‘Princesa’ es una de esas películas que te golpea y deja magullada, y no debería ser para menos. Basada en los eventos criminales acaecidos en la escuela de secundaria de Miryang en el año 2004, donde 41 estudiantes violaron a un grupo de chicas a lo largo de once meses amenazándolas y coaccionándolas. La película imagina como pudo ser sobrevivir a esa violencia dentro de la sociedad coreana. ‘Princesa’ es muy dura de ver, pero igual de necesaria para abrir los ojos de una sociedad que vive con los ojos vendados a propósito.
Han Gong-ju (Chun Woo-hee) es una joven estudiante obligada a abandonar su escuela tras un misterioso incidente del que todo el mundo la responsabiliza. Con sus padres ilocalizables, es llevada a otra población, donde se queda a vivir con la madre de uno de sus profesores. Poco a poco irá acostumbrándose a su nueva vida y haciendo nuevos amigos, entre ellos Eun-hee, una animosa compañera de clase que la convencerá para unirse a su grupo de canto. Pero el pasado que Han Gong-ju ha dejado atrás pronto volverá para atormentarla.
Cuando comienza ‘Princesa’ lo hace dando la sensación de que la joven que se presenta en pantalla es de alguna forma, culpable. Ese es el tratamiento que se le da la comisaria, lugar donde la conocemos. Los primeros minutos son caóticos, sabemos que algo malo ha ocurrido, pero no entendemos muy bien el qué. ¿Quién es la victima y quien el agresor? ¿Qué ha pasado para que haya tanto revuelo y los adultos corran como pollo sin cabeza por los pasillos de la comisaria, el centro educativo y las calles aledañas? No lo sabremos hasta bien entrada la película, pero si veremos enseguida el resultado de esas carreras locas y el enorme impacto que tendrán en nuestra protagonista.
Han Gong ju es desplazada de su hogar y su escuela, a un sitio donde nadie la conoce y donde tendrá que rehacer su vida, en plena adolescencia, sola y con unas heridas incurables. El trabajo de dirección por parte de Lee Su-jin es soberbio mientras crea atmósferas presentes y pasadas, ambas muy próximas en el espacio, pero notablemente distintas en cuanto a las huellas que ese poco tiempo han dejado en Gong-ju.
El tono de la cinta es sombrío, lleno de ocres y tonos tierra que apesadumbran a cualquiera que se acerca a la pantalla. Solo hay algo de respiro cuando la protagonista decide aprender a nadar y entonces entra en juego el color azul del agua, que nos libera de la angustia que generan una fotografía y puesta en escena que te hace caer en la miseria y dolor de la protagonista como si de arenas movedizas se tratase. No hay forma de escapar a la sensación de infinita tristeza y dolor, Chun Woo-hee se encarga de ello haciendo lo imposible, contener en un solo personaje la ira, el miedo y asco que se arremolinan junto a unas ganas innatas de sobrevivir y volver a ser.
No es fácil escapar al pasado, y menos si lo haces rodeado de adultos que han perdido el norte y se rigen solo por la avaricia y el egoísmo. Esa es la realidad social que muestra el director y que se presenta en el guion a través de escenas algo descolocadas pero impactantes, sencillamente porque como humanos no podemos concebirlas sin llenarnos de rabia. La crítica social, económica y política puede verse enraizada a lo largo de toda la trama. Se presenta en pequeñas píldoras, que son como bofetones para una audiencia adulta que cierra los ojos ante eventos criminales inhumanos volcando la culpa en quien menos debe ser criminalizado.
El guion a pesar de ser poco fluido y darnos la sensación de desubicado entre escenas si recoge, al menos, esos golpes de impacto moral y ético, tan necesarios para poner en perspectiva el tema que se trata, mientras grita en contra de los prejuicios, el machismo y la corrupción policial. La señora Cho, interpretada por una increíble Lee Young-lan, da vida a uno de esos adultos que deben cuidar de la joven Gong-ju. De hecho, es la única que se hace cargo de la joven, aun sin conocerla de nada, abriéndole las puertas de su casa, aunque sea a regañadientes y solo por dinero.
La relación de ambas mujeres crecerá hacia una relación de apoyo y entendimiento mutuo que supondrá un pequeño oasis en el que respirar. Gracias a este personaje femenino también se tratarán temas complejos como el adulterio, el libre albedrio y vivir según un código moral propio, viéndose el doble rasero con el que la sociedad coreana trata a sus hombres y mujeres.
Su crueldad es inconmensurable, muchas de sus escenas, sobre todo hacia el tercio final son casi imposibles de digerir. Hay que ver ‘Princesa‘ para comprender la profundidad de su propuesta cinematográfica, esa que cautivó y removió la conciencia del público en incontables festivales. Una película para la que hay que estar preparada, pero con la que merece la pena atreverse.
‘Princesa’ no es la única producción cinematográfica basada en estos hechos. ‘Signal’, un K-drama con tintes de thriller policiaco también usó estos eventos para crear uno de los casos en los que aparecen reflejados una violación grupal. Miryang es una de las grandes vergüenzas sociales y policiacas más recientes del país, y así queda demostrado y tratado en la pantalla a través de cineastas y productores que dan voz a las jóvenes que fueron atropelladas y vilipendiadas por sus conciudadanos sin pudor alguno.
Tráiler de ‘Princesa’
¿Nos encanta?
Overall
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Fotografía
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Guion
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Interpretaciones
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Edición y montaje
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Banda Sonora
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Originalidad