gore conduce a una resolución demasiado lúdica para lo que demandaba el notable planteamiento.
Nada más lejos de mi ánimo que renegar de la casquería y el despiporre de la serie B, pero creo que cada cosa tiene su momento y que ciertos maridajes son poco recomendables. Asimismo, me parece que el amago de tercer capítulo se queda precisamente en eso, en simple amago, cuando la trama de estética retro y depredador sexual —al insólito Richard Brake el papel le sienta como un traje a medida— merecía mayor desarrollo.
De la macedonia de subgéneros que integra la ópera prima de Cregger conviene quedarse con su sabio manejo del suspense y un indudable talento para la construcción de atmósferas sofocantes. Esperemos que en sus siguientes films deje de lado las travesuras cronenbergianas y se centre en esto último. Su carrera y un espectador algo más exigente lo agradecerán.
Tráiler de ‘Barbarian’
¿Nos encanta?
Overall
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Fotografía
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Originalidad
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Interpretaciones
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Guion
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Edición y montaje
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Banda Sonora
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- Lo mejor: La primera media hora, brillante crescendo psicológico que conjuga desconfianza mutua y tensión sexual con precisión de neurocirujano.
- Lo peor: Las veleidades de serie B. Todo lo divertidas que se quiera, pero le cortan las alas a una historia que podía haber volado mucho más alto.