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‘Girls’: Lena Dunham y su retrato de la inmadurez emocional

Magazinema - Girls

Este post está lleno de SPOILERS, así que si quieres que la serie sea una sorpresa, no sigas leyendo.

Lena Dunham no ha cumplido los treinta años y ya ha logrado alcanzar algunas metas que a muchos les lleva toda una vida. Es guionista, actriz, productora y directora, cuenta con un largometraje (Tiny Furniture, 2010) y una serie en la HBO que va por su cuarta temporada. Además atesora un Globo de Oro y ha escrito un ensayo con toques biográficos, No esa clase de chica (Not That Kind of Girl: A Young Woman Tells You What She’s Learned, 2012). Casi nada.

Pero, ¿quién es Lena Dunham? Para empezar, es una niña bien que se ha criado rodeada de intelectuales. Su padre, Carroll Dunham, es un pintor pop art y su madre, Laurie Simmons, fotógrafa y diseñadora. Sin embargo, uno de sus mayores logros hasta el momento ha sido haber convencido a los productores de la cadena HBO, con apenas veinticinco años, para que confiaran en el proyecto de Girls, una serie cuya historia gira en torno a un grupo de cuatro amigas veinteañeras (Hannah, Shoshanna, Marnie y Jessa) que viven en Nueva York y que tienen que enfrentarse al hostil día a día de la ciudad y a sus relaciones de pareja.

El punto de partida recordaba demasiado a Sexo en Nueva York (1998-2004) y, cuando se estrenó en 2012, parte de la crítica quiso ver en ella una versión juvenil, hipster y menos glamurosa de la serie de Darren Star. La propia Dunham ironizó sobre esa influencia en la primera temporada, con un homenaje en forma de póster de la serie colgado en la habitación de una de las amigas de la protagonista. Pero, al margen de que Girls presentara la vida de cuatro mujeres blancas jóvenes de la gran manzana cuyas historias giran en torno a las relaciones personales, las semejanzas acababan ahí.

Las dificultades emocionales de hacerse adulto

Girls es una serie “de autor” (entendida esta afirmación desde el punto de vista contemporáneo y egocéntrico, es decir, es una serie sobre un “yo” que se exhibe y que habla sobre sí mismo como epicentro de las cosas). Girls es LA serie de Lena Dunham y lleva grabado a fuego su sello de autor. Como le sucede a Woody Allen con sus películas, no se sabe dónde acaba la vida del personaje de ficción Hannah Horvath y dónde empieza la de Lena Dunham, porque ambas se entremezclan e incluso complementan.

En Girls Lena Dunham hace un retrato un tanto crudo y amargo de un grupo de veinteañeras que comienzan a enfrentarse a su vida adulta. El conflicto de las historias va más allá de los problemas para encontrar un trabajo o pagar el alquiler de pisos mugrientos en una ciudad como Nueva York. La serie trata, sobre todo, de la inmadurez emocional, de las relaciones entre individuos y en los complejos mecanismos que las generan. En sentirse desconcertados ante las emociones. En tener miedo. En anhelar y aceptar que los sueños no siempre se pueden cumplir. No es un retrato derrotado de un grupo de veinteañeros. Es un ejercicio personal, casi llevado hasta el extremo, de retratar una serie de personajes que no logran dar el paso emocional hacia la vida adulta. Y quizá, sólo por esto, sea necesario reconocer cierta honestidad en lo que plantea la serie de Lena Dunham. Como ella misma plasmó en uno de sus capítulos, no es la voz de “su generación”, sino “una voz” “de una generación”. La suya.

Girls cuenta con un puñado de personajes bien delineados que le permiten explorar esa idea de la inmadurez emocional. Dunham hace bien sus deberes y aprovecha las enseñanzas adquiridas en sus estudios de escritura creativa por la Universidad de Oberlin de Ohio. Así, los personajes femeninos presentan claroscuros e imperfecciones que los hace humanos, y que tienen como elemento común esa dificultad de dar el salto hacia la madurez. Marnie, por ejemplo, vive una vida de princesa trabajando en una galería de arte y presumiendo de novio perfecto, y cuando estos dos pilares desaparecen, su vida entra en crisis y regresa al punto de partida adolescente: no sabe lo que quiere, aunque intenta alcanzar sus sueños mientras lucha con su frustración. Por su parte, el personaje de Jessa se evade de la madurez y la realidad escapando a través de las adicciones, la falta de compromiso y las extravagancias. El personaje de Hannah es sin duda el que mejor está dibujado, quizá porque tiene mucho de la personalidad obsesiva de Dunham.

Sin embargo, pese al título de la serie, los retratos masculinos son bastante más interesantes. Adam y Ray, principalmente, han evolucionado a lo largo de las temporadas y se presentan como más reales ante los espectadores, y también parecen ser los únicos capaces de enfrentarse con éxito a esa lucha emocional para abrazar la madurez.

A Lena le han llovido muchas críticas por Girls. Por ser una serie irregular y, principalmente, por dar la impresión de ser un retrato egomaníaco y exhibicionista de una personalidad extrema (la suya). Parte de las críticas, además, parecen querer condenarla por ser una mujer con talento que no se avergüenza de su cuerpo y de sus ideas. Es quien quiere ser, aunque pase por ser irritante. Es posible que Dunham lleve al límite su egocentrismo, pero recordemos que estamos ante una obra deliberadamente personal. Lena Dunham escribe sobre lo que mejor conoce: ella misma y su entorno de mujeres blancas que se han movido en un entorno social e intelectual muy concreto.

Girls: ¿fórmula agotada?

Con una cuarta temporada casi en su ecuador, parece que las aventuras de Hannah y sus amigas ofrecen más de lo mismo. Continúan las inseguridades y las dificultades para desenvolverse en un mundo en el que los personajes no se sienten cómodos. Pero, a veces, Lena Dunham firma el guión de un capítulo que por sí solo es capaz de hacer que valga la pena toda la temporada.

Es lo que ha ocurrido con el episodio ‘Sit-in’ de la cuarta temporada (aunque en este caso lo firmen Paul Simms y Max Brockmann), una desoladora crónica de la aceptación de una ruptura, o con otros capítulos memorables como ‘Beach House’ de la tercera temporada o el magnífico ‘One Man’s Trash’ de la segunda (quizá el mejor episodio de toda la serie). Los tres tienen como elemento en común la amargura y la melancolía de unos personajes que emocionalmente se rompen y de cuyo dolor eclosiona la aceptación de estar ante una etapa más que les llevará hacia la vida adulta.

Con una cuarta temporada en antena y la renovación para una quinta, Girls es una serie brillante aunque con altibajos, tanto de tramas como de personajes. Pero la línea que sigue su guionista y actriz nos enfrenta a una obra a tener en cuenta. Una obra que quiere explorar la amargura, no tanto de hacerse adulto, sino de no ser capaz de aceptar las situaciones y emociones que llegan en ese transcurso.

Lena Dunham sólo tiene veintiocho años. Y escribe guiones como los de Girls. Con sus momentos buenos y sus momentos irritantes. Pero es una creadora. Ya es más de lo que muchos pueden decir.

Imágenes: HBO

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