En muchas ocasiones hemos escuchado que las segundas partes nunca fueron buenas, y cuando en el mundo de la animación se atreven a hacer una segunda entrega de uno de los grandes éxitos, el espectador se queda muy frío al ver el resultado, que suele ser por normal general bastante soso, repetitivo y carente de imaginación. Eso no ocurre en esta parte dos de ‘Toy Story’, y gran parte de la culpa de que eso no ocurra es la frescura de sus personajes, que no dejan de ser en ningún momento juguetes animados, y solo por eso, nos sentaremos a ver cada una de las entregas posteriores que salgan, ¿Quien no ha imaginado alguna vez que hacen sus muñecos o peluches favoritos cuando no miramos? La imaginación desbordante del niño que una vez fuimos queda latente en nosotros, y despierta sacándonos una sonrisa cuando Toy Story cobra vida en nuestras pantallas.
En esta ocasión la aventura nos llevará a disfrutar de un recorrido por la ciudad más que fascinante poniéndonos de nuevo a ras de suelo, aunque la ventaja que tiene esta cinta frente a la previa es la variedad y juegos de escenas al dividirse los dos principales protagonistas en la acción, encontrándonos ante dos tramas unidas pero completamente diferentes. Para que esto ocurriese había que introducir nuevos personajes, y eso en esta película es algo que está logrado de forma magistral, pues los personajes se van haciendo un hueco en nuestros corazones hasta quedar empatados con los alien o el señor patata, a pesar de estar recién llegados.
Como toda buena cinta de aventuras que se precie, nuestros protagonistas necesitaban un malo que desatase el caos en el mundo de estos seres en miniatura creando esos hilos de acción de los que hablábamos, ¿Y qué mejor «villano» que un coleccionista de juguetes para Toy Story? La idea es acertadísima, se trata de un coleccionista ansioso por conseguir lo que para el es una pieza única que completará su búsqueda, mientras que para nosotros, sobre todo para los más pequeños, es únicamente una persona que quiere quedarse con nuestro juguete favorito. En esta ocasión la sensación de desasosiego que experimentamos no viene dada por el sentimiento de abandono que sufren los juguetes al marcharse Andy, viene dada por el secuestro de Woody.
Por otro lado nos encontramos con la acción que se desarrolla por parte del resto de juguetes, con Buzz a la cabeza, que preparan una misión de rescate para traer a Woody de regreso a casa antes de que Andy se de cuenta siquiera que han salido del dormitorio. El sentido por el deber y la amistad se muestran con las escenas más graciosas de toda la cinta, cuando el astronauta llama a filas al resto de juguetes para dar forma y ejecutar el rescate.
Los juguetes volverán a salir de su zona de confort y se adentrarán en una jungla de asfalto para llegar hasta la tienda del coleccionista. Durante el recorrido se encontrarán con innumerables riesgos, pero la lealtad, la valentía y la aportación individual de cada uno de ellos nos ofrecerán una misión «rodada».
Toy Story es de nuevo, una mezcla de valores enormes, una película de la que todos podemos disfrutar, aprender y poner en valor, porque da igual la edad que tengas, Toy Story puede extrapolarse a muchos aspectos de nuestra vida diaria, y es ahí donde reside su verdadera genialidad. Nunca una segunda parte nos había gustado tanto.
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8.5/10
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8.5/10
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8.5/10
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8.5/10
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7/10
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7/10
Resumen
Lo mejor: El valor y el coraje de los protagonistas.
Lo peor: Repite idea, aunque sigue sorprendiendo