Nunca has visto empezar así un k-drama. ‘Extracurricular’ es un bombazo en todos los sentidos. Arranca con la mejor banda sonora que encontrarás en una intro, y con solo dos segundos estarás completamente enganchado a ella. Crees adivinar el tono de la serie, pero nada te prepara para lo que vas a ver, ni siquiera la más audaz de las imaginaciones. La colisión de realidades, mundos y sobre todo de personas es lo más destacable de esta serie. Todo se derrumba, y no solo una vez, sino una tras otra. La presión que se va generando asfixia a los protagonistas y a ti te deja sin aliento.
‘Extracurricular’ nos cuenta la historia de un estudiante de secundaria llamado Oh Ji-soo (interpretado por Kim Dong-hee, a quien has visto en ‘Itaewon Class‘), y de cómo idea y dirige un negocio de trata de mujeres con la meta de conseguir suficiente dinero para costearse la universidad. El negocio va como la seda, Oh Ji-soo no es avaricioso, pero cuando aparece en su vida Bae Gyu-ri (Park Joo-hyun, la recuerdas de ‘A piece of your mind’) todo se va al garete cuando ella comienza a chantajearlo.
Cuando hablo de choque de mundos no me refiero únicamente a las esferas generadas por la desigualdad económica, que son brutalmente contadas en pantalla, sin dejarse nada en el tintero y de las que hablaremos en un momento, me refiero a la miríada de contradicciones emocionales, sentimentales e ideológicas que se encuentra de forma individualizada en cada uno de los personajes que nos introducen.
Una serie donde nada es lo que parece.
Oh Ji-soo es un chico casi invisible en la escuela. Un joven con un expediente perfecto cuyo único sueño es ir a la universidad para poder conseguir un trabajo estable que le permita vivir cómodamente sin tener que preocuparse nunca más por el dinero. ¿Cómo llega un chiquillo que se pone nervioso y no sabe contestar a un mensaje de texto de una chica que le gusta a montar un negocio clandestino de prostitución? Pues ahí está la «gracia» de ‘Extracurricular’ en esa imperfección y falta de coherencia tan inherentes al ser humano.
Oh Ji-soo, cuando lo conocemos, no es consciente de las implicaciones morales y criminales que tienen sus acciones. Desde su óptica el incluso está haciendo un bien mientras saca provecho de ello. En ningún momento nuestro protagonista se considera un explotador, sino más bien un protector, un intermediario que está ahí para asegurar que las chicas que quieren vender su cuerpo no salgan dañadas físicamente. Y en ese baño de grises se mueve, alimentándose a si mismo de una creencia que le permita vivir consigo mismo. Pura supervivencia para él. Una forma de actuar que no nos parece tan mala cuando conocemos su bagaje. ¿Es tan malo lo que está haciendo? ¿Haría yo cualquier cosa para salir de una situación miserable? ¿Vendería mi alma al diablo? y la pregunta del millón ¿Sería consciente de todas las ramificaciones de mis acciones?
Es entonces cuando entra en acción Bae Gyu-ri con una impresionante interpretación por parte de Park Joo-hyun, que con solo cuatro k-dramas a sus espaldas ha venido a llevárselos a todos por delante. Ella es la encargada de poner la otra cara de la moneda. Si la presión es aplastante en Oh ji Soo, la que vive ella, en una prisión psicológica de barrotes dorados, lujo y dinero es aún mas sofocante. Esta joven, altamente inteligente, y que roza la psicopatía, se verá sobrepasada por sus acciones y decisiones. En un intento por salir de una dinámica que la mantiene aletargada y zombie hará todo lo posible por ser parte de algo que le permita escapar de su realidad.
Cuando Bae Gyu-ri irrumpa y fuerce su presencia en la vida de Oh Ji Soo la caída por la madriguera será inevitable y las elecciones que ambos tomen generarán situaciones que les sobrepasan y cuando quieran darse cuenta estarán tan enfangados que será imposible sacudirse de encima tanto lodo. Aunque no serán los únicos a los que sus acciones les reboten. Min Hee, a quien da vida la actriz Jung Da Bin, la compañera de clase de los protagonistas que lleva una doble vida tratando de mantener las apariencias en clase sufrirá, como quien más las consecuencias de sus acciones.
