¿Y si lo más terrorífico de la ciudad no estuviera fuera… sino dentro de tu casa?
A finales de los 70 la familia Olmedo compra un antiguo piso en el número 32 de la calle Manuela Malasaña de Madrid. Atrás dejan el pueblo en busca de la prosperidad que parece ofrecerles la capital. Pero, hay algo que la familia Olmedo no sabe: en la casa que han comprado, no están solos… Algo que desconocen va a poner en peligro sus vidas y tendrán que defenderse.
En palabras de su director, Albert Pintó
‘Malasaña 32′ es una película de terror que, más allá del susto, cuida a sus personajes y se preocupa por el componente humano. Una familia llega de un pueblo decidida a construir un nuevo y mejor futuro en el Madrid del 76. Los Olmedo han comprado un piso en la icónica calle Manuela Malasaña, en el barrio anteriormente conocido como Barrio Maravillas y hoy famoso Malasaña, y lo que pronto van a descubrir es que ese inmueble, la inversión de sus vidas, trae consigo una hipoteca sobrenatural además de la económica.
Una mala decisión que pondrá en jaque las ilusiones, deseos y sueños de nuestros protagonistas que creían que sus problemas, así como la dictadura, habían quedado atrás.
Después de estudiar quiénes eran los personajes y lo que deseaban, estaba muy claro que el contexto de la película tenía que sumar para contar más cosas sobre ellos. El pueblo se había quedado pequeño y sofocante, el proceso lógico era la migración hacia un lugar con futuro; la gran capital. El Madrid del 76, centro neurálgico de la España de la transición, la viva imagen de la luz, la esperanza y el progreso para la familia Olmedo. Generar esa ilusión en los protagonistas era clave para después arrebatársela al descubrir que ese oasis que perseguían en Madrid, en realidad les iba a engullir poco a poco. Alienándolos poco a poco de todos y de todo.
En concreto, sentí que la cinta debía centrarse desde un principio en la historia de Amparo (Begoña Vargas); una niña que saldrá de un pueblo y en la ciudad se hará mujer. Un personaje que durante el metraje deberá asumir la responsabilidad de sacar adelante a una familia que se queda sin herramientas y recursos ante un escenario totalmente nuevo y terrorífico.
En ese marco incómodo y agobiante lo más importante era que el terror viniera de lo cotidiano, de lo español. Sentir que en el transcurso de la normalidad algo se truncaba y se volvía peligroso y maligno. Usando elementos icónicos y españoles para brotar el miedo. Usar aquello que nos hace únicos, diferentes y notorios: la peonza, la canica, los boleros, las corralas, el tendal de los patios interiores…
Mi labor fue conseguir que esos elementos que son de nuestro entorno y, aparentemente no tienen ninguna maldad, se pudiesen convertir en terroríficos tal y como marcaba el guion. De este modo, los canalizadores del terror debían ser, por lo general, los niños y la relación que tienen con estos objetos y el uso que les dan. Coger desprevenido al espectador igual que se sorprende el niño al ver que su objeto de juego y diversión puede llevarle a caminos muy oscuros.
En ‘Malasaña 32‘ he querido abordar el terror desde la simplicidad y el poco artificio. Escondiendo el truco y sugiriendo más que mostrando. Siento que el miedo cala cuanto más tiempo y pausa se les da a las escenas y se deja respirar al personaje en la situación adversa en la que se encuentra. Evitando cortar y fragmentar en exceso para no engañar al espectador y dejarle sentir y oler el miedo igual que lo sienten los personajes. Un miedo que vendrá desde lo inesperado, desde lo diurno. Esculpir las escenas de miedo en su máxima expresión de cotidianidad en una mañana de verano. Lograr que el espectador no sepa cuando va a surgir el terror puesto que ni durante el día se siente a salvo.
En definitiva, ‘Malasaña 32‘ siento que es una rara avis dentro del terror español. Es una película que enamorará por cómo aborda el terror en medio de un guion rico en matices y sensibilidades. Atrapará porque a los espectadores les importará lo que suceda en la vida de esa pobre gente que lo ha dado todo por un futuro que se desmorona ante sus ojos. Una película de terror, sustos y tensión, pero también de emoción, sueños rotos y madurez. Sin duda un híbrido muy especial y merecedor de experimentar en la gran pantalla.
Personajes
MANOLO: Manolo Olmedo es el padre de familia. Tiene 43 años y lleva media vida trabajando en el campo. Hombre rudo, de carácter fuerte, parece que lleve a la espalda más de una preocupación, por eso quiere empezar una nueva en Madrid, con su familia, para ser, por primera vez en su vida, feliz.
CANDELA: Candela tiene 40 años y no ha conocido otro lugar que el pueblo donde nació. Madrid, ahora, es para ella otro mundo. Temerosa de todo, ella y Manolo guardan un secreto que los ha llevado a tener que marcharse con su familia lejos de toda la gente que los conoce.
AMPARO: Una joven que está llena de ilusiones y sueños. Aún no es mayor de edad, pero hace tiempo que comprendió que en el pueblo no iba a tener futuro. Quiere viajar. Ser libre. Sueña con ser una de esas guapas azafatas que ha visto en los folletos de las compañías aéreas. Pero, para su sorpresa, cuando llega a Madrid, nada va a ser como había imaginado.
PEPE: Pepe es el mayor de los hermanos. Es un chico triste, que parece encontrarse mejor solo que acompañado. Nunca se le dio bien hacer amigos, y mucho menos las chicas. Es tartamudo. Eso le ha provocado una timidez casi enfermiza. Tiene que encontrar trabajo para ayudar a la familia. Pero su miedo a que se rían de su tartamudez le lleva a no poder salir de su casa.
FERMÍN: Es el abuelo de la familia. Un hombre de campo, de aspecto afable, con las manos y la espalda castigadas de tanto trabajar. Fermín, de joven, tuvo que ser alguien a quien no se le llevaba la contraria. Ahora no es más que un anciano con demencia senil. Aunque, a veces, tiene destellos de lucidez que le hacen ver cosas donde otros no las ven.
ADMINISTRADOR: José Luis Astorga es un tipo anodino que trabaja como administrador de la propiedad. Es la primera persona a la que conoce la familia Olmedo en la ciudad. Lleva apenas dos años en Madrid y ya viste con traje y corbata. El ejemplo de que, si haces las cosas bien y no tienes escrúpulos, en la ciudad no te tiene porque ir mal.
RAFA: Rafa Olmedo es el hijo menor de los Olmedo. Es el ojito derecho de su madre Candela. Es un poco trasto, como todos los niños inquietos de cinco años. Aunque parece que no se entera de nada siempre está atento a todo lo que sucede a su alrededor y su juventud le llevan a acercarse demasiado a los peligros.
LOLA: Lola lleva sentada en una silla de ruedas desde que nació. Lola apenas puede moverse. Los médicos dijeron que tenía parálisis cerebral. Su madre ha sido siempre sus ojos y su voz. Se comunica gracias a un silbato con el que llama la atención de su madre. Lola tiene un don. Puede ver aquello que otros no ven y entrar en contacto con seres que otros ni siquiera pueden imaginar que existen.