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De lo sórdido e inhumano: Michael Haneke

Es curioso observar cómo, casi desde el principio, existió una dicotomía entre el cine europeo artístico e intelectual, y el cine comercial de Hollywood, mucho más accesible para el gran público. En este contexto, genios como el alemán Fiedrich Wilhem Murnau con ‘Nosferatu’ (1922), el austríaco Fritz Lang y su ‘Metrópolis’ (1927) y el francés Jean Renoir con ‘Una partida de campo’ (1936) entre otros muchos, sentarían las bases de un cine europeo prolífico que ha llegado hasta nuestros días en muy buena forma, con títulos tan notables como ‘Good bye, Lenin’ (2003) de Wolfgang Becker, ‘La vida de los otros’ (2006), primer largometraje de Florian Henckel von Donnersmarck, o la encantadora ‘The Artist’ (2011), dirigida por Michel Hazanavicius.

Mientras Michael Curtiz estrenaba en Hollywood su memorable film ‘Casablanca’ (1942), una Alemania sumergida en la II Guerra Mundial daba a luz a Michael Haneke. Hijo de un director alemán y de una actriz austríaca, Haneke creció en la pequeña ciudad de Wiener Neustadt, al noreste de Austria. Cursó Psicología, Filosofía y Teatro en la Universidad de Viena, estudios que sin duda conformarían la base de su posterior filmografía, no sin antes trabajar como crítico de cine y director de obras de teatro y películas televisivas durante los años 70 y 80. A día de hoy es uno de los autores más reconocidos y destacados del cine europeo contemporáneo.


Recientemente galardonado con un Óscar por ‘Amour’ (2012), tiene además en su haber 2 Globos de Oro por  ‘La cinta blanca’ (2010) y ‘Amour’ (2012), un premio BAFTA por ‘Amour’, (2012), y tres Palmas de Oro del Festival de Cannes por ‘Caché’ (2005), ‘La cinta blanca’ (2009) y ‘Amour’ (2012). En octubre de 2013 le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. Estos son sólo algunos de los innumerables premios internacionales que posee el director, tan aclamado como criticado.

En numerosas ocasiones, Michael Haneke ha asegurado que busca «describir la realidad por encima de la superficie«. Ha ido más allá, afirmando que intenta «presentar esa realidad de forma que les dé asco a los espectadores». Quizás por eso haya sido tachado incontables veces de manipulador, efectista y avasallador. La otra cara de la moneda es la de un director aclamadísimo por la crítica internacional, acertado siempre en la elección de los actores para tan sórdidos personajes, y sin tapujos a la hora de reflejar el lado más cruel e inhumano de las personas. Es capaz, además, de llevar al espectador al límite de lo soportable mientras lo sumerge en una marea de reflexiones sobre la sociedad actual, fin último de cada una de sus películas. Y por si esto fuera poco, sorprende con la sublime ‘Amour’ (2012), el film más íntimo y conmovedor del cineasta, con el que volvió a conquistar a la crítica internacional.

Amante de los planos largos y parco en palabras. Haneke es capaz de utilizar la imagen, los sonidos y el silencio para sumergir al espectador en el oscuro laberinto de la violencia derivada del desequilibrio emocional. De ninguna manera dejará indiferente a todo aquel que se atreva a visionar sus cintas, en las que plantea situaciones de violencia extrema, sexo y represión, producto a menudo del aislamiento social del que son víctimas sus protagonistas. Crudeza y provocación son, quizás, las palabras que mejor definen el cine de Haneke. A pesar de la polémica que a día de hoy sigue suscitando, es uno de los maestros indiscutibles de la imagen fílmica de la violencia implícita.

En Magazinema hemos seleccionado cinco de sus obras para intentar analizar de forma detallada la evolución del cineasta a lo largo de sus 40 años de carrera. Con ello pretendemos acercar al público a un director imprescindible para todo amante del séptimo arte.

‘El séptimo continente’ (1989)

‘Funny games’ (1997)

‘La pianista’ (2001)

‘La cinta blanca’ (2009)

‘Amour’ (2012)

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