Quizá sea en ella donde más fragilidad debiéramos sentir. Los ataques que sufre estando en el ‘trabajo’ la harán parecer estrés postraumático, y será probablemente este el único punto en que la serie no esté al 100%. Podría haberse sacado mucho más jugo del que se saca a esta situación. De hecho, hay veces que ni siquiera nos sentimos identificados con ella. Y nada tiene que ver la interpretación de la joven artista, que es redonda, y que muestra un enorme talento ante un papel psicológicamente muy complejo.
Matón, conductor, protector, psicólogo. Todo un hombre de principios, según la lente con el que lo mires, ese es el personaje estrella de ‘Extracurricular’. Nada sería sin él, todo es gracias a su presencia, que pasa desapercibida en gran parte del metraje debido a su naturaleza silenciosa, pero que es clave para el devenir de la historia principal. La actuación de ‘Choi Min Soo (‘Lawless Lawyer’) es sencillamente magistral. Su personaje, Wang Chul, es ese personaje con un pasado oscuro, un enorme sentido de la lealtad y mayor necesidad aún de redención. El añadido perfecto para completar una historia adolescente que necesita de adultos con un fondo complejo para dar forma a un mundo decadente en todos los niveles.
Las cosas por su nombre.
‘Extracurricular’ pone el acento de forma acertada en mostrar una tendencia que se vende en muchos países como una practica legal y normalizada. Las escorts o citas compensadas económicamente son aprovechadas y vendidas como tapaderas para normalizar la explotación sexual de jóvenes que sencillamente venden su cuerpo por dinero. Esta serie nos lo muestra sin tapujos a través de la figura de Min Hee, una joven que recurre a este trabajo, no tan atípico para poder comprar regalos a su novio que además es violento y adicto al juego. PROSTITUCIÓN en mayúsculas.
Si, todo lo que acabo de decir es tan tremendo como suena, y es una realidad que nos pone de manifiesto el nivel social por el que estamos pasando como sociedad. ¿Qué demonios estamos enseñando? Materialismo, dinero fácil y explotación, sería el resumen, al que podríamos añadirle falta de autoestima, cultura del conformismo y abandono social. Hay algún momento en la serie en el que los jóvenes en el instituto, incrédulos, mencionan que las bandas callejeras no existen, para ellos los gánsteres con cosa del pasado, algo viejo que ya no tiene cabida en su mundo. Pero a nosotros se nos enseña algo totalmente distinto, incluso en su misma jerarquía vemos esa idea de banda que utiliza la violencia para dar respuesta a cualquier afrenta. Y entonces salta la pregunta:
¿Somos conscientes de la realidad en la que vivimos? El mundo es mucho más oscuro de lo que creemos. La escala de grises es tan vasta que es inabarcable en nuestra mente. La percepción que tenemos del mundo está obviamente manipulada por nuestra realidad social y personal, por lo que el golpe es duro e incluso nos parece irreal, queremos convencernos de que un mundo como el que presenta ‘Extracurricular’ solo existe en la ficción, pero, por desgracia, esta serie presenta un mundo que está solo a una mala elección, un mal paso, en la dirección equivocada para cualquiera de nosotros.
La violencia sin par, tanto física como verbal son lo único estable de la trama de esta serie. Con una historia que nunca es lo que parece, que te sorprende con cada giro argumental y con la incorporación de cada personaje nuevo, la violencia es lo único que se mantiene constante y con una enorme presencia. Tal es ésta que casi te acostumbras a ella, poco a poco te inmuniza y te encuentras pensando que lo que estás viendo es casi que normal. Lo que parecía un show adolescente con unos tintes oscurillos es más bien el retrato de un submundo inimaginable para la gran mayoría de nosotros.
‘Extracurricular’ es muestra, en ficción, de las consecuencias que tienen la pobreza y el machismo y centrándose además en esa presión parental, en lo arduo y exigente de la vida académica en Corea del Sur y en la necesidad de valorar la vida en base al éxito y la posición social. Las vidas destrozadas de sus protagonistas, que al final del día son solo niños, son la máxima expresión de la precariedad social. Una serie que da para más de una conversación, a la que se le añade el plus de una buena factura y una mejor banda sonora, lo cual la hace muy atractiva y altamente entretenida. Poco más se le puede pedir a 10 episodios. Bueno, si, una segunda temporada, porque querrás más, de eso no hay duda.
Tráiler
¿Pasa el corte?
Overall
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Originalidad
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Guion
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Interpretaciones
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Banda Sonora
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Fotografía
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Edición y montaje
User Review
( votes)Puntos fuertes
- Una historia que nunca descansa y que nunca imaginas
- Interpretaciones sólidas
- Una puesta en escena que no se esconde