Durante la semana pasada (23 al 29 de abril) tuvo lugar el regreso de tres esperadas series: ‘The Handmaid’s Tale’, ‘Westworld’ y ‘Vis a Vis’. Los inicios de sus respectivas nuevas temporadas estuvieron a la altura de las expectativas. Lógicamente, ‘Westworld’ y ‘The Handmaid’s Tale’ juegan en una liga distinta a la de ‘Vis a Vis’, pero esto no significa que esta última quede anulada por las americanas. Id con ojo porque seguramente habrá algún spoiler, así que mejor echadle un vistazo a los capítulos.
‘The Handmaid’s Tale’, el mal sueño continua
No hará falta recordar que fue una de las series del año pasado. Basada en el best seller de Margaret Atwood, la serie narra la vida distópica de la República de Gilead, una sociedad totalitaria que antiguamente pertenecía a los Estados Unidos. Es un régimen teocrático basado en los más estrictos valores puritanos, donde la mujer ha pasado a un segundo plano, convirtiéndose en propiedad del estado, siendo únicamente un objeto cuyo valor reside en sus ovarios (existe un problema de fertilidad en Gilead).
La serie ha regresado como se fue, manteniendo un excelente nivel. Están de vuelta el detallismo exquisito, la belleza de la composición de los planos, los castigos (aún más severos), los temas controvertidos tratados sin tapujos, el ritmo, el tono, el estilo visual, la angustia existencial, el sentimiento de opresión y, sobre todo, los símbolos como herramienta de resistencia.
Si la primera temporada fue devastadora, el inicio de la nueva, que retoma justo el final de la anterior, puede suponer un impacto en el espectador, a quien no concede ni un respiro. Tía Lydia (Ann Dowd está espectacular, lo estuvo también en ‘The Leftovers’) no iba de farol cuando afirmó iracunda que habría consecuencias, pues efectivamente las hay. El comienzo de la nueva tanda de episodios podría pasar perfectamente por uno de final de temporada. No contaré nada, pero todas se enfrentarán a las consecuencias del colofón de la primera temporada, el pequeño acto de rebelión que, lejos de ser el inicio de la revolución que todos esperábamos, es todo lo contrario, ya que supone más represión, dolor y crueldad.
Gilead, el espacio de la temporada pasada, en comparación al nuevo escenario de las colonias, es un paraíso. Este nuevo lugar es una zona afectada por altos niveles de radioactividad en la que las mujeres, que infringen la ley, se ven obligadas a realizar trabajos forzados en condiciones inhumanas y bajo el horror más inimaginable.
Destaco la importancia crucial de los flashbacks, que muestran pequeñas pinceladas de lo que se avecina en el presente. Unen el futuro desolador, presentado por la ficción, con nuestro presente, es decir, la realidad del espectador. Para engarzar con más fuerza estos dos planos, el guion se sirve de nuevos recursos, tales como la utilización de referentes culturales que la audiencia puede reconocer y que se encuentran inmersos en el escenario de la ficción. Una de las escenas más insólitas del segundo capítulo es cuando June (Elisabeth Moss) se encuentra el DVD de ‘Friends’, una de las sitcoms más conocidas de la historia de la televisión. Por tanto, la serie ubica el pasado de la protagonista de la ficción, que reconoce la serie porque la había visto en su anterior “vida”, como nosotros (las barreras entre ficción y realidad se rompen, lo cual hace que sea más aterrador). El contraste entre el humor de la escena de la sitcom y el presente de la protagonista sirve tanto para subrayar la situación desoladora como para advertirnos que el mundo feliz, inalterable y aparentemente indestructible de ‘Friends’ puede desaparecer en cualquier momento.
‘Vis a Vis’, aún le queda mucho por contar
La Marea Amarilla empujó a Fox a resucitar su serie, cuyo final de segunda temporada no podía quedar así. No ha defraudado. Podemos decir sin problemas que esta temporada será más intensa y macabra que las anteriores (la reducción del número de minutos por episodio tiene mucho que ver).
