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El Último Poeta Cómico

Setenta y ocho películas, cuatro nominaciones a los Oscar, siete a los Globos de Oro… bla, bla, bla. Lo vas a escuchar miles de veces en las próximas horas. Lo vas a leer tantas veces como no te canses de repetirlo. Desde Magazinema preferimos rendir homenaje al irrepetible Robin Williams recordando precisamente aquello que mejor se le daba: actuar.

Si tuviste la suerte, como yo, de ser un niño o un adolescente durante la década de los noventa, entonces recordarás a Robin Williams como uno de los actores más prolíferos de aquella época. Por entonces algunos nos atrevimos a ser poetas y gritamos subidos a nuestra silla o pupitre aquello de “oh capitán, mi capitán” para saber lo que se sentía al formar parte de un club de los poetas muertos; algunos nos empezamos a interesar por los escritores clásicos gracias a aquella película que marcó nuestras vidas. Si tuviste suerte, como yo, seguramente alguna noche te quedaste quieto, muy quieto y callado sobre la almohada de tu cama, esperando a ver si los tambores de Jumanji te llamaban para ir a jugar y así hacer de tu ciudad un increíble parque temático lleno de aventuras por descubrir. Si tuviste suerte, como yo, en más de una madrugada te despertaste para ir a ver si encontrabas restos de polvo de hadas cerca de tu ventana abierta con claras intenciones de volar hacia la segunda estrella a la derecha, todo recto hasta el amanecer, que es justo donde Peter Pan espera a los niños perdidos para luchar contra Hook. Si tuviste suerte, como yo, cantaste aquello de “vaya un genio tan genial” al más puro estilo Aladdin. Si fuiste afortunado y aquel tipo de películas te ayudaron a desarrollar un amor incondicional por el cine, como me ocurrió a mí, seguro que no te fue indiferente conocer la historia de Patch Adams, un médico que creía en la calidad de vida frente a una enfermedad y luchó para conseguirlo en sus pacientes. Si fuiste afortunado,  tus profesores te llevaron a ver la película de aquel poster, con un chico rubio y un profesor con gafas sentados en un banco, sonriendo delante de un fondo otoñal. Para entonces, tú ya eras tan indomable como Will Hunting. Si fuiste afortunado, se te erizó el bello al ver cómo un hombre está dispuesto a llegar al infierno en busca de la mujer que ama, más allá de los sueños. Si a tu padre se le rompió el coche, seguro que le hablaste de una sustancia pegajosa de color verde que se llamaba Flubber, que además hacía volar. Si fuiste afortunado, como yo, te emocionaste viendo a un padre disfrazado de la niñera Doubtfire para poder seguir viendo a sus hijos y, por supuesto, creíste que un robot bicentenario podría amar para siempre a una humana…

Muchos van a recordar a Robin Williams como uno de los mejores actores cómicos de la historia del cine. Curiosamente yo jamás lo he visto así, tancómico. Si uno piensa detenidamente en la complejidad de cada papel que interpretó a lo largo de su carrera, quizás encuentre un nexo en todos y cada uno de sus personajes: el inconformismo.

Nos ha sacado risas muchas veces pero también nos ha hecho reflexionar sobre la vida. Hoy a muchos apasionados del cine les entristece profundamente la muerte de un hombre que hizo de la interpretación, poesía y del drama, humor.

“¿Conoces ese espacio entre el sueño y la vigilia? ¿Ese lugar en el que aún recuerdas los sueños? Allí es donde siempre te esperaré, Peter Pan. Y allí es donde esperaré tu regreso.”

Os dejamos con la banda sonora de una de las películas que protagonizó Robin Williams.

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