‘Monstruos, S.A.’ (Pete Docter, Lee Unkrich & David Silverman, 2001)

Uno se sienta delante de la pantalla, se pone cómodo para ver una película de dibujos animados, que supone que pese a su fama y al bombo que le da la gente y los medios, realmente será una película de dibujos entretenida y bien hecha, y poco más. Este pequeño prejuicio negativo, o expectativa a la baja, es lo que me suele ocurrir en los últimos años cansado de tanta y tanta magnificación, por parte de los medios y de buena parte del público, de cualquier proyecto de la industria cinematográfica (sobre todo la estadounidense). Y esto se debe, siempre según mi opinión, a que el panorama audiovisual norteamericano está de capa caída en los últimos años, falto de ideas y de creatividad, y no para de producir y producir películas poco destacables, mediocres, por el simple hecho de que esto es un negocio, al fin y al cabo, y la máquina de hacer billetes debe seguir funcionando. Esto queda más patente aún con la cantidad de remakes, reebots e infinidad de películas de superhéroes (por decir un género en auge) cortadas por el mismo patrón que llegan a la gran pantalla (y que van a seguir yegando) desde hace aproximadamente un lustro. No obstante, cuando comienza la película y va avanzando un poco aparto todo esto de mi mente y me dedico a disfrutar (si fuese el caso) del largometraje en sí. Además, por suerte, en esta ocasión la película es de hace casi 15 años y de los estudios Pixar, por lo que tras pensar esto, todo indicaba que con Monstruos, S.A. «ya no tenía nada que temer».

‘Monstruos, S.A.’ es la mayor empresa de miedo del mundo. Una empresa que se dedica a asustar niños a través de sus empleados para poder así producir energía con la duración e intensidad de los gritos y chillidos de los niños. La particularidad de la empresa es que en ella sólo trabajan monstruos, ya que al parecer estos viven en una ciudad exclusiva para ellos, distinta y apartada de los seres humanos, aunque la ciudad está conectada a las habitaciones de los niños humanos a través de las puertas del armario de sus dormitorios; y que el trabajo que desempeñan algunos de sus empleados es considerado de alto riesgo debido a que todos piensan que los niños son tóxicos y hay que evitar el contacto físico con ellos a toda costa. El mejor asustador de la empresa es James Sullivan («Sully») y junto con su asistente y amigo Michael Wazowski («Mike») forma un tándem insuperable.

Todo discurre de manera normal en la compañía de sustos hasta que una niña (Boo) se cuela en la empresa y hace saltar todas las alarmas. A partir de ahí, el film aumenta su ritmo y empieza a desarrollar su historia de manera enérgica, singular, divertida y frenética. La película destaca por su técnica, con un grandísimo trabajo de animación digital obra de la exitosa colaboración entre Disney y Pixar, y también por su historia y su mensaje, lo que es aún más importante. En el transcurso de la cinta, ésta no para de transmitir emociones y sentimientos, y desde luego uno de los más claros y notables es la amistad existente entre «Sully» y «Mike». Otro de los sentimientos que desprende Monstruos, S.A. es la ternura y el cariño, reflejado perfectamente en la relación de «Sully» con Boo. Y por supuesto, el otro gran sentimiento que destaca de la cinta es el miedo. El miedo a lo desconocido, que es a mi entender, una de las cuestiones que quiere destacar la película en su mensaje. Parece lógico que los niños tengan miedo de los monstruos, no obstante, casi todos lo hemos tenido en la infancia, ya que es (y creo que antes era más) frecuente recurrir a ellos para asustar a los niños, ya sea a modo de advertencia, de castigo o de cualquier «herramienta de educación y costumbres» basada en el miedo. Lo que no parece tan lógico, y al principio es hasta cómico (más aún para los niños, que ven el film desde otra perspectiva) es que los monstruos tengan miedo de los niños, tal y como se ve reflejado en las primeras escenas que «Sully» coincide con Boo. Si nos detenemos a analizar esta situación, vemos que la explicación para que un niño tenga miedo a los monstruos (siempre presentados como bichos raros y malvados), y a la vez un monstruo pueda tener miedo de un niño (a priori inofensivo) es simplemente el miedo a lo desconocido. Ese es el denominador común. Pero, tal y como refleja la película, no hay que temer algo sólo por ser distinto, si no que hay que darle una oportunidad y conocerlo, e incluso se puede pasar del miedo al cariño y a la amistad.

El guión es sólido y cuidado, desde el primer fotograma hasta el último, al igual que ocurre, por ejemplo, en ‘Toy Story, otra de las obras maestras de la factoría Pixar. Da la sensación de que nada chirría, nada parece fuera de sitio, no parece que sobre o que falte algún elemento en el film. Son 90 minutos de largometraje bien tejidos, siempre entretenidos e interesantes, entrañables y con poco respiro para el espectador.

Tampoco se puede pasar por alto la música de la película, y es que no obstante consiguió el Oscar en 2001 en la categoría de mejor canción original por el tema If I Didn’t Have You del compositor Randy Newman, además de estar también nominada en la categoría de mejor banda sonora, en la que finalmente se llevo el premio ‘El señor de los anillos: La comunidad del anillo, una de las grandes triunfadoras de aquella edición de los galardones de la academia estadounidense.

Por todo esto, con ‘Monstruos, S.A.’ estamos sin duda, ante una de las mejores películas de animación del siglo XXI y una de las mejores de la factoría Pixar, que, siguiendo el camino que inició con ‘Toy Story’, se ha empeñado en poner su sello de calidad al cine de animación en cada una de sus producciones. A pesar de que la historia es en parte «un viaje por el mundo de las pesadillas», este podría ser uno de esos extraños casos de «pesadillas placenteras», llenas de diversión y belleza, tanto visual como humana. Recomendable para los más pequeños, para los no tan pequeños y para los mayores.

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