El cine de historia es tan fascinante como desgarrador, sobre todo cuando nos descubre eventos pasados de los que no teníamos recolección alguna y que en algunos casos cae entre las grietas de los grandes eventos o batallas históricas que si son de conocimiento popular. Cuando vemos ‘A little pond’ descubrimos un pedacito nuevo de historia coreana que nadie debería olvidar pero que muy pocos conocen.
‘A little pond’ narra el trágico suceso de julio de 1950 (en el inicio de la guerra de Corea) conocido como el ‘incidente de Nogun-ri’ en el que el pequeño pueblo de Bawigol se ve obligado a evacuar y buscar refugio por las consecuencias de la guerra.
Gracias a la producción del director Yi Sang-woo, la masacre, sin sentido, como todas las que ocurren en tiempos de guerra sobre población civil, fue dada a conocer al mundo de una forma más directa utilizando como base documental lo investigado y publicado por ‘The Asocciated Press’ el 29 de septiembre de 1999. La cinta comienza como otras tantas, mostrando la idílica vida de quienes viven alejados del ruido y trajín de las grandes urbes.
Así es como conocemos a las gentes de Bawigol, con sus niños chinchándose en la escuela, sus gentes discutiendo dentro de la rutina familiar y, por supuesto, saludando siempre a sus mayores en el centro del pueblo. Esta es una de esas películas que te sorprenden con cada personaje presentado. No solo por la fluidez, que nos hace creer que conocemos a los protagonistas de toda la vida, si no también por la cantidad de caras conocidas que aparecen en escena.
No esperaba ver a Song Kang Ho y, aunque fugazmente, nos lo encontramos. Contamos también con la presencia de Jeon Hye-Jin (‘Stranger 2’), Lee Dae-Yeon (‘Joint Security Area’), Moon Sung-Geun (‘Insider‘) entre otros. Todos ellos y ninguno en especial son protagonistas indiscutibles de esta historia, quizá por eso nos choca tanto verlos. Cada uno de ellos, intérpretes hechos así mismos que iluminan todas las producciones que tocan, se unen en este elenco para dar vida a ciudadanos de a pie que intentan sobrevivir a lo imposible.
El guion no permite a ninguno de ellos destacar sobremanera por encima del prójimo, y es ahí donde reside una coralidad que aporta una enorme familiaridad al conjunto. Como nadie sobresale todos son vitales y por ende cada una de sus muertes es trágica e impactante a pesar de la falta de interacción con el espectador. Nunca llegamos a conocer a ninguno de ellos en profundidad. Solo sabemos de ellos que viven sus días en una aldea y que se emocionan sobremanera con la actuación musical de la escuela como ocurre en todos los lugares del planeta.
Mientras los minutos corren y deben huir de su hogar es imposible no pensar en las consecuencias del desarraigo de la tierra que nos ha visto nacer, en la tristeza de dejar el hogar en el que se tienen las memorias de toda una vida y aún así en la esperanza de regresar antes que tarde. El primer tercio de guion refleja esa vida, pero para cuando arranca el segundo acto estamos ya corriendo en la montaña siendo palpable el miedo y la desesperación en sus palabras y gestos. El desconocimiento de lo que ocurre y la confianza ciega en unas tropas ‘amigas’, nos llevan a terminar la cinta con momentos que no necesitan subtítulos, pues, por desgracia, seamos del lugar que seamos, entendemos demasiado bien los gritos de dolor y el terror.
En eso es muy notable la puesta en escena y el guion, en que debido a su espantosa universalidad, es comprensible sea vea donde se vea. Aunque ‘A litlle pond’ hace hincapié en un momento histórico muy concreto, todas podemos pensar en uno muy similar sin tener que viajar tantos kilómetros. Es esta una cinta bélica en la que solo un bando cuenta con armamento, por ello, desde aquí te avisamos que es muy difícil de ver, aunque eso no la hace menos bonita en mucha parte de su metraje.
La fotografía y la edición de la cinta nos transporta a las faldas de esa montaña en la que todo ocurre con increíble realismo, pero si debemos destacar algún aspecto técnico es la edición de sonido y la elección de la banda sonora, que es de una belleza tremenda y nos permite disfrutar de algo de calidez y esperanza en el conjunto final del visionado.
Nota histórica. (Contiene spoilers). Del 26 al 29 de julio de 1950 cientos de civiles fueron disparos a discreción por tropas norteamericanas. En mayo de 2005 el gobierno reconoció a 218 víctimas y 2170 supervivientes.
Para mediados de 1951, ya se estimaba por parte de las Naciones Unidas que alrededor de 5 millones de sur y norcoreanos se habían convertido en refugiados, por ello no extraña en absoluto que los caminos estuviesen llenos de aldeanos que en busca de la supervivencia dejaron atrás sus hogares tal y como podemos ver en las escenas de ‘A little pond’. De igual manera entre esos grupos podía haber, en ocasiones, miembros de la guerrilla intentando pasar desapercibidos, lo cual hacía muy compleja la labor de control de caminos.
Las infinitas variables y el miedo supusieron que escenas como las reconstruidas en ‘A little pond’ se dieran en demasiados puntos del mapa coreano. Más de 70 años han transcurrido desde la guerra. A día de hoy solo queda seguir investigando para contar lo ocurrido, tal y como fue, intentando con ello honrar la memoria de quienes sufrieron el despropósito y el sinsentido de la guerra. ‘A little pond’ busca aportar su granito de arena a esa causa, y por ello merece ser visionada y tenida en cuenta dentro de la narrativa audiovisual de la historia coreana.
Escuchando la escena: ‘A little pond’
¿Nos encanta?
Overall
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Fotografía
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Edición y montaje
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Banda Sonora
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Interpretaciones
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Originalidad
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Guion
Otras películas bélicas surcoreanas que no puedes dejar pasar son:
’71: Into the Fire’, las 11 horas de P’ohang-dong (John H. Lee, 2010)
‘Welcome to Dongmakgol’ (Park Kwang-hyun, 2005) | A Buenas Horas
Algunas fuentes para más información:
– https://asiasociety.org/education/massacre-nogun-ri
–https://www.koreanfilm.or.kr/eng/films/index/filmsView.jsp?movieCd=20061214