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Por qué ‘Verano 1993’ es la mejor opción de España para los Óscar

Verano 1993, Laia Artigas protagonista
Protagonista de la película Verano 1993, Laia Artigas

La opera prima de Carla Simón es, más que una película, un verano en el pueblo. Es jugar con tus primas en el río o batirte con ellas en duelo por ser la favorita de los mayores. Es viajar durante 97 minutos a tu infancia para pasear en bragas por el jardín sin que pase nada. Es ir a buscar una lechuga a la huerta. Y es que se acabe la película y querer volver a esos tiempos, remotos, que de pronto se han vuelto tan tangibles que te han sabido a poco porque los echas de menos.

Por qué ‘Verano 1993’ es lo mejor que tiene España para llevar a los Óscar

Verano 1993, de Carla Simón

Cuando Hitchock y Truffaut discuten sobre lo que es el cine, el dilema sobre la improvisación o el control absoluto de la escena sale a la superficie como uno de los grandes debates que han dividido a cineastas y críticos a lo largo de la historia. La conclusión es clara. No hay una única regla para hacer buen cine, pero ‘Verano 1993’ no llegaría a ser lo que es sin ese dejar fluir a la improvisación. Gracias a ella, dos niñas juegan y crean diálogos a sus anchas con una naturalidad que ni el mejor de los guionistas hubiera sabido plasmar. Las increíbles interpretaciones de las jóvenes actrices, de cinco y seis años, tienen aquí mucho que ver. Pero eso lo le quita el mérito a la directora de haber hecho una película que no quiere parecer lo que no es. De centrarse en las cosas sencillas de la vida, en el día a día que es el mejor retrato de las consecuencias de los cambios más radicales de la vida.

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