No hay lugar a dudas, Hollywood vende, vendía y lo seguirá haciendo. No sabemos a ciencia cierta si es su forma de vida, o mejor dicho, nuestro concepto de ello, pero es mencionar ese gran cartel sobre una colina y todos nuestros sueños son posibles. Esto es sin lugar a dudas lo que vende ‘The Last Tycoon’, y lo hace de manera espectacular.
La serie se encuentra basada en una obra no finalizada del afamado escritor F. Scott Fitzgerald, centrada en la casa de las mayores productoras de Hollywood y en plena década de los 30, cuando el nazismo es ya más que patente y el terror en Europa casi puede tocarse con los dedos desde la otra cara del Atlántico.
En esta temporalidad se presenta a los protagonistas, quienes lejos de todo lo que no es ficción luchan por crear magia y sobre todo por venderla a buen precio. La escenografía y el vestuario son cuidados hasta el más mínimo detalle. El lujo, las suaves y coloridas telas de los trajes de fiesta, una dudosa moralidad, muchos focos y buena música nos acompañan casi escena tras escena arrastrándonos con ellos a ese mundo mágico en el que nada es lo que parece y donde las personas terminan por transformarse casi sin darse cuenta en algo que no son.
La historia se centra en la vida y obra de un genio de la producción llamado Monroe Stahr, quien a su paso controla cada uno de los aspectos relacionados con la creación de una película en la casa ‘Brady American’, y mientras lo hace disfrutamos de grandes actores y actrices que van dando vida a personajes complejos, con muchas dudas y aún más secretos los cuales irán desvelándose poco a poco mientras seguimos la trama.
Los encargados de dar vida a esta producción son Matt Bomer, como actor principal, encarnando todo aquello que los demás querrían ser y tener, una mente privilegiada para crear y contar grandes historias a través del celuloide. Además contamos con, Lily Collins, la joven hija del dueño de la productora que sueña con hacerse un nombre por si misma. Dominique McElligott una joven que busca escapar a su pasado. Una increíble Jennifer Beals dando vida a una de las grandes estrellas dentro de la industria, un personaje luchador, altivo y complejo con el que la actriz saca a relucir muchas de sus cualidades, y por supuesto no podemos dejar sin mencionar a Kelsey Grammer, que da vida a Pat Brady el director del estudio y mentor del protagonista, quien junto a Rosemarie DeWitt protagonizan los diálogos más duros, realistas e hirientes de toda la serie.
A pesar de un gran reparto, la serie adolece de frases demasiado escuchadas, muchos clichés y poco drama real. No sabemos si se trata de una estética buscada previamente o de falta de profundidad en diálogos e interpretaciones, pero a la serie le falta ese punto que verdaderamente te hace conectar, reír, llorar y emocionarte con ellos. Bien es cierto que todo lo demás deslumbra, ya que está bellamente grabada, muy acertada estéticamente y con una luz que nos cautiva.
Elegancia por encima de todo, ese es el perfecto resumen de esta serie que no te decepcionará si eres un enamorado del Hollywood clásico.
Resumen
Lo mejor: Unos escenarios y vestuario tremendamente cuidados
Lo peor: la falta de intensidad en el drama