Esta nueva temporada arranca con el traslado de las presas a Cruz del Norte. Nueva cárcel, nueva realidad, nuevas compañeras y grupos de poder, especialmente la Triada Tao, liderada por las reclusas de origen chino. Uno de los aciertos está en los personajes, que no son blancos ni negros, sino grises. Sus claroscuros y contradicciones les confieren más realismo (estad atentos al comportamientos de Macarena).
El inicio es muy bueno, con un resumen y presentación de las trece presas antiguas que se dirigen a la nueva cárcel, concretamente al complicado módulo 3. Puede servir como reencuentro con las protagonistas, pero también como una primera toma de contacto para los nuevos espectadores.
El nuevo módulo es el sitio dirigido por Altagracia, una funcionaria de la cárcel, capaz de utilizar cualquier método para controlar a las presas. Aparentemente, es partidaria de la reinserción activa y participativa (la versión oficial), pero para ella, en realidad, las presas son como gallinas, ya que también viven en jaulas, les dan de comer, les limpian la jaula y cuando se apagan las luces se acurrucan y se duermen.
No quiero destripar nada, sólo diré que los nuevos personajes darán mucho que hablar, como Akame o Altagracia, que he mencionado. Está claro que el nivel de oscuridad y los giros argumentales no han hecho más que aumentar. Estos dos primeros episodios son muestra de ello (el final del capítulo 2 ha generado mucho debate). Las presas, si quieren sobrevivir a Cruz del Norte, tendrán que mantenerse unidas y dejar de lado sus viejos conflictos.
‘Westworld’, es hora de venganza
Se nota que esta serie es original de HBO pues la factura es intachable, visualmente es magnífica. Los guionistas han ampliado el universo de las serie (el parque tendrá conexiones con otros parques). Es destacable el número elevado de las tramas del primer episodio. Hasta cuatro arcos argumentales (el de Bernard, Dolores, Maeve y la de William/Hombre de Negro) que nos sumergen en sus historias.
Los dos primeros episodios prometen y dan sentido al propósito del argumento, de sobra conocido. Invitarnos a reflexionar sobre cuestiones que nos atañen a todos. ¿Alguna vez has cuestionado la naturaleza de la realidad?, ¿te has parado a pensar en tus actos?
Los anfitriones han tomado conciencia y se han revelado (¿rebelión justificada o pura venganza?). Ahora nadie los controla, tienen libertad y pueden crear su realidad, dejando de lado las historias programadas. Ya no quieren ser esclavos de los deseos de las personas. Están hartos de vivir bajo los parámetros diseñados por el ser humano, quien siempre anhela más y ha querido ser Dios, una celeste ambición que irremediablemente acaba siendo una pesadilla en el infierno (este tema parece que le inquieta mucho a su creador Jonathan Nolan, que también hizo la serie ‘Person of Interest’, cuyo principal asunto fue precisamente este).
La rebelión está capitaneada, sobre todo, por Dolores que, al final de la primera temporada, se erige como la heroína, la que guiará a los de sus misma ‘especie’ hacia la libertad. Pero, para sorpresa del espectador, el personaje cada vez es más cruel o, paradójicamente, lo que es lo mismo, más humana.
Uno de los mayores aciertos, por el momento observables, es la habilidad para explotar el reparto coral (con grandes actores) y sus tramas, a cual más interesante. Y el manejo exquisito de los flashbacks, que aparte de explicarnos el origen de la historia, sirven para evidenciar el contraste significativo que hay entre el pasado y el presente. Supongo que poco a poco iremos descubriendo los entresijos de este futurista parque temático conocido como Westworld, espacio donde transcurre la serie por la cual, indudablemente, HBO está apostando fuerte para que sea la heredera de ‘Game of Thrones